Scolari perdió la “magia”

“Fue la peor derrota de mi vida”, admitió el DT de Brasil, y pidió perdón a la “torcida”

¿PRESAGIO? Durante el partido, Scolari levantó sus manos y con sus dedos marcó el número 7: los goles que hizo Alemania. reuters ¿PRESAGIO? Durante el partido, Scolari levantó sus manos y con sus dedos marcó el número 7: los goles que hizo Alemania. reuters
09 Julio 2014

Por Diana Renée, DPA

BELO HORIZONTE- El poder “mágico” de Luiz Felipe Scolari de convertir a equipos desacreditados en campeones se esfumó en forma estrepitosa ayer, con la derrota por 7-1 ante Alemania.

Scolari aspiraba a convertirse al mando de Brasil en el segundo técnico de la historia en conquistar dos títulos mundiales, algo que sólo pudo hacer el italiano Vittorio Pozzo, bicampeón con la “azurra” en los lejanos Mundiales de 1934 y 1938. “Mi mensaje para los brasileños es que hicimos lo que pudimos. Soy el responsable de la derrota”, dijo Scolari instantes después de la debacle. “Pido perdón. Vamos a intentar honrar lo que significa este equipo jugando por el tercer puesto”, añadió.

Pero un partido por el tercer puesto implica una enorme decepción para los brasileños, que en noviembre de 2012 recibieron con entusiasmo la decisión de nombrar a Scolari como entrenador de Brasil en lugar de Mano Menezes.

“Felipao” fue el hombre que, en 2002, llegó a Corea-Japón con un equipo desacreditado tras una malísima campaña en eliminatorias, y un mes después se alzó con el pentacampeonato.

Aunque es cierto que aquel equipo tenía el trío de ataque conformado por Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, también lo es que gran parte del éxito fue adjudicado a las calidades de gran motivador de Scolari, destacadas por todos los que ya actuaron bajo su comando. La confianza aumentó el año pasado, cuando Scolari volvió a hacer su “magia”, al convertir en sólo cuatro semanas a un grupo desordenado de 23 jugadores en un equipo con base y estilo de juego definidos que se alzó con el título de la Copa Confederaciones y alegró a los brasileños.

Pero el camino de 2014 fue mucho menos suave de lo que esperaba “Felipao”. Desde el debut de Brasil ante Croacia en el Mundial quedó en claro que, pese a que los jugadores y el sistema eran los mismos de 2013, el equipo no funcionaba. La desconfianza aumentó pese a que clasificó Brasil a octavos como primero del grupo A.

La agónica clasificación a cuartos, arrancada en penales tras una batalla de 120 minutos con Chile librada entre lágrimas por los jugadores de la “verdeamarelha”, no hizo más que profundizar el escepticismo y revelar una crisis de inestabilidad emocional.

La clasificación a semis vino con un precio: la fractura de una vértebra de Neymar, y la segunda amarilla del capitán Thiago Silva.

Despojado de dos de sus principales figuras, Scolari trató de recurrir una vez más a su “magia”. Pero nada de esto funcionó ante la arrolladora superioridad de Alemania. La “magia” de Scolari tiene límites, y esto quedó demostrado en el Mineirao. Tras la humillación, quizás el entrenador opte por seguir el Plan B que anunció en broma hace unos meses en Brasilia: “Si Brasil pierde, hay una embajada de Kuwait aquí al lado, puedo pedir asilo”.

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