El argentino del año

Mayer venció a Ferrer, especialista en polvo de ladrillo, y obtuvo su primer título ATP

HACEDOR DE ESPACIOS. El drive del correntino complica a los rivales por su velocidad y carga de efecto; ideal para dominar. HACEDOR DE ESPACIOS. El drive del correntino complica a los rivales por su velocidad y carga de efecto; ideal para dominar.
La imagen del final dice mucho más de lo que muestra. Es el grito intenso de un sentir profundo. Las manos, temblorosas, parecen querer abrazarlo todo. Seguro, viven allí guardados algunos dolores personales que disparan dedicatorias privadas. Gestada en Hamburgo, la alegría brota en cada lugar donde haya alguien que conoce a Leonardo Mayer. Porque conocerlo es quererlo y desearle lo mejor. No existe otra posibilidad.

El triunfo frente al poco menos que mítico David Ferrer es un dato significativo. Los números, 6-7 (3-7), 6-1 y 7-6 (7-4), sugieren mucho mérito. La forma de la victoria lo proyecta como el jugador argentino de 2014.

Del partido, vale destacar sus vaivenes. En el primer set Mayer tuvo dos veces break de ventaja (1-0 y 4-3) que no pudo aprovechar. En el tiebreak, tras comenzar arriba 2-0, perdió siete de los siguientes ocho puntos. El segundo fue distinto. Lejos de acusar el golpe de quedar set abajo, “Leo” exhibió soltura sin ninguna restricción. El concierto de agresividad desde el saque y la derecha terminó en un expresivo 6-1. Ya en el tercero, otra vez el primer break fue para él y le permitió establecer ventaja de 4-1. Un ratito después, sacó 5-4. El primer título de su carrera estaba allí, esperando a la vuelta de ese game. Dudó, volvió a dudar y cedió el saque. La definición obligó a otro tiebreak. Ya sin dudas propias hubo un rival que obligó a un esfuerzo extra. Y entonces, ese smash agachado que pegó cerca de la red nos regaló la imagen del inicio.

Una vez más debe destacarse la importancia del servicio en la estructura de su juego. Los 10 aces conseguidos ante Ferrer sólo sirven para la estadística porque el saque de Mayer es mucho más que lo que deja asentado en un número. Es la llave de su juego, el movimiento inicial de un mecanismo que, ahora, luce suelto, agresivo, equilibrado y determinante.

Su drive es un hacedor de espacios. Veloz, exacto en su carga de efecto, viaja con una trayectoria recta, relativamente baja, que lo convierte en una pelota rápida y dominante. El revés, siempre confiable, ayer fue un elemento geométrico que desnudó la asimetría del juego de base de Ferrer. Con el español corrido hacia su revés, el paralelo de “Leo” le hizo pagar el espacio dejado del lado del drive y desató ovaciones del público.

Por último, hay que volver a mencionar su “cabeza”. Su mente subió de nivel y lo ayuda a creer. Hoy “Leo” siente distinto, siente mejor. Sin saber qué cambió y sin saber tampoco las razones de ese cambio, nadie puede negar que hay otra postura frente a los momentos picantes, importantes, de mayor estrés competitivo. La respuesta es diferente y los resultados son la medida que despejan cualquier duda del espectador común. Quizá, sólo quede flotando una pregunta sin respuesta: ¿es un cambio definitivo o tiene fecha de vencimiento?

Leonardo Mayer es el campeón de Hamburgo, un torneo con historia y de innegable jerarquía. El triunfo sobre Ferrer, primero de su vida ante un top10, lo ubica en la selecta lista que integran Tomas Berdych, Rafael Nadal, Roger Federer, Grigor Dimitrov y Kei Nishikori. Ellos han ganado los otros Masters 500 de 2014. Los 500 puntos para el ranking lo proyectan hasta el puesto 27. Y los 272.000 euros del premio al campeón significan mucho más que un gran cheque para un grupo numeroso (familia, amigos, sponsors) que durante años hizo un tremendo esfuerzo para que la carrera de “Leo” pudiera realizarse.

En el final, una pequeña referencia personal. Es un placer intenso ver ganar a alguien humilde, medido, trabajador. Alguien que sabe mirar y ver más allá de su realidad, y valora y respeta esfuerzos ajenos. Alguien querido por todos sus colegas. Leonardo Mayer vive un glorioso momento deportivo y es el protagonista del impacto de la temporada en el tenis argentino. Merecido lo tiene. Se lo ha ganado en buena ley.

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