25 Julio 2014
la gaceta / fotos de Osvaldo Ripoll
“El último día, el conjunto que cerraba el festival -alrededor de las 7.30 de la mañana-, se bajaba del escenario y se venía caminando y cantando hasta la plaza. Detrás de ellos se ubicaba el público que, en gran número, se quedaba hasta el final. No sólo los alentaba; también cantaba junto a ellos. La fiesta continuaba en el paseo público hasta que el sol cercano al mediodía comenzaba a acobardarlos. No obstante, muchos sobrepasaban ese límite horario e iban a rematar a una casa de familia donde el canto de voces casi disfónicas se confundía con el jolgorio y el afecto era un sinfín de despedidas y promesas de reencuentro”, describió emocionado el tesorero de la primera comisión organizadora, Luis Núñez.
Las entradas de los folcloristas, en las primeras ediciones festivaleras, no eran por horas sino por actuaciones. Un grupo fuerte, famoso o convocante hacía dos actuaciones por festival, con dos o tres entradas por noche en dos de los tres días que dura el festival.
Las entradas de los folcloristas, en las primeras ediciones festivaleras, no eran por horas sino por actuaciones. Un grupo fuerte, famoso o convocante hacía dos actuaciones por festival, con dos o tres entradas por noche en dos de los tres días que dura el festival.
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