23 Agosto 2014
Por primera vez desde que fue habilitada en 1970, como parte de las instalaciones y obras de lo que fue la Casa de la Cultura, el Gobierno de la Provincia está finalizando la práctica reconstrucción de la Sala Orestes Caviglia, ubicada en San Martín 251 de nuestra capital, uno de los principales espacios destinado a la difusión y puesta en escena de diversas actividades artísticas.
Esta refacción en marcha de la sala viene a cubrir una de las necesidades culturales básicas que demandaba la comunidad tucumana: el Teatro Caviglia fue durante años un ambiente casi solitario en cobijar las producciones teatrales, musicales y corales que desarrolló el área de Cultura del Estado provincial y los grupos independientes (la agenda del Teatro San Martín cubría otros proyectos; el ex Cine Plaza estuvo sin funcionar mucho tiempo). La sala no estaba en buenas condiciones; el paso del tiempo desde su edificación, su utilización en buena medida sobrecargada, los descuidos y desmanejos en su administración, junto a algunos problemas en su estructura habían degradado su capacidad.
El replanteo general de las actividades que ha ido implementando el Ente Cultural Tucumán generó también que casi como única, la sala Caviglia fuera quedando virtualmente absorbida por la agenda oficial para dejar de ser un lugar de ensayo y trabajo de los movimientos culturales independientes. Saludable, esta respuesta del Gobierno de la Provincia viene entonces a cubrir una vieja necesidad: hacía tiempo que la administración no se ocupaba en impulsar una iniciativa de este calado y naturaleza y con un destino distinto al de la obra pública de infraestructura básica.
Es importante también el hecho de que este proyecto renovador de la Sala Caviglia contemple una inversión agregada del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en la instalación de equipos y logística de última generación para la proyección de películas.
Así, la puesta en valor de la sala Orestes Caviglia podrá finalmente de transformarse en un polo remozado y fresco para la difusión y el disfrute de los espectáculos culturales. Las principales autoridades de Tucumán reconocieron el cuadro de situación descripto: “El pueblo de Tucumán necesitaba esto; la cultura es una caricia al alma donde el Estado debe invertir porque es parte inherente al ser humano y nuestra obligación es trabajar fuerte e invertir para tener más cultura”, sostuvo el propio gobernador durante una visita para conocer el avance de la obra.
Correspondería advertir entonces que este aporte tendría que formar parte de un proyecto oficial más abarcador y profundo que contenga no sólo más presupuesto para sostener el calendario anual de actividades artísticas, sino también fondos para construir nuevas salas, remozar y revalorizar las existentes y para la difusión de proyectos, trabajos y movimientos culturales en toda la provincia. Tucumán registra una rica historia en la conformación de organismos con capacidad de administración, coordinación y promoción de las actividades culturales que han impulsado la creación de cuerpos estables (ballet, orquesta y teatros) que han trascendido en valoración, vigencia y mérito, lo mismo que personalidades, iniciativas y hechos que ya forman parte del patrimonio social y la memoria histórica. Serían un legado y un desafío que pueden servir de guía y compromiso para obras como estas y para nuevos y más propósitos.
Esta refacción en marcha de la sala viene a cubrir una de las necesidades culturales básicas que demandaba la comunidad tucumana: el Teatro Caviglia fue durante años un ambiente casi solitario en cobijar las producciones teatrales, musicales y corales que desarrolló el área de Cultura del Estado provincial y los grupos independientes (la agenda del Teatro San Martín cubría otros proyectos; el ex Cine Plaza estuvo sin funcionar mucho tiempo). La sala no estaba en buenas condiciones; el paso del tiempo desde su edificación, su utilización en buena medida sobrecargada, los descuidos y desmanejos en su administración, junto a algunos problemas en su estructura habían degradado su capacidad.
El replanteo general de las actividades que ha ido implementando el Ente Cultural Tucumán generó también que casi como única, la sala Caviglia fuera quedando virtualmente absorbida por la agenda oficial para dejar de ser un lugar de ensayo y trabajo de los movimientos culturales independientes. Saludable, esta respuesta del Gobierno de la Provincia viene entonces a cubrir una vieja necesidad: hacía tiempo que la administración no se ocupaba en impulsar una iniciativa de este calado y naturaleza y con un destino distinto al de la obra pública de infraestructura básica.
Es importante también el hecho de que este proyecto renovador de la Sala Caviglia contemple una inversión agregada del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en la instalación de equipos y logística de última generación para la proyección de películas.
Así, la puesta en valor de la sala Orestes Caviglia podrá finalmente de transformarse en un polo remozado y fresco para la difusión y el disfrute de los espectáculos culturales. Las principales autoridades de Tucumán reconocieron el cuadro de situación descripto: “El pueblo de Tucumán necesitaba esto; la cultura es una caricia al alma donde el Estado debe invertir porque es parte inherente al ser humano y nuestra obligación es trabajar fuerte e invertir para tener más cultura”, sostuvo el propio gobernador durante una visita para conocer el avance de la obra.
Correspondería advertir entonces que este aporte tendría que formar parte de un proyecto oficial más abarcador y profundo que contenga no sólo más presupuesto para sostener el calendario anual de actividades artísticas, sino también fondos para construir nuevas salas, remozar y revalorizar las existentes y para la difusión de proyectos, trabajos y movimientos culturales en toda la provincia. Tucumán registra una rica historia en la conformación de organismos con capacidad de administración, coordinación y promoción de las actividades culturales que han impulsado la creación de cuerpos estables (ballet, orquesta y teatros) que han trascendido en valoración, vigencia y mérito, lo mismo que personalidades, iniciativas y hechos que ya forman parte del patrimonio social y la memoria histórica. Serían un legado y un desafío que pueden servir de guía y compromiso para obras como estas y para nuevos y más propósitos.