Por Alicia Liliana Fernández
18 Diciembre 2014
Todo fue muy rápido. Y muy bien. El violinista Federico Carrizo (33 años) ya tenía fecha de viaje a Europa en estos días, para hacer varios cursos, y le salió una gran oportunidad que compartió con dos jóvenes músicos tucumanos.
“Raúl Gambarte, un violinista tucumano que vive y estudia en París desde 2013, nos preguntó a mí y a Juliana Isa (violista) si nos interesaría ser invitados a tocar, en Francia, en dos conciertos en una orquesta multinacional. Al toque nos llegaron los requisitos; las audiciones había que mandarlas en demo. Al día siguiente ya teníamos las invitaciones en casa. Increíble, con todo, especificaba qué teníamos que llevar, decirles cuándo llegaríamos para que nos buscaran y nos alojaran, viáticos, fechas y hora, certificación de los dos conciertos, hasta la ropa que debíamos usar”. Carrizo no salía del asombro antes de partir, y aún está procesando el concierto del sábado, en una iglesia parisina, y el domingo, en uno de los teatros del Palacio de Versailles.
Tuvo que esforzarse: recibió la partitura de 45 hojas, las partes difíciles las audicionó a distancia y, una vez en París, había diez horas de ensayo por día para el estreno de “El Rey nació” (Le Roi naquit).
El premio era integrar la Philarmonique des Nations (Filarmónica de la Naciones) para interpretar una ópera, en tres actos, sobre el drama del nacimiento de Cristo. Dirigió el compositor de la obra, el mexicano José Luis González Moya.
Desde los siete
Ahora tiene la edad de Cristo Redentor, pero Federico Carrizo eligió la música a los siete años. En su casa paterna, en Salta, se escuchaba jazz y clásica. “Había muchos discos y mucho permiso para explorar la música. Pero sin duda la influencia más poderosa fue mi maestra, la excelente multiinstrumentista, que es una folclorista famosa, Claudia Vilte”, reconoció, como impulso para entrar en la Escuela de Música de Salta.
Después, por razones de trabajo del padre, la familia vino a Tucumán. “Ellos se volvieron y yo me quedé estudiando en la Escuela de Música de la UNT. A esta carrera le dicen cadena perpetua -acotó- porque nunca se termina. Pero antes de recibirte tenés experiencias laborales porque tocás en orquestas infantiles y juveniles. En mi caso también había hecho curso de Suzuki, por eso empecé a enseñar dando talleres en el anexo Concepción de la UNT”, relató.
También enseña en el Conservatorio de la Provincia las materias sobre técnica del instrumento, y dicta las últimas de la carrera, Estética y Proyecto final. “Estoy a full, muy dedicado a la docencia; me encanta -confiesa, entusiasmado-. Mi especialidad son los más chiquitos: en el taller Suzuki enseñaba a partir de los tres años, pero este año ya tuve alumnos de todos los niveles”.
En el NOA
A la hora de tocar, el músico integró la fila de violines en la Orquesta Juvenil de Salta (por audición), en la Estable de la Provincia cubrió interinatos hasta que se abrieron audiciones en Salta y quedó, donde entró al Programa de Orquestas. Pero extrañaba Tucumán así que volvió y empezó a trabajar en el Ismunt (Instituto de Música de la UNT). También tocó en la Orquesta de Santiago del Estero y en la Orquesta de la Universidad de Córdoba.
“No paré nunca. También toqué como solista e hice mucha música de cámara, porque Salta tiene una Secretaría de Música de Cámara, y toqué como integrante de tríos y cuartetos”, enumera. Y sí, Carrizo no para porque empezó a estudiar Dirección orquestal en la Universidad Católica de Salta y ahora lo hace a distancia, en la Universidad de Avellaneda. “Este año dirigí en Concepción, porque me dieron la posibilidad de armar una orquesta municipal, y tocamos para la gala del 9 de Julio”, comenta.
Bach te da todo
En materia de compositores, Carrizo elige Bach: “para mí es un transporte hacia la perfección: está todo ahí para vos solo. Quizá por su concepto de dedicar su música a Dios, la perfección está muy plasmada. En música de cámara los románticos son lo más importante: Brahms, Beethoven o Mendelssohn son fantásticos... si bien tocar Mozart marca una comunicación hacia la perfección sí o sí. Y me gusta mucho la música del siglo XX, que acá se hace poco”.
Vía Facebook
“¡Despedir al director fue una cosa increíble que los músicos debemos aplicar más! Bienvenido el compositor dirigendo. Compromisos cumplidos. Lindos conciertos.” Es parte del post apurado de Carrizo en Facebook, después de los conciertos. El viaje sigue, violín al hombro, por más aprendizajes y experiencias.
“Raúl Gambarte, un violinista tucumano que vive y estudia en París desde 2013, nos preguntó a mí y a Juliana Isa (violista) si nos interesaría ser invitados a tocar, en Francia, en dos conciertos en una orquesta multinacional. Al toque nos llegaron los requisitos; las audiciones había que mandarlas en demo. Al día siguiente ya teníamos las invitaciones en casa. Increíble, con todo, especificaba qué teníamos que llevar, decirles cuándo llegaríamos para que nos buscaran y nos alojaran, viáticos, fechas y hora, certificación de los dos conciertos, hasta la ropa que debíamos usar”. Carrizo no salía del asombro antes de partir, y aún está procesando el concierto del sábado, en una iglesia parisina, y el domingo, en uno de los teatros del Palacio de Versailles.
Tuvo que esforzarse: recibió la partitura de 45 hojas, las partes difíciles las audicionó a distancia y, una vez en París, había diez horas de ensayo por día para el estreno de “El Rey nació” (Le Roi naquit).
El premio era integrar la Philarmonique des Nations (Filarmónica de la Naciones) para interpretar una ópera, en tres actos, sobre el drama del nacimiento de Cristo. Dirigió el compositor de la obra, el mexicano José Luis González Moya.
Desde los siete
Ahora tiene la edad de Cristo Redentor, pero Federico Carrizo eligió la música a los siete años. En su casa paterna, en Salta, se escuchaba jazz y clásica. “Había muchos discos y mucho permiso para explorar la música. Pero sin duda la influencia más poderosa fue mi maestra, la excelente multiinstrumentista, que es una folclorista famosa, Claudia Vilte”, reconoció, como impulso para entrar en la Escuela de Música de Salta.
Después, por razones de trabajo del padre, la familia vino a Tucumán. “Ellos se volvieron y yo me quedé estudiando en la Escuela de Música de la UNT. A esta carrera le dicen cadena perpetua -acotó- porque nunca se termina. Pero antes de recibirte tenés experiencias laborales porque tocás en orquestas infantiles y juveniles. En mi caso también había hecho curso de Suzuki, por eso empecé a enseñar dando talleres en el anexo Concepción de la UNT”, relató.
También enseña en el Conservatorio de la Provincia las materias sobre técnica del instrumento, y dicta las últimas de la carrera, Estética y Proyecto final. “Estoy a full, muy dedicado a la docencia; me encanta -confiesa, entusiasmado-. Mi especialidad son los más chiquitos: en el taller Suzuki enseñaba a partir de los tres años, pero este año ya tuve alumnos de todos los niveles”.
En el NOA
A la hora de tocar, el músico integró la fila de violines en la Orquesta Juvenil de Salta (por audición), en la Estable de la Provincia cubrió interinatos hasta que se abrieron audiciones en Salta y quedó, donde entró al Programa de Orquestas. Pero extrañaba Tucumán así que volvió y empezó a trabajar en el Ismunt (Instituto de Música de la UNT). También tocó en la Orquesta de Santiago del Estero y en la Orquesta de la Universidad de Córdoba.
“No paré nunca. También toqué como solista e hice mucha música de cámara, porque Salta tiene una Secretaría de Música de Cámara, y toqué como integrante de tríos y cuartetos”, enumera. Y sí, Carrizo no para porque empezó a estudiar Dirección orquestal en la Universidad Católica de Salta y ahora lo hace a distancia, en la Universidad de Avellaneda. “Este año dirigí en Concepción, porque me dieron la posibilidad de armar una orquesta municipal, y tocamos para la gala del 9 de Julio”, comenta.
Bach te da todo
En materia de compositores, Carrizo elige Bach: “para mí es un transporte hacia la perfección: está todo ahí para vos solo. Quizá por su concepto de dedicar su música a Dios, la perfección está muy plasmada. En música de cámara los románticos son lo más importante: Brahms, Beethoven o Mendelssohn son fantásticos... si bien tocar Mozart marca una comunicación hacia la perfección sí o sí. Y me gusta mucho la música del siglo XX, que acá se hace poco”.
Vía Facebook
“¡Despedir al director fue una cosa increíble que los músicos debemos aplicar más! Bienvenido el compositor dirigendo. Compromisos cumplidos. Lindos conciertos.” Es parte del post apurado de Carrizo en Facebook, después de los conciertos. El viaje sigue, violín al hombro, por más aprendizajes y experiencias.