04 Enero 2015
Sólo dos semanas y media después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció un histórico intercambio de prisioneros y el restablecimiento de los lazos con Cuba, su nueva política se está topando con obstáculos que amenazan con estallar cuando el Congreso retome sus funciones. Las dudas que rodean al desempeño de Cuba en materia de derechos humanos y una prometida liberación de detenidos tienen el potencial de inflamar las pasiones contra el Gobierno de la isla en el Capitolio.
Todavía falta ver si en el largo plazo los obstáculos terminarán siendo algo más que frenos de velocidad en la vía a una distensión más amplia. Pero como mínimo, esos obstáculos sí muestran cómo es que los beneficios de que Obama desmantele medio siglo de aislamiento contra Cuba no serán evidentes en el corto plazo ni estarán libres de debates rencorosos. El martes, el Gobierno de Raúl Castro detuvo a 50 activistas para frustrar una protesta no autorizada, demostrando que va a seguir reprimiendo a disidentes. El jueves, los activistas informaron nuevas detenciones. La represión motivó fuertes críticas del Departamento de Estado de Estados Unidos. Para el fin de semana ya se había liberado a todos los detenidos, según informaron los disidentes.
También hay preocupación sobre la fecha y los términos para la liberación de 53 personas que Washington considera prisioneros políticos. Un asesor de Obama explicó el 17 de diciembre, fecha en la que se hizo el anuncio, que Cuba había acordado liberarlos como parte del acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas y que una cifra no especificada de ellos ya fueron excarcelados. Pero grupos de disidentes cubanos creen que la mayor parte de esas 53 personas siguen bajo algún tipo de detención. La Casa Blanca se ha negado a entregar los nombres de los 53 detenidos. Otras fuentes creen que la demora se debe a no hay un acuerdo sobre el destino de los detenidos: Estados Unidos o Europa, o la permanencia en Cuba. En el pasado, el Gobierno cubano ha preferido que tales prisioneros se vayan del país tras su liberación.
Pero es probable que algunos de ellos insistan en su derecho a quedarse en Cuba y que sigan luchando por los derechos políticos.
La confusión sobre esas liberaciones y los últimos incidentes con los manifestantes en la isla le dan argumentos a los congresistas que rechazan la política de Obama hacia Cuba. Esos legisladores han dicho que intentarán frenar o bloquear la mejora de los lazos con La Habana. “Los últimos actos de represión del régimen de Castro contra los disidentes políticos en Cuba se mofan de la nueva política de Obama hacia Cuba”, planteó el senador Marco Rubio, republicano de Florida y potencial candidato a la presidencia en 2016.
“El hecho de que el régimen siga violando los derechos humanos de los cubanos de esta forma muestra que tiene incluso menos incentivos para cambiar” tras el acuerdo entre Obama y Castro, dijo Rubio.
Una primera batalla legislativa sobre la política hacia Cuba podría tener lugar cuando el Congreso considere el financiamiento del Departamento de Seguridad Nacional. El proyecto de presupuesto de 1,1 billones de dólares de gasto del Gobierno aprobado en diciembre provee fondos para esa área sólo hasta el 27 de febrero. Los republicanos no aprobaron un financiamiento completo con la intención de limitar las iniciativas ejecutivas de Obama.
Asesores del Congreso dicen que esperan que los legisladores que se oponen a la apertura con Cuba usen ese proyecto de financiamiento para eliminar cualquier intento de Obama de financiar sus iniciativas sobre La Habana. Tales maniobras dejarían en evidencia la resistencia al cambio de parte de algunos sectores. Podría pasar algún tiempo antes de los cubanos o las empresas de EEUU puedan ver algún beneficio de la nueva política de Obama, explicó Arturo Valenzuela, máximo funcionario para asuntos latinoamericanos en el primer mandato de Obama.
“Está muy claro para mí que lo que los cubanos quieren es ‘perestroika’, pero no quieren particularmente una ‘glasnost’”, enfatizó Valenzuela, quien ahora trabaja en la firma legal Covington & Burling.
‘Perestroika’ fue el nombre con que se conoció a los esfuerzos del ex líder soviético Mikhail Gorbachov por reformar y reconstruir el Partido Comunista. La ‘glasnost’ fue su intento por hacer del Unión Soviética una sociedad más abierta. “Es demasiado pronto para decir cómo va a avanzar esto y es probable que tome más tiempo de lo que algunas personas podrían estar esperando”, dijo Valenzuela.
Todavía falta ver si en el largo plazo los obstáculos terminarán siendo algo más que frenos de velocidad en la vía a una distensión más amplia. Pero como mínimo, esos obstáculos sí muestran cómo es que los beneficios de que Obama desmantele medio siglo de aislamiento contra Cuba no serán evidentes en el corto plazo ni estarán libres de debates rencorosos. El martes, el Gobierno de Raúl Castro detuvo a 50 activistas para frustrar una protesta no autorizada, demostrando que va a seguir reprimiendo a disidentes. El jueves, los activistas informaron nuevas detenciones. La represión motivó fuertes críticas del Departamento de Estado de Estados Unidos. Para el fin de semana ya se había liberado a todos los detenidos, según informaron los disidentes.
También hay preocupación sobre la fecha y los términos para la liberación de 53 personas que Washington considera prisioneros políticos. Un asesor de Obama explicó el 17 de diciembre, fecha en la que se hizo el anuncio, que Cuba había acordado liberarlos como parte del acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas y que una cifra no especificada de ellos ya fueron excarcelados. Pero grupos de disidentes cubanos creen que la mayor parte de esas 53 personas siguen bajo algún tipo de detención. La Casa Blanca se ha negado a entregar los nombres de los 53 detenidos. Otras fuentes creen que la demora se debe a no hay un acuerdo sobre el destino de los detenidos: Estados Unidos o Europa, o la permanencia en Cuba. En el pasado, el Gobierno cubano ha preferido que tales prisioneros se vayan del país tras su liberación.
Pero es probable que algunos de ellos insistan en su derecho a quedarse en Cuba y que sigan luchando por los derechos políticos.
La confusión sobre esas liberaciones y los últimos incidentes con los manifestantes en la isla le dan argumentos a los congresistas que rechazan la política de Obama hacia Cuba. Esos legisladores han dicho que intentarán frenar o bloquear la mejora de los lazos con La Habana. “Los últimos actos de represión del régimen de Castro contra los disidentes políticos en Cuba se mofan de la nueva política de Obama hacia Cuba”, planteó el senador Marco Rubio, republicano de Florida y potencial candidato a la presidencia en 2016.
“El hecho de que el régimen siga violando los derechos humanos de los cubanos de esta forma muestra que tiene incluso menos incentivos para cambiar” tras el acuerdo entre Obama y Castro, dijo Rubio.
Una primera batalla legislativa sobre la política hacia Cuba podría tener lugar cuando el Congreso considere el financiamiento del Departamento de Seguridad Nacional. El proyecto de presupuesto de 1,1 billones de dólares de gasto del Gobierno aprobado en diciembre provee fondos para esa área sólo hasta el 27 de febrero. Los republicanos no aprobaron un financiamiento completo con la intención de limitar las iniciativas ejecutivas de Obama.
Asesores del Congreso dicen que esperan que los legisladores que se oponen a la apertura con Cuba usen ese proyecto de financiamiento para eliminar cualquier intento de Obama de financiar sus iniciativas sobre La Habana. Tales maniobras dejarían en evidencia la resistencia al cambio de parte de algunos sectores. Podría pasar algún tiempo antes de los cubanos o las empresas de EEUU puedan ver algún beneficio de la nueva política de Obama, explicó Arturo Valenzuela, máximo funcionario para asuntos latinoamericanos en el primer mandato de Obama.
“Está muy claro para mí que lo que los cubanos quieren es ‘perestroika’, pero no quieren particularmente una ‘glasnost’”, enfatizó Valenzuela, quien ahora trabaja en la firma legal Covington & Burling.
‘Perestroika’ fue el nombre con que se conoció a los esfuerzos del ex líder soviético Mikhail Gorbachov por reformar y reconstruir el Partido Comunista. La ‘glasnost’ fue su intento por hacer del Unión Soviética una sociedad más abierta. “Es demasiado pronto para decir cómo va a avanzar esto y es probable que tome más tiempo de lo que algunas personas podrían estar esperando”, dijo Valenzuela.
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