22 Enero 2015
Poco más que el título le queda a esta segunda parte de la original “La dama de negro”, película protagonizada hace dos años por Daniel Radcliffe y con la cual se cerró la producción espectacular de la novela de 1983 de Susan Hill, con una versión teatral en la Argentina con Fabián Gianola y Nicolás Scarpino.
Esta segunda parte, titulada en Estados Unidos con poca imaginación “La dama de negro: el ángel de la muerte”, apenas rescata la casa en ruinas de Eel Marsh y la imagen espectral de una mujer violenta y enojada.
Ahora son otros los protagonistas; de hecho, la historia recomienza 40 años después de que terminó la primera entrega, en medio de la segunda guerra mundial y con un grupo de ocho niños y dos maestras que son enviados a una desolada mansión (en parte hospital psiquiátrico) de la campiña británica para evitar los bombardeos de los nazis sobre Londres.
Allí hacen frente a una fantasma vengativa tras la muerte de su hijo, que los ultima uno a uno mientras tratan de entender lo que pasa, por lo cual el remedio parece peor que la enfermedad y todo se vuelve más que previsible.
El camino empantanado que va desde la aldea Crythin Gifford hasta el caserón trágico bien podría ser entendido como la ruta recorrida dificultosamente por los responsables y los nóveles actores de la película hasta terminarla, bajo la dirección de Tom Harper.
Esta segunda parte, titulada en Estados Unidos con poca imaginación “La dama de negro: el ángel de la muerte”, apenas rescata la casa en ruinas de Eel Marsh y la imagen espectral de una mujer violenta y enojada.
Ahora son otros los protagonistas; de hecho, la historia recomienza 40 años después de que terminó la primera entrega, en medio de la segunda guerra mundial y con un grupo de ocho niños y dos maestras que son enviados a una desolada mansión (en parte hospital psiquiátrico) de la campiña británica para evitar los bombardeos de los nazis sobre Londres.
Allí hacen frente a una fantasma vengativa tras la muerte de su hijo, que los ultima uno a uno mientras tratan de entender lo que pasa, por lo cual el remedio parece peor que la enfermedad y todo se vuelve más que previsible.
El camino empantanado que va desde la aldea Crythin Gifford hasta el caserón trágico bien podría ser entendido como la ruta recorrida dificultosamente por los responsables y los nóveles actores de la película hasta terminarla, bajo la dirección de Tom Harper.