Por Guillermo Monti
07 Marzo 2015
La media hora inicial de “Focus” es buenísima. Nicky le explica a Jess que lo del “gran golpe”, ese que permite retirarse a pasear en yate para toda la vida, es un cuento. La plata se hace de a poco, con robos hormiga de tarjetas de crédito, joyas y billeteras. Un escenario como el Super Bowl -y en Nueva Orleans- es un parque de diversiones para los rateros sofisticados que comanda Nicky y a los que Jess se integra con la mayor eficiencia. Pero Nicky es, además, un apostador compulsivo, incapaz de resistir un desafío, lo que cocina un plato mucho más sabroso si va por la vida con un maletín repleto de dólares.
Hasta allí, Glenn Ficarra y John Requa escriben y dirigen una película deliciosa, digno homenaje a ladrones de guante blanco como Cary Grant o David Niven. Una banda de estafadores queribles, como los comandados por Frank Sinatra -cuyo Danny Ocean replicó George Clooney por partida triple-.
El quiebre se produce cuando la acción salta a Buenos Aires, donde se rodó buena parte de la historia. “Focus” se ralentiza y resigna frescura. Como si la melancolía de algún tango que suena de fondo hubiera contagiado a Will Smith. Su Nicky, tan vivaz al principio, queda enredado en la trama romántica, comete errores. Los diálogos adquieren un convencionalismo desenfocado del tono de la película. Extraño en la dupla Ficarra-Requa, cuyo capital siempre fue la velocidad y la chispa para mantener sus comedias a flote.
Hay, por supuesto, una estafa en marcha. Envuelve a Nicky, a Jess y al magnate despiadado que Rodrigo Santoro compone en piloto automático. Santoro será, para siempre, el Jerjes de “300”. Todo con el fondo de una Buenos Aires for export, incluyendo bellísimos cuadros de San Telmo, Caminito y Puerto Madero. Por allí pasean Will Smith y la inquietante Margot Robbie (foto). Está también Gerald McRaney, uno de los tantos y brillantes secundarios de “House of cards”, en un papel que destila previsibilidad.
“Focus” es un éxito en las boleterías y reencamina la carrera de Smith, en la banquina desde la espantosa “Después de la Tierra”. Queda la sensación de que pudo haber sido mucho más.
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