Por Federico Diego van Mameren
10 Julio 2015
José Alperovich había dicho que se sentía orgulloso de haber cumplido con su deber. Cristina lo escuchó y sentenció: “en política no podés estar conforme. Siempre hay que ir por más”. Los “sijosesistas” no podían creer lo que habían escuchado y sintieron que era un golpe innecesario al gobernador y no entendían por qué. Después se solazaron cuando vieron al mandatario intimando con Daniel Scioli y con Cristina a la distancia. Asumieron que esos gestos eran una devolución de atenciones, pero también que el presente les mostraba una foto del futuro. Alperovich no dijo nada y acompañó a la Presidenta hasta las escalinatas del avión como si nada hubiera pasado, pero su entorno no salía del asombro.
Alperovich se despidió agradeciéndole a Cristina con un discurso afinado para los oídos K y le pidió al pueblo que valorice lo que él había hecho a través del voto. Sólo para justificar la fecha en la que estaba hablando, se apoyó en los próceres de 1816. Algo parecido hizo Cristina, quien no se olvidó de criticar a lo que ya está claro es su enemigo: la prensa. Y terminó dando un mensaje político partidario y no de una estadista que estaba en una fecha patria trascendental.
El 9 de Julio trocó en una jornada para algunos y no para todas y todos. Algunos políticos y muchos ciudadanos quedaron afuera de estos actos.
Los tucumanos -funcionarios encumbrados, especialmente- esperaban anuncios. Unos, para la industria azucarera; otros, para festejar el Bicentenario. Ilusiones de obras, eventos y emprendimientos se esfumaron con la estela que dejó el Tango 01. El duro mensaje del arzobispo Alfredo Zecca había preanunciado temprano que se vive el final de un ciclo.
Alperovich se despidió agradeciéndole a Cristina con un discurso afinado para los oídos K y le pidió al pueblo que valorice lo que él había hecho a través del voto. Sólo para justificar la fecha en la que estaba hablando, se apoyó en los próceres de 1816. Algo parecido hizo Cristina, quien no se olvidó de criticar a lo que ya está claro es su enemigo: la prensa. Y terminó dando un mensaje político partidario y no de una estadista que estaba en una fecha patria trascendental.
El 9 de Julio trocó en una jornada para algunos y no para todas y todos. Algunos políticos y muchos ciudadanos quedaron afuera de estos actos.
Los tucumanos -funcionarios encumbrados, especialmente- esperaban anuncios. Unos, para la industria azucarera; otros, para festejar el Bicentenario. Ilusiones de obras, eventos y emprendimientos se esfumaron con la estela que dejó el Tango 01. El duro mensaje del arzobispo Alfredo Zecca había preanunciado temprano que se vive el final de un ciclo.