Por Juan Manuel Asis
27 Agosto 2015
La corrupción, el fraude, el clientelismo y la represión llevan la marca del kirchnerismo. Ese es el mensaje de campaña que instalaron ayer -como una nueva bandera proselitista-, Macri, Massa y Stolbizer, los tres presidenciables que respaldaron a Cano. Lo hacen basándose en las denuncias de irregularidades en los comicios del domingo y en la represión policial en la plaza del lunes. Una jugada impensada antes de la elección provincial. Tucumán les vino a dar nuevas razones para atacar al Gobierno nacional y para dejarlo pegado a lo peor de la política.
Algo que no habrá estado nunca en los cálculos de Cristina ni del propio Scioli, que habrá soñado el domingo con un triunfo holgado de Manzur para “venderlo” a nivel nacional y apuntalar su aspiración como candidato oficialista. Finalmente, el ex motonauta no sonrió, se quejó por lo bajo. Vino esperanzado y regresó cabizbajo. Le prometieron un triunfo en bandeja y le entregaron una bandeja de excusas para la oposición.
Ahora observa cómo sus adversarios, todos unidos, hacen campaña en su contra con la elección de Tucumán. Indigerible para él, y para la Presidenta. Lo que no pudieron las PASO nacionales, como unir a Macri y a Massa en una oferta electoral opositora, lo logró Tucumán: mostrarlos juntos en un reclamo y en una denuncia contra el kirchnerismo. Fuerte.
Y en un tema por lo menos sensible para la provincia: el sistema electoral. Unidos han reclamado un régimen de votación más transparente para todo el país. En el fondo, están acusando al Gobierno de insistir con un esquema electoral que favorece sólo a sus intereses. Feudalismo fue el concepto que arrojaron. Otra vez, el mensaje fue: los buenos somos nosotros, los malos son ellos. Lo justifican con lo que sucedió en Tucumán. La efectividad de esta campaña nacional, montándose en la elección provincial, se verá el 23 de octubre.
Por ahora, parece ser más efectivo la estrategia de ataque de la oposición que la defensa tibia del oficialismo, limitándose a sostener que el FpV triunfó y que hay que esperar el escrutinio definitivo. “Si Cano ganó, lo felicitaré”, dijo ayer Alperovich. Curioso, ni siquiera deslizó que Manzur ganó. El gobernador quedó en deuda con Cristina y con Scioli. Hoy es el responsable político de que la oposición tenga otra bandera para explotar. Eso, a esta altura, es irremediable.
Algo que no habrá estado nunca en los cálculos de Cristina ni del propio Scioli, que habrá soñado el domingo con un triunfo holgado de Manzur para “venderlo” a nivel nacional y apuntalar su aspiración como candidato oficialista. Finalmente, el ex motonauta no sonrió, se quejó por lo bajo. Vino esperanzado y regresó cabizbajo. Le prometieron un triunfo en bandeja y le entregaron una bandeja de excusas para la oposición.
Ahora observa cómo sus adversarios, todos unidos, hacen campaña en su contra con la elección de Tucumán. Indigerible para él, y para la Presidenta. Lo que no pudieron las PASO nacionales, como unir a Macri y a Massa en una oferta electoral opositora, lo logró Tucumán: mostrarlos juntos en un reclamo y en una denuncia contra el kirchnerismo. Fuerte.
Y en un tema por lo menos sensible para la provincia: el sistema electoral. Unidos han reclamado un régimen de votación más transparente para todo el país. En el fondo, están acusando al Gobierno de insistir con un esquema electoral que favorece sólo a sus intereses. Feudalismo fue el concepto que arrojaron. Otra vez, el mensaje fue: los buenos somos nosotros, los malos son ellos. Lo justifican con lo que sucedió en Tucumán. La efectividad de esta campaña nacional, montándose en la elección provincial, se verá el 23 de octubre.
Por ahora, parece ser más efectivo la estrategia de ataque de la oposición que la defensa tibia del oficialismo, limitándose a sostener que el FpV triunfó y que hay que esperar el escrutinio definitivo. “Si Cano ganó, lo felicitaré”, dijo ayer Alperovich. Curioso, ni siquiera deslizó que Manzur ganó. El gobernador quedó en deuda con Cristina y con Scioli. Hoy es el responsable político de que la oposición tenga otra bandera para explotar. Eso, a esta altura, es irremediable.