Y un día llegó la desregulación

Por razones políticas, el gobierno de Menem dilató el retiro del Estado del control del proceso azucarero hasta el término de la zafra. El decreto del 31 de octubre disolvió la DNA.

Azúcar y política dominaban la agenda pública tucumana en abril de 1991.

La intervención federal decretada por Carlos Menem era una pieza clave en el armado electoral montado por el riojamo para reforzar su poder, cuando arreciaban los escándalos por corrupción que involucraban a sus parientes.

Por esa época, el embajador estadounidense Terence Todman denunciaba el lavado de narcodólares. Simultáneamente llovían los elogios de potencias como Alemania por la política económica de Menem.

El dilema que enfrentó el interventor federal Julio César Araóz no era sencilllo: si la zafra naufragaba, el menemismo podía perder los comicios de septiembre con Fuerza Republicana. Esto tendría un efecto expansivo negativo en el ámbito nacional.

Pero, desde la llegada de Domingo Cavallo al ministerio de Economía, se acentuó la presión desestatizadora del orden económico, en sus distintas esferas. ,En la mira estaba, desde luego, el quehacer azucarero.

La política debía encontrar una salida al laberinto, pero la Casa Rosada no desistía de su propósito último: el derrumbe de la histórica normativa azucarera. Menem abrió la puerta para aliviar las tensiones sociales.

Irrupción ministerial

Cavallo ratificó el 4 de abril que la aplicación del plan alconafta era voluntaria, a través de la desgravación impositiva del alcohol carburante. Planteó que los contratos de provisión de ese insumo debían ser a largo plazo, como exigían las petroleras. Araóz, tras dialogar con el ministro, aseguró que YPF y Shell estaban dispuestas a intervenir en el negocio e, incluso, a competir entre ellas, pero con contratos de largo plazo. Reafirmó, además, que debía firmarse un convenio de regulación privada del negocio azucarero.

Mientras tanto, se preparaba un acto multisectorial, impulsado por el Frente de Defensa y sostenimiento del Azúcar. Este núcleo se había constituido con el concurso de UCIT, Fotia, FEIA, Cactu, UIT, FET y CART. Es decir, con presencia del campo, la industria, del gremialismo y del empresariado.

La dirigencia acordó reclamar un precio compatible con el nivel sano de la actividad, el desarrollo del plan alconafta con el mismo trato impositivo que el gas natural comprimido la elevación al 22% del arancel protector de importación del azúcar que era del 11% (proyecto de ley con media sanción del Senado). En una solicitada titulada Tucumán es azúcar, la FET anunció que habría cese de actividades entre las 11 y las 12 de la jornada de protesta.

El interventor federal les anunció a los organizadores que acudiría a la plaza Independencia porque entendía que el acto no tenía tinte opositor, sino que era en favor de la actividad.

Duras denuncias

En el acto realizado el 12 de abril, los distintos oradores coincidieron en criticar los intentos de desregulación del proceso azucarero, No hablaron las autoridades del CART.

Araóz volvió a la escena para apaciguar la protesta y gestionó una entrevista cumbre con Menem.

El 23, en Olivos, el riojano recibió a delegados del frente y a funcionarios encabezados por Araóz, quienes le entregaron un documento consensuado.

El riojano les prometió soluciones positivas y les reclamó el pronto acuerdo de regulación privada del proceso azucero, que debía estar alejado de la burocracia estatal.

Los factores, al evaluar la situación, concluyeron el 24 que al menos por 1991, se mantendría la ley azucarera, con el mercado regulado. cuota anual de producción, cuota mensual al mercado interno y pecio de caña.

Al final, el 31 de octubre de 1991, se publicó el decreto n° 2284, que invocó razones económicas y sociales para desregular la actividad azucarera. Se disolvió, por tanto, la Dirección Nacional de Azúcar (DNA).

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