ACTÚAN HOY
• A las 22 en el Teatro de la Paz (9 de Julio 162)
Algún canal subterráneo comunica al cine con el teatro y no tiene que ver solamente con los actores, el guión ni las historias. Rodrigo Cuesta pone a prueba esa hipótesis en cada estreno y advierte que lo que quiere es hacer películas, que toda su obra está impregnada por esa búsqueda que sigue haciendo en escena desde hace más de 20 años.
El director salteño, cordobés por adopción, está de gira por el NOA con “Volver a Madryn”. En diálogo con LA GACETA, define la obra como una comedia negra, un thriller de 70 minutos que transcurre en el paisaje visible de un pueblo costero y a través de la geografía subjetiva de los vínculos que se ponen a prueba. Los actores Alejandro Orlando, Ignacio Tamagno y Hernán Sevilla son las piezas que mueve en una trama que va y vuelve de la ficción a la realidad, que quiebra de a ratos las convenciones del juego teatral e impulsa la acción hacia sus nudos.
“Cuando cuento una historia puedo hablar de cualquier tema, pero lo que va dentro son los vínculos humanos aunque mis intereses van variando: premoniciones, policiales, la religión, los accidentes fortuitos, las familias, las drogas, morir, matar, asesinar... Elegido el tema, nunca me problematizo moralmente, pienso que esa es una cuestión del espectador. En esta propuesta los vínculos están muy presentes: el espectáculo tiene una particular estructura dramática y un ritmo bastante vertiginoso que exigió una calidad de concentración importante”, cuenta el autor sobre el proceso creativo.
¿Qué sale de la cruza del teatro y el cine? Cuesta lo resume en los métodos y en las sensaciones. “Mi búsqueda es encontrar un canal que una el cine con el teatro -confiesa-. A partir de eso va mi poética, en cómo los recursos cinematográficos conviven con el teatro y viceversa. El resultado es algo bastante particular, potente y propio, y eso es lo más verdadero. Siempre hay una cuestión ligada a lo cinematográfico, quizás porque lo que yo quiero realmente es hacer películas, pero no las hago. Es una deuda que tengo que cumplir dentro de poco”.
En la historia, los personajes principales son dos hermanos (Sevilla y Tamagno) y un cuñado (Orlando), novio de la hermana de ellos. Algo sucede con el padre y los tres hombres van a ayudarlo. “Los vínculos humanos se vuelven poderosos y fuertes, y nos preguntamos qué cosa es capaz de hacer alguien por el otro. Ahí aparecen los planes, las armas, la historia que no voy a contar. ¿Hasta dónde van a defenderlo?”, interroga.
Orlando apunta que el primer atractivo de “Volver a Madryn” está en la cantidad y calidad del humor que le imprimieron. “Es una comedia negra con un humor muy particular que a nosotros nos encanta. Los actores se van convirtiendo en otras cosas, en otros personajes, en nosotros mismos. De ese modo se va construyendo un relato que lo hace muy interesante”, plantea.
“La idea de la obra comenzó cuando Ale y Hernán me trajeron un texto del autor irlandés Conor McPherson. No me entusiasmaba demasiado, pero sí quería trabajar con ellos, y por ese lugar empezamos. Fue a partir de ese texto, pero dándole una vuelta de tuerca y con una dramaturgia propia por lo que, en realidad, ya es otra obra, es distinta, es nueva con una vuelta mucho más profunda. El texto habla del mar, de un pueblo en la costa, y no quería perder eso que tienen los pueblos en invierno en la costa, el frío, la soledad. Lo trajimos a la Argentina, a un lugar verdadero y con cuestiones particulares de ese lugar. Por eso me fui a Madryn y en la reescritura del texto investigamos bares y boliches, situaciones de la época, que transcurre en 2002”, describe Cuesta.
Después de las escalas en Tucumán y Salta, la obra seguirá en gira (en el marco de la muestra itinerante del ciclo cordobés Pensar con Humor) por San Luis, Santa Fe, Mendoza, La Pampa, Entre Ríos y, finalmente, llegará a Madryn. En definitiva, podrá volver allí.