La María ya camina con bastón, pero sigue haciendo reír
En la performance teatral que presenta en la biblioteca de su casa, Rosita Ávila repasa escenas de sus personajes más recordados
"Yo soy La María. Nacida en Palá Palá, Quilmes, segundo distrito... de Leales. Y
como en mi casa éramos mucho... sss... y ya el hambre nos tenía como michi lavao,
m'i largao pa' la ciudá".
Con esas palabras, pronunciadas con un acento bien tucumano, se inicia uno de los
monólogos más populares de La María, el personaje que la actriz Rosita Ávila
desarrolló junto al actor y dramaturgo Oscar Quiroga, en los tiempos del grupo
Nuestro Teatro. Actualmente, en la casa de la actriz, donde funcionó aquella sala
(Entre Ríos 109), ella presenta una performance teatral titulada La mayor
mentirosa del mundo. El título está tomado de un texto de Eduardo Galeano que
habla de la legendaria actriz Sara Bernhardt. Ése y otros parlamentos, como un
fragmento de Yerma, de García Lorca, y otro de Madre Coraje, de Brecht, son
recreados por Ávila en la intimidad de un living lleno de fotos y recuerdos, donde
cabe apenas una docena de personas y un montón de emociones. En la performance,
palabra que a Rosita le cuesta pronunciar y le arranca risas, siempre los aplausos
más fuertes son para La María (ver video).
En realidad, el personaje nació antes de que Quiroga comenzara a crear textos para
la dupla que formarían La María y El Gamuza. Fue a principios de los 60, cuando el
grupo Nuestro Teatro era dirigido por Guido Parpagnoli y habían presentado Yerma.
"Marta Forté nos vio que estábamos un poco estáticos en el escenario y nos daba
pequeñas clases de gimnasia en su casa, donde compartíamos con otros amigos, como
el querido Juan Lanosa (artista plástico). Resulta que Juan había armado dos
personajes: yo era la chica de la casa, la que limpia, y él era un gremialista de
la UTA que la afilaba a la María -contó Rosita-. Después, cuando Juan ya no
estaba, Oscar Quiroga me empezó a tirar frases para que yo le conteste como la
María. Y un día me muestra algo que había escrito. Es el comienzo mío con el
personaje, cuando cuenta que había venido de Leales".
Después el personaje fue creciendo a través de las historias que creaba Quiroga
para ella y el Gamuza, interpretado por él. Por ejemplo, la mostraba buscando
trabajo y lo conseguía en un teatro. "Ahí hacía una cosa muy brechtiana, porque
estoy frente al público les explico (en el lenguaje bien tucumano de ella) cómo es
el escenario, el proscenio, y qué significa mutis por el foro (desaparecer por el
fondo) -detalló la actriz. Luego, la María relata cómo ante el acoso de un
pretendiente lo desanima: "Escuchame changuito. Tomate el muti por el foro ¿Qué no
veí que ete procenio ya tá ocupao y hace rato que'i bajao el telón de la
indiferencia sobre vó?"
Aunque a los 82 años le cuesta moverse sin ayuda del bastón, la actriz asume el desafío de la performance de los sábados con su carisma intacto. Cuenta que ese diálogo entre la voz de los autores, las postales de su propia vida y la respuesta del público no le resulta tan novedoso, porque ya lo experimentó cuando en la antigua sala hacían un café teatral. "Por ejemplo, me acuerdo de que yo jorobaba con el público y decía ¿por qué llegan tan tarde? Eso está tomado de La cantante calva (de Ionesco). Cuando el público se ve reflejado en algo que también les pasa a ellos, ahí es cuando se produce el enganche. La gente reflexiona: tiene razón, hay que llegar temprano".
"Yo soy La María. Nacida en Palá Palá, Quilmes, segundo distrito... de Leales. Y
como en mi casa éramos mucho... sss... y ya el hambre nos tenía como michi lavao, m'i largao pa' la ciudá".
Con esas palabras, pronunciadas con un acento bien tucumano, se inicia uno de los monólogos más populares de La María, el personaje que la actriz Rosita Ávila desarrolló junto al actor y dramaturgo Oscar Quiroga, en los tiempos del grupo Nuestro Teatro.
Actualmente, en la casa de la actriz, donde funcionó aquella sala (Entre Ríos 109), ella presenta una performance teatral titulada La mayor mentirosa del mundo. El título está tomado de un texto de Eduardo Galeano que habla de la legendaria actriz Sara Bernhardt. Ése y otros parlamentos, como un fragmento de Yerma, de García Lorca, y otro de Madre Coraje, de Brecht, son recreados por Ávila en la intimidad de un living lleno de fotos y recuerdos, donde cabe apenas una docena de personas y un montón de emociones.
En la performance, palabra que a Rosita le cuesta pronunciar y le arranca risas, siempre los aplausos más fuertes son para La María (ver video).
En realidad, el personaje nació antes de que Quiroga comenzara a crear textos para la dupla que formarían La María y El Gamuza. Fue a principios de los 60, cuando el grupo Nuestro Teatro era dirigido por Guido Parpagnoli y habían presentado Yerma.
"Marta Forté nos vio que estábamos un poco estáticos en el escenario y nos daba pequeñas clases de gimnasia en su casa, donde compartíamos con otros amigos, como el querido Juan Lanosa (artista plástico). Resulta que Juan había armado dos personajes: yo era la chica de la casa, la que limpia, y él era un gremialista de la UTA que la afilaba a la María -contó Rosita-. Después, cuando Juan ya no estaba, Oscar Quiroga me empezó a tirar frases para que yo le conteste como la María. Y un día me muestra algo que había escrito. Es el comienzo mío con el personaje, cuando cuenta que había venido de Leales".
Después el personaje fue creciendo a través de las historias que creaba Quiroga para ella y el Gamuza, interpretado por él. Por ejemplo, la mostraba buscando trabajo y lo conseguía en un teatro. "Ahí hacía una cosa muy brechtiana, porque estoy frente al público les explico (en el lenguaje bien tucumano de ella) cómo es el escenario, el proscenio, y qué significa mutis por el foro (desaparecer por el fondo)", detalló la actriz. Luego, la María relata cómo ante el acoso de un pretendiente lo desanima: "Escuchame changuito. Tomate el muti por el foro ¿Qué no veí que ete procenio ya tá ocupao y hace rato que'i bajao el telón de la indiferencia sobre vó?"
Aunque a los 82 años le cuesta moverse sin ayuda del bastón, la actriz asume el desafío de la performance de los sábados con su carisma intacto. Cuenta que ese diálogo entre la voz de los autores, las postales de su propia vida y la respuesta del público no le resulta tan novedoso, porque ya lo experimentó cuando en la antigua sala hacían un café teatral. "Por ejemplo, me acuerdo de que yo jorobaba con el público y decía ¿por qué llegan tan tarde? Eso está tomado de La cantante calva (de Ionesco). Cuando el público se ve reflejado en algo que también les pasa a ellos, ahí es cuando se produce el enganche. La gente reflexiona: tiene razón, hay que llegar temprano".