El kung fu está en declive en Hong Kong

Esta cultura, que popularizó Bruce Lee, se está esfumando.

EN EL PARQUE. Mak Che Kong, maestro de kung fu, imparte una clase en Kowloon, Hong Kong. Cerró su academia cuando aumentó el alquiler. Lam Yik Fei / The New York Times EN EL PARQUE. Mak Che Kong, maestro de kung fu, imparte una clase en Kowloon, Hong Kong. Cerró su academia cuando aumentó el alquiler. Lam Yik Fei / The New York Times
26 Agosto 2016

Charlotte Yang / The New York Times

Cuando Bruce Lee tenía 14 años siempre perdía las peleas callejeras contra los miembros de pandillas locales. Así fue que empezó a practicar kung fu. Corría el año 1955, y Hong Kong estaba llena de escuelas que enseñaban una amplia gama de estilos de kung fu como las técnicas de combate cuerpo a cuerpo y un método en el que se usa un arma conocida como el “tridente de los nueve dragones”.

La decisión de Lee valió la pena. Después de que, bajo la tutela de un gran maestro, perfeccionó movimientos como el golpe de la pulgada y la patada voladora, se convirtió en una estrella internacional que introdujo el kung fu en todo el mundo con películas como Operación dragón en 1973.

Décadas después, parece que esta operación llega a su final. La cultura del kung fu que Lee ayudó a popularizar, y que proyectó una imagen exótica y cruda de Hong Kong ante los extranjeros, está en declive.

Las calles de Hong Kong son más seguras y hay menos asesinatos cometidos por las feroces organizaciones del crimen conocidas como triadas que aparecieron en tantas películas de kung fu. Los bienes inmuebles de Hong Kong están entre los más caros del mundo, lo cual dificulta que las academias de kung fu paguen los alquileres.

“Pasó la época en la que el kung fu era parte de la vida cultural y del esparcimiento de las personas”, comentó Mak King Sang Ricardo, autor de una historia de las artes marciales en Hong Kong. “Después del trabajo, la gente iba a las escuelas de artes marciales, donde preparaban juntos la cena y practicaban kung fu hasta las 11 de la noche”. En consecuencia, hay más adolescentes jugando Pokémon Go en los parques que practicando patadas voladoras.

“Cuando era joven, mucha gente aprendía kung fu, pero ya no es el caso”, apuntó Leung Ting, de 69 años, que lleva 50 años enseñando wing chun, técnica de combate cuerpo a cuerpo. “Creo que ahora las artes marciales chinas son más populares en otros países que en su lugar de origen”, agregó. Según la Asociación Internacional de WingTsun, sus antiguos discípulos han abierto 4.000 academias en más de 65 países, pero solo cinco en Hong Kong.

Pocas escuelas de kung fu permanecen en Yau Ma Tei, un distrito de Kowloon que alguna vez fue el centro de las artes marciales. Nathan Road -donde el joven Bruce Lee aprendió su oficio con Ip Man (el legendario maestro que fue tema de la película de 2013, “The Grandmaster”, de Wong Kar-wai)- ahora es una calle llena de tiendas de cosméticos y farmacias para turistas.

Aunque vive en Yau Ma Tei, Tony Choi, recién egresado de la universidad, nunca se ha sentido tentado a ir a las escuelas que quedan. Choi, de 22 años, afirmó: “el kung fu es más para los tíos y abuelos retirados”. Cuando entrenan en artes marciales, los jóvenes eligen boxeo tailandés y judo.

Valerie Ng, estudiante universitaria de 20 años, dijo que prefiere el boxeo tailandés porque es atractivo y encantador, y dominarlo no lleva tanto tiempo. Agregó que los maestros de kung fu no tienen músculos definidos y que algunos de ellos se ven algo gorditos.

Tak Chung, de 59 años, recuerda qué diferente eran las cosas cuando él era niño. Sus amigos y él corrían tan rápido como podían a su casa al salir de la escuela para ver exhibiciones de kung fu en la televisión. “El kung fu siempre me dio un sentido de justicia y el orgullo de ser chino”. Lo dijo mientras hacía estiramientos de piernas antes de una lección nocturna, un domingo, en el parque Kowloon. “Si sabías kung fu podrías vencer a los malos y ayudar a los necesitados”, añadió.

El maestro Mak Che Kong, de 64 años, está menos esperanzado en el futuro. Tuvo uno de los últimos estudios en Kowloon, pero la suba en los alquileres hizo que cerrara.

Mak tiene menos de 20 alumnos ahora, es decir la mitad de los que tenía hace varios años, y la mayoría de ellos tiene más de 40 años. Imparte clases por toda la ciudad porque los estudiantes no van si tienen que recorrer grandes distancias.

Mak se describió como seguidor de la vieja escuela y defendió con vehemencia las tradiciones del kung fu. “El kung fu chino no se trata de pelear; se trata de tener paciencia y de trabajar duro”, aseguró.

Cuando aprendió kung fu a finales de los años ‘60, los maestros eran figuras paternas y los aprendices tenían un respeto profundo por el kung fu. Los estudiantes estaban dispuestos a pasar meses o años tan solo perfeccionando la postura del caballo, una posición de descanso que se usa a menudo para practicar puñetazos y para fortalecer las piernas y la espalda. “Hoy, si usted le pide a un estudiante que practique la postura del caballo durante una clase, no regresa más”, comentó Mak. “Están acostumbrados a llevar una vida confortable”, apuntó.

“Kung fu” se suele utilizar como término global para todas las artes marciales chinas, pero en chino se refiere a cualquier disciplina o habilidad que se logre por medio del trabajo duro.

Se puede rastrear la historia del kung fu en la antigua China, con cientos de estilos de combate que se desarrollaron durante siglos. Sin embargo, su popularidad aumentó a principios del siglo XX cuando la revolución se extendió por todo el país.

Después de la caída de la dinastía Qing, hace un siglo, el partido nacionalista chino o Kuomintang utilizó las artes marciales para promover el orgullo nacional, estableció competiciones y envió un equipo de exhibición a los Juegos Olímpicos.

Pero el gobierno también intentó suprimir el wuxia, un género literario y cinematográfico de artes marciales, por ser supersticioso y potencialmente subversivo.

Cuando cayeron los nacionalistas en 1949, el nuevo gobierno comunista de Beijing buscó controlar las artes marciales desde China continental.

Durante la Revolución Cultural de 1966 y 1967, saquearon el Tempo Shaolin, considerado como el hogar de las artes marciales asiáticas del centro de China, y apresaron a sus monjes budistas.

En esos años, quienes practicaban artes marciales en el continente buscaron refugio en Hong Kong, que en ese entonces era una colonia británica.

Para la década de 1970, la fiebre del kung fu se había propagado por todo el mundo. Además de las películas de Bruce Lee, la serie de televisión Kung Fu, protagonizada por David Carradine, se convirtió en uno de los programas más populares en Estados Unidos y en otras partes del mundo.

A pesar de que las películas de Hong Kong ya no llaman la atención como lo solían hacer, el género tuvo gran influencia en una generación de directores como Quentin Tarantino y Ang Lee; y el actor Jackie Chan, y en muchos otros que lo han mantenido con vida en forma de comedia.

En un giro de las cosas, el kung fu ha gozado de un renacimiento en la China continental, donde el Gobierno lo ha estandarizado y promovido en las escuelas de educación media como un deporte conocido como wushu para fomentar el orgullo nacional.

A medida que el centro de gravedad de las artes marciales cambia hacia el continente, algunos en Hong Kong están tratando de continuar con la tradición por sí mismos.

Li Zhuangxin, de 17 años, ha estado estudiando la técnica wing chun por más de cuatro años. Lo inspiró su abuelo, que estaba dedicado al estilo de pelear hung ga, y quien le dio a Li su primera lección de kung fu a los ocho años.

Li espera algún día abrir su propia escuela de kung fu -quizá en el continente, donde es mayor el interés y los alquileres son más baratos- y ya estableció un club de wing chun con ocho compañeros de secundaria. Pocos de sus compañeros de clase habían oído hablar alguna vez del wing chun. Li, impávido, dice que quiere impartir “la concentración y la determinación del kung fu” a sus amigos, de quienes lamenta que “solo les interesa jugar con sus teléfonos celulares”.

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