ÚLTIMA FUNCIÓN
• A las 22 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251).
Laura Oliva trata de hacerle caso a las viejas recomendaciones en el teatro de no actuar “Ni con perros ni con chicos”. La sugerencia refiere a que las destrezas de los animales o la simpatía hacia los niños opacan el talento de actores y actrices adultos. Contra lo natural nadie puede competir, se advierte. “Cuando hay que hacerlo, se lo hace, pero no es conveniente porque te roban el protagonismo”, admite en diálogo con LA GACETA.
La reconocida actriz remite al título de la obra que escribió Fernando Albinarrate y que dirige Javier Daulte, sobre la vida pública y privada de dos estrellas del Hollywood de oro: Charles Laughton y su esposa Elsa Lanchester. El musical que protagoniza se despide de Tucumán en la sala Orestes Caviglia, y junto a ella actúan Omar Calicchio, Dennis Smith y Daniela Pantano, con música en vivo a cargo de Marcos Vives, Pablo Citarella, Alejandro Bidegain y Roberto Gutiérrez. Es una producción del Teatro Nacional Cervantes y se presenta en adhesión al Septiembre Musical.
“Mi personaje es muy rico en matices, muy contradictorio y con muchas posibilidades. Con Laughton (personaje que compone Calicchio) tenían un vínculo de amor muy fuerte y la obra básicamente es la historia de ellos dos. Todo comienza con un reportaje que le hacen a la actriz con su esposo ya muerto, y desde allí se remonta en el tiempo a 20 años atrás”, afirma.
Oliva aclara que su actuación no se referenció en el personaje real. Precisa que “no hay imitaciones de Lanchester ni de Laughton, sino un recorrido emocional por lo que vivieron juntos en esa época”.
La comediante no tiene ninguna cábala al entrar a escena: “me parece que, al final, terminan jugándote en contra porque un día que no las hacés, pueden surgir errores y producen el efecto contrario”.
“Es muy importante poder llegar al interior y al ser avalados por el Cervantes, todo es mucho más fácil y más accesible para el público, aparte de que implica una garantía de calidad. Tener una banda actuando en vivo implica un plus de riesgo, pero es mucho más satisfactorio que hacerlo con una pista grabada”, destacó.
Acerca de si hubo un momento de gloria similar al de Hollywood en el teatro argentino, asegura que “acá se sobrevive a todas las vicisitudes que atraviesa el país, y cuando más crisis hay, la gente más lo necesita, porque estamos acostumbrado a vivir en ellas y a atravesarlas; lo raro sería no estar en crisis”.