Lucha por el poder en una cocina

Presentan “Mucamas (variaciones sobre el orden y la limpieza)”.

EN OTRA PIEL. Emanuel Rodríguez y Pablo Campisi, en “Mucamas”.  EN OTRA PIEL. Emanuel Rodríguez y Pablo Campisi, en “Mucamas”.
09 Octubre 2016

Puertas adentro de una casa se desarrollan silenciosos juegos de poder. De un lado se ubica quien da las órdenes y del otro, quien las cumple. Las tensiones se respiran cuando el vínculo se tensa y hay espacios que están más expuestos que otros.

“Mucamas (variaciones sobre el orden y la limpieza)” es la propuesta del Grupo Ross que estrenarán esta noche y que aborda el vínculo tirante entre una ama de casa y su empleada doméstica, con las actuaciones de Ignacio Hael, Daniel Fares, Emanuel Rodríguez y Pablo Campisi y la dirección de Viviana Perea.

El texto surgió a partir de relatos reales de los actores sobre experiencias familiares de cada uno, que “pone de manifiesto el cambio de roles y el binomio señora-mucamas o patrona-criadas en el ámbito de la cocina, lugar que funciona como refugio, espacio de trabajo y de confesiones donde se encuentran, se desafían, conspiran y se enfrentan”, describe la directora. “Nuestra obra está planteada desde una estética que permite pensar y dar un salto cualitativo del humor a la reflexión y con un extrañamiento producido desde lo visual”, añade.

A Perea la movilizó “la necesidad de dar voz a un rol social que se encasilla casi exclusivamente en la mujer”. “A principios del siglo XX se modificó la presencia social femenina por su ingreso definitivo al campo laboral como consecuencia de la industrialización que las conduce a las fábricas y que se extiende en la profesionalización como mucama. El tema del trabajo fue crucial en la vida de las mujeres de clases populares y de las inmigrantes. Y las labores domésticas fueron un refugio para un amplio sector que quedó por fuera de los registros de las trabajadoras oficiales”, puntualiza.

Resalta además que hay numerosas obras teatrales que abordan historias de las trabajadoras domésticas, como “La casa de Bernarda Alba”, donde Federico García Lorca ubicó a Poncia como observadora privilegiada de lo que le pasaba a la familia; “Las criadas” de Jean Genet, inspirada en un hecho criminal real; “Babilonia”, de Armando Discépolo, con la descripción del mundo paralelo y subterráneo al de los patrones; y “300 millones”, de Roberto Arlt, con la ilusión de obtener una fortuna para cambiar de vida.

“En el binomio varón-mujer, históricamente hay una distinción sexual de roles: el primero ocupa el espacio exterior y público, y a la segunda le queda el interior y privado. Aunque la lucha fue avanzando y la mujer fue conquistando otros espacios, con legislaciones que avalaron esos triunfos, en una sociedad de naturaleza patriarcal no se pudieron erradicar en su totalidad algunas cuestiones ni se borró la estigmatización que señala a las empleadas domésticas, trabajos asumidos por quienes tienen escasos recursos”, dice.

Los personajes femeninos están interpretados por cuatro varones, a partir de la idea de que a través del transformismo se realiza la búsqueda del mundo de la mujer y la incorporación de sus cuerpos cansados y de sus seres discriminados.

DEBUTAN HOY

• A las 21, en Sala Ross (Laprida 135).

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