Colombia capea el teporal de zika

ZULEIMA Y MILAGROS. La bebé carece de lóbulos frontales y la conexión entre los dos hemisferios de su cerebro es anormalmente pequeña. Katie Orlinsky / The New York Times ZULEIMA Y MILAGROS. La bebé carece de lóbulos frontales y la conexión entre los dos hemisferios de su cerebro es anormalmente pequeña. Katie Orlinsky / The New York Times
18 Noviembre 2016

Donald G. Mcneil JR. Y julia Symmes Cobb / The New York Times 

La ciudad tropical de Barranquilla, ubicada en la costa caribeña colombiana podría tener la respuesta a uno de los misterios más profundos de la epidemia del zika: ¿Por qué el segundo brote más grande, después del de Brasil, produjo tan pocas malformaciones congénitas?

En Brasil han nacido más de 2.000 bebés con microcefalia, o cabeza anormalmente pequeña y daño cerebral, causada por el virus del zika. Funcionarios de Colombia habían pronosticado que podría haber más o menos unos 700 bebés así para fin de año. Pero apenas han sido 47.

Se ha notado la diferencia en toda América. Según la OMS, hay 28 casos en Estados Unidos, todos relacionados con mujeres infectadas en otras partes; en Guatemala son 15, y en Martinica, 12.

Si el resto de América estuviera tan afectada como el noreste de Brasil, una oleada de microcefalia estaría arrasando la región. La mayoría de los expertos dicen que no pasará eso, pero no pueden explicar el porqué.

Descubrir lo que detuvo la microcefalia en Colombia podría ayudar a otros países a reducir los peores efectos de la epidemia.

Hay algunas diferencias obvias entre la epidemia en Colombia y en Brasil. La población en el primero es menos de una cuarta parte de la de Brasil, y casi la mitad de sus habitantes viven en altitudes más elevadas, donde son más raros los mosquitos.

El zika circuló asintomáticamente por Brasil mucho más tiempo. El virus llegó allí a principios de 2014 y a Colombia, a fines de 2015. Ya que acababa de combatir una grave epidemia de chikungunya en 2014, Colombia estaba más preparada que Brasil para luchar contra el mosquito.

Otras posibilidades

Sin embargo, todo eso no parece ser suficiente para explicar la disparidad. Cada vez más, hay evidencia de otras dos posibilidades. Pudieron haber sido más las embarazadas aquí, alertadas de la tragedia que estaba ocurriendo en Brasil, que buscaran que les practicaran un aborto. Al parecer, otras hicieron caso del polémico consejo del gobierno de retrasar el embarazo.

El doctor Miguel Parra Saavedra, director de medicina materno fetal de la Clínica Cedifetal en Barranquilla y uno de los principales especialista en embarazos de alto riesgo del país, está entre los expertos que sospechan que muchas embarazadas de Colombia, alarmadas por los reportajes noticiosos, se hicieron ultrasonidos y abortaron los fetos deformes. Algunas de sus pacientes lo hicieron.

Parra Saavedra coordina una investigación sobre las malformaciones congénitas relacionadas con el zika, en cooperación con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. En el transcurso de la investigación, hasta ahora, se han diagnosticado 13 casos de microcefalia fetal.

Cuatro de las madres terminaron el embarazo de inmediato, comentó. Otras cuatro, y posiblemente una quinta, trataron de abortar, pero sus obras sociales rechazaron la práctica. Solo cuatro pacientes decidieron deliberadamente tener a los bebés, contó Parra Saavedra.

Ni siquiera recuerdos

Entre quienes trataron de que le hicieran un aborto estuvo Zuleima, de 37 años, que tiene dos hijas saludables. Cuando ella y su esposo, Jaime, de 47 años, desempleado, ex operador de maquinaria para minería, se enteraron de que su hija nonata tenía microcefalia, solicitaron lo que en Colombia se llama interrupción del embarazo.

El aborto es legal en Colombia para proteger la salud de la madre y un bebé con malformaciones graves es considerado una amenaza para el bienestar mental materno.

Sin embargo, Zuleima -que solicitó que no se utilizara el apellido de la pareja porque algunos parientes se oponen al aborto- ya tenía 31 semanas de embarazo.

Si bien en la ley sobre el aborto no se especifica cuál semana es demasiado tarde, contó que su obra social se negó porque dijo que necesitaba tiempo para decidir si pagaba la intervención o no. “Había documentos y documentos que llenar y la compañía no decía que no y no decía que sí -recordó-. Dijeron: ‘Los llamaremos después’. Nunca llamaron y, luego, era demasiado tarde. Tenía que tener al bebé”.

Zuleima hablaba mientras daba de mamar a Milagros, su hija recién nacida. Parado detrás estaba el neurocirujano William O. Contreras, quien explicó que Milagros carece de lóbulos frontales y que la conexión entre los dos hemisferios del cerebro era anormalmente pequeña.

“Cuando pasa esto -añadió- no hay inteligencia ni coordinación ni atención ni iniciativa ni cálculo ni, absolutamente, ningún recuerdo”.

Datos insuficientes

Fernando Ruiz, viceministro colombiano de salud pública, también dice que es muy posible que los abortos hayan reducido el índice de microcefalia en el país. “Colombia tiene algunas de las leyes y regulaciones más progresistas de América del Sur”, dijo en una entrevista. Con los ginecólogos alertados sobre la amenaza, dijo, muchas mujeres se hicieron ultrasonidos con suficiente anticipación para tomar decisiones.

Aun un reducido incremento en la tasa de abortos podría explicar una reducción marcada en la microcefalia.

Solo se reportaron oficialmente 320 abortos en Colombia en 2011, según el Instituto Guttmacher, una organización de investigación con sede en Nueva York que apoya el derecho al aborto. No obstante, el Instituto estima que, de hecho, hay unos 400.400 abortos cada año en Colombia.

En este país, la mayoría de los abortos se inducen con misoprostol, un fármaco que causa fuertes contracciones, en lugar de hacer aspiraciones al vacío en las clínicas, dijo Guido Parra Anaya, director de Procrear, una clínica de fertilidad asistida de Barranquilla.

Cualquier médico puede recetar el fármaco y nadie está legalmente obligado a informarlo.

El misoprostol también lo administran los proveedores ilegales del país, según el Instituto Guttmacher. Es frecuente que les digan a las mujeres que tomen las píldoras y vayan a un hospital cuando empiece el sangrado fuerte, como si hubiesen tenido un aborto espontáneo. Los hospitales colombianos tratan a aproximadamente 93.000 mujeres al año por complicaciones posaborto.

En julio, Marta Lucía Ospina, directora de los Institutos Nacionales de Salud de Colombia, informó que se había dado un incremento de 8% en los certificados de defunción en los que las muertes fetales se habían reportado como aborto espontáneo. Hasta apenas hace poco que las cifras han retornado a su nivel normal.

En comparación, en Brasil, se permite el aborto solo en los casos de violación o incesto, o para salvar la vida de la madre; y es difícil conseguir que alguien practique uno ilegalmente, porque desde hace una década se ejercen medidas enérgicas en contra de las clínicas clandestinas que hacen abortos.

Asimismo, debido a que el aumento de la microcefalia en Brasil apareció sin advertencia, aun las mujeres que hubieran podido arriesgarse a un aborto ilegal, no tuvieron tiempo de hacerse un ultrasonido.

Decisiones difíciles

En Colombia, ahora es normal que las mujeres se hagan tres ultrasonidos durante el embarazo. Los crecientes exámenes han planteado decisiones difíciles.

La microcefalia también puede ser causada por otros virus o por mutaciones genéticas, pero el virus del zika provoca niveles de daño cerebral sin precedentes.

“En mis 22 años como médico especializado en ultrasonidos, nunca he visto una microcefalia como esta”, dijo Parra Saavedra. “Las cabezas son muchísimo más pequeñas, a un nivel grave”.

Si bien es posible que aparezcan pronto los bolsones de células muertas que anuncian la microcefalia, las cabezas fetales no se vuelven inconfundiblemente pequeñas hasta principios del tercer trimestre.

Las aseguradoras médicas, que atraviesan dificultades financieras en Colombia, son renuentes a aprobar abortos tardíos porque tienen que pagar la atención neonatal intensiva si el niño nace vivo.

Para las madres, el diagnóstico es comprensiblemente difícil. Para el tercer trimestre, los fetos en los ultrasonidos se parecen más a los bebés recién nacidos que a los embriones.

Esperando un milagro

Los primeros exámenes de Juan Diego, el hijo de Kiara Muñoz, fueron normales. Para cuando fue evidente la microcefalia, ella tenía siete meses de embarazo y podía ver la cara con claridad.

“El ginecólogo dijo que podía interrumpir el embarazo, y yo lloré”, contó Muñoz, de 18 años (aunque parece de 15). “Fue muy difícil porque el bebé estaba grande. Mi esposo y yo decidimos tenerlo. Estoy esperando un milagro”.

El punto máximo de la epidemia del zika en Colombia se dio en febrero y se declaró terminada a finales de julio. Muchas mujeres que se embarazaron durante ese tiempo todavía no dan a luz, así es que podrían presentarse más casos de microcefalia.

Sin embargo, seguirían siendo muchísimo menos que lo que se había pronosticado originalmente.

Ruiz dijo que, basándose en la experiencia de Brasil, esperaba ver unos 700 casos de microcefalia relacionada con el zika este año. Ahora, cree que serán entre 100 y 250 cuando mucho.

Ruiz pidió a las colombianas que retrasaran embarazarse en diciembre y dice que cree que muchas sí lo hicieron, aunque todavía no lo puede probar.

Resistencias

Una baja en la tasa de nacimientos indicaría que muchas mujeres hicieron caso del consejo, pero a la oficina nacional de estadísticas de salud le lleva 18 meses hacer el conteo de la tasa de nacimientos de cada año.

En algunos países latinoamericanos, las sugerencias de los ministros de salud se toparon con una dura resistencia, tanto de la Iglesia católica como de organizaciones de mujeres que se quejaban de que es muy bajo el acceso a los anticonceptivos.

El Salvador se enfrentó a una reacción negativa cuando les pidió a las mujeres que dejaran de tener hijos durante dos años. Sin embargo, el ministerio de salud de Colombia pidió a las mujeres que retrasaran el embarazo solo de seis a ocho meses, en tanto los funcionarios observaban cómo evolucionaba la epidemia. A algunas mujeres eso les pareció algo delicado.

Mientras su esposo, Gustavo, un agente de la policía, y su pequeño hijo Sebastián observaban, Madis Domínguez, de 27 años, explicaba cómo era que le estaban haciendo un ultrasonido en el cuarto mes de embarazo, en septiembre.

Originalmente, planeaba quedar embarazada en diciembre, contó, “pero dijeron: ‘Por favor, esperen seis meses’. Así que esperé hasta mayo, cuando dijeron que parecía seguro otra vez”.

No se sabrá por algún tiempo cuántas mujeres siguieron el ejemplo de ella.

Parece que la epidemia está menguando en gran parte de América Latina a medida que los meses más calientes y lluviosos terminan, y son más las personas a las que picaron los mosquitos que desarrollan inmunidad.

Algunos expertos pensaron que podría haber sido prematuro declarar terminada la epidemia en Colombia porque el virus había infectado a menos de un 1% de la población. En la Polinesia Francesa, el virus infectó a más del 60% antes de que desaparecieran los casos.

Recién comienza

En un estudio que científicos realizaron en el Imperial College de Londres, se estimó que en América Latina, donde la geografía es muchísimo más diversa que en las islas del Pacífico, podrían pasar dos o tres años antes de que la inmunidad generalizada detenga a la epidemia.

En sitios como Puerto Rico, donde el virus llegó relativamente tarde, se espera que sigan aumentando los casos de microcefalia. Se informó del primer nacimiento de un niño vivo con microcefalia vinculada al zika el mes pasado.

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