Villalba instó a los fieles a ser coherentes y no corruptos

Villalba instó a los fieles a ser coherentes y no corruptos
13 Febrero 2017

“También podríamos traducir la palabra conversión como coherencia. La llamada a la ‘conversión’ (que realiza la Virgen en su mensaje) es también una llamada a la ‘coherencia’”, enfatizó el cardenal Luis Villalba en su homilía del sábado. Al referirse al lema de este año “María, Madre de la esperanza”, el prelado explicó que “la esperanza que Jesús enciende en nosotros es que a pesar de la oscuridad del mundo en que vivimos, a pesar de los sufrimientos, de la injusticias, de las depravaciones, es posible una vida nueva y una sociedad nueva”.

Junto al párroco de San Joaquín, de Trancas, el padre Hugo Noguera, el cardenal destacó que “la vida del hombre es una inmensa esperanza. Vivimos esperando”, dijo. “Esperamos trabajo para los que no tienen y salarios justos para los que trabajan. Esperamos que los fuertes no abusen de los más débiles. Esperamos que desaparezcan la corrupción, las coimas, las mafias. Esperamos que la justicia triunfe sobre la injusticia. Esperamos que el diálogo prevalezca sobre la intransigencia, que nuestros chicos y jóvenes reciban una educación de excelencia, que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares. Esperamos tener un país y una provincia en donde la vida humana sea más digna y respetada”, afirmó.

La homilía completa

Queridos hermanos y hermanas:
Bajo la mirada materna de la Virgen, saludo de corazón a todos ustedes, 
miembros de la comunidad de San Pedro de Colalao.
Saludo, también, a todos los peregrinos, devotos de la Virgen de 
Lourdes, que han llegado desde diversos lugares para celebrar a la Virgen.
Venimos, ante todo, para agradecer las gracias recibidas por intercesión 
de la Virgen de Lourdes.
Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Como devotos de 
la Virgen queremos honrar su nombre, imitar su vida, captar su espíritu, 
sentir su maternidad, contar con su ayuda.
2- Conocemos la historia de las apariciones de la Virgen de Lourdes.
Hace más de un siglo, en 1858, en un pequeño pueblo del sur de Francia, 
llamado Lourdes, la Virgen María se apareció a una niña, llamada 
Bernardita. Era un 11 de febrero cuando Bernardita fue al bosque a 
buscar leña para su casa. En ese momento oye un ruido y ve sobre la 
concavidad de una roca a una mujer vestida de blanco y ceñida con una 
cinta azul que tenía el rosario entre sus manos. La Señora le dice: “Yo 
soy la Inmaculada Concepción”.
Era la Virgen que visitaba a sus hijos de la tierra.
Lourdes es un mensaje venido de lo alto. Es un mensaje sobrio y claro.
¿Cuál es este mensaje?
Podemos decirlo así: la Virgen sin pecado (Yo soy la Inmaculada 
Concepción) viene a ayudar a los pecadores. Es un llamado a la 
conversión de los corazones.
Su llamada a la conversión es el eco fiel de la predicación de Jesús: 
Desde el comienzo de su predicación Jesús nos dijo: “Conviértanse y 
crean en el Evangelio” (Mc. 1,15).
Convertirse es cambiar de rumbo, volver a Dios, dejar el camino 
equivocado. Mejor aún, convertirse es cambiar de mentalidad.
La invitación a convertirnos debemos tomarla literalmente: nos 
encontrábamos descarriados, caminando en una dirección equivocada y Dios 
nos llama a volvernos a Él. Convertirse significa reorientarnos de nuevo 
hacia Dios, volver a Él. Volver a la casa del Padre: “Me levantaré e iré 
a la casa de mi Padre” (Lc. 15).
También podríamos traducir la palabra “conversión” por “coherencia”. 
Efectivamente, la llamada que se hace a la conversión es, de hecho, una 
llamada a la coherencia. En Lourdes, la Virgen nos pide que tengamos una 
vida coherente con nuestro bautismo, coherente con nuestra fe, coherente 
con el Evangelio.
La Santísima Virgen es nuestra Madre. Jesús desde la cruz nos dijo a 
cada uno de nosotros, señalando a la Virgen: “Aquí tienes a tu Madre”. Y 
la Virgen como Madre sigue cuidando de nosotros que somos sus hijos.
Junto a la gruta, la Virgen nos invita, en nombre de su Hijo Jesucristo, 
a la conversión del corazón y a la esperanza del perdón.
Abramos el corazón y recibamos su mensaje.
3- Este año hemos venido peregrinando al santuario de Lourdes con el 
lema “María Madre de la Esperanza”.
El mundo tiene necesidad de luz, de sabiduría, de fuerza moral, de paz, 
de bienestar, de unidad, tiene necesidad de esperanza.
Por eso los hombres tienen necesidad de Cristo, que es nuestra esperanza.
Para ustedes los que sufren; para ustedes los humildes y los pobres; 
para ustedes los que lloran; para ustedes que tienen hambre y sed de 
justicia; para ustedes los que trabajan por un mundo mejor, más justo y 
solidario; les recuerdo el mensaje de la gran esperanza lanzado por 
Jesucristo, a través del mundo y de los siglos, con el canto de las 
Bienaventuranzas.
La esperanza que Jesús enciende en nosotros es que a pesar de la 
oscuridad del mundo en que vivimos, a pesar de los sufrimientos, de las 
injusticias, de las depravaciones, es posible una vida nueva, una 
sociedad nueva.
Jesucristo es el fundamento de nuestra esperanza. Vivimos esperando.
Esperamos trabajo para los que no tienen y salarios justos para los que 
trabajan.
Esperamos que los fuertes no abusen de los más débiles.
Esperamos que desaparezca la corrupción, las coimas. Las mafias.
Esperamos que la justicia triunfe sobre la injusticia.
Esperamos que el diálogo prevalezca sobre la intransigencia.
Esperamos que nuestros chicos y jóvenes reciban una educación de excelencia.
Esperamos que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares.
Esperamos tener un país y una provincia en donde la vida humana sea más 
digna y respetada.
4- Es el Espíritu Santo que nos regala esta esperanza en el Bautismo.
Por la esperanza nos disponemos a recibir todo de Dios y, al mismo 
tiempo, nos comprometemos a trabajar para sembrar el Reino de Dios en 
este mundo.
El cristiano debe irradiar esta esperanza a sus hermanos. La esperanza 
de haber encontrado al Señor y saber que camina con nosotros y nos ayuda 
a ir construyendo el Reino de Dios, poniendo en lugar de signos de 
muerte, como la violencia, la corrupción, la injusticia, la mentira, los 
signos de vida como la misericordia, la unidad en la sociedad, la 
reconciliación, la solidaridad.
Hoy la Iglesia anuncia la esperanza a todos. No dejen que la tristeza se 
apodere de sus espíritus ante las dificultades y adversidades de este 
mundo difícil.
Si hay algo característico del cristiano es, precisamente, la esperanza.
El papa Francisco nos dice: “No se dejen robar la esperanza”.
Pidamos por nuestra patria y nuestra provincia. Que tengan un lugar en 
nuestro corazón todos los que sufren en sus cuerpos y en sus almas: los 
enfermos, los que padecen  hambre, los que no tienen trabajo, los chicos 
de la calle.
Pidamos también por las necesidades espirituales: la transmisión de la 
fe, la santidad de las familias, las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Y salgamos de esta celebración y volvamos a nuestras casas 
verdaderamente renovados.
Oh María, Madre de Cristo y Madre nuestra, recibe el homenaje de 
devoción y fidelidad que te presentan los peregrinos que hoy llegan a tu 
santuario.
Ellos quieren confirmar delante de Tí su fe, fortalecer su esperanza y 
encender su caridad.
Te ofrecen, oh Virgen llena de gracia, el compromiso de renovar su vida 
cristiana, en su pensar, en su actuar coherentemente conforme al 
Evangelio, en el obrar el bien.
Escucha sus oraciones en sus necesidades y concédeles la gracia de 
Cristo. Amén.

Publicidad

Queridos hermanos y hermanas:

1- Bajo la mirada materna de la Virgen, saludo de corazón a todos ustedes, miembros de la comunidad de San Pedro de Colalao.Saludo, también, a todos los peregrinos, devotos de la Virgen de Lourdes, que han llegado desde diversos lugares para celebrar a la Virgen.Venimos, ante todo, para agradecer las gracias recibidas por intercesión de la Virgen de Lourdes.Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Como devotos de la Virgen queremos honrar su nombre, imitar su vida, captar su espíritu, sentir su maternidad, contar con su ayuda.

Publicidad

2- Conocemos la historia de las apariciones de la Virgen de Lourdes.Hace más de un siglo, en 1858, en un pequeño pueblo del sur de Francia, llamado Lourdes, la Virgen María se apareció a una niña, llamada Bernardita. Era un 11 de febrero cuando Bernardita fue al bosque a buscar leña para su casa. En ese momento oye un ruido y ve sobre la concavidad de una roca a una mujer vestida de blanco y ceñida con una cinta azul que tenía el rosario entre sus manos. La Señora le dice: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.Era la Virgen que visitaba a sus hijos de la tierra.Lourdes es un mensaje venido de lo alto. Es un mensaje sobrio y claro.¿Cuál es este mensaje?Podemos decirlo así: la Virgen sin pecado (Yo soy la Inmaculada Concepción) viene a ayudar a los pecadores. Es un llamado a la conversión de los corazones.Su llamada a la conversión es el eco fiel de la predicación de Jesús: Desde el comienzo de su predicación Jesús nos dijo: “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc. 1,15).Convertirse es cambiar de rumbo, volver a Dios, dejar el camino equivocado. Mejor aún, convertirse es cambiar de mentalidad.La invitación a convertirnos debemos tomarla literalmente: nos encontrábamos descarriados, caminando en una dirección equivocada y Dios nos llama a volvernos a Él. Convertirse significa reorientarnos de nuevo hacia Dios, volver a Él. Volver a la casa del Padre: “Me levantaré e iré a la casa de mi Padre” (Lc. 15).También podríamos traducir la palabra “conversión” por “coherencia”. Efectivamente, la llamada que se hace a la conversión es, de hecho, una llamada a la coherencia. En Lourdes, la Virgen nos pide que tengamos una vida coherente con nuestro bautismo, coherente con nuestra fe, coherente con el Evangelio.La Santísima Virgen es nuestra Madre. Jesús desde la cruz nos dijo a cada uno de nosotros, señalando a la Virgen: “Aquí tienes a tu Madre”. Y la Virgen como Madre sigue cuidando de nosotros que somos sus hijos.Junto a la gruta, la Virgen nos invita, en nombre de su Hijo Jesucristo, a la conversión del corazón y a la esperanza del perdón.Abramos el corazón y recibamos su mensaje.

3- Este año hemos venido peregrinando al santuario de Lourdes con el lema “María Madre de la Esperanza”.El mundo tiene necesidad de luz, de sabiduría, de fuerza moral, de paz, de bienestar, de unidad, tiene necesidad de esperanza.Por eso los hombres tienen necesidad de Cristo, que es nuestra esperanza.Para ustedes los que sufren; para ustedes los humildes y los pobres; para ustedes los que lloran; para ustedes que tienen hambre y sed de justicia; para ustedes los que trabajan por un mundo mejor, más justo y solidario; les recuerdo el mensaje de la gran esperanza lanzado por Jesucristo, a través del mundo y de los siglos, con el canto de las Bienaventuranzas.La esperanza que Jesús enciende en nosotros es que a pesar de la oscuridad del mundo en que vivimos, a pesar de los sufrimientos, de las injusticias, de las depravaciones, es posible una vida nueva, una sociedad nueva.Jesucristo es el fundamento de nuestra esperanza. Vivimos esperando.Esperamos trabajo para los que no tienen y salarios justos para los que trabajan.Esperamos que los fuertes no abusen de los más débiles.Esperamos que desaparezca la corrupción, las coimas. Las mafias.Esperamos que la justicia triunfe sobre la injusticia.Esperamos que el diálogo prevalezca sobre la intransigencia.Esperamos que nuestros chicos y jóvenes reciban una educación de excelencia.Esperamos que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares.Esperamos tener un país y una provincia en donde la vida humana sea más digna y respetada.

4- Es el Espíritu Santo que nos regala esta esperanza en el Bautismo.Por la esperanza nos disponemos a recibir todo de Dios y, al mismo tiempo, nos comprometemos a trabajar para sembrar el Reino de Dios en este mundo.El cristiano debe irradiar esta esperanza a sus hermanos. La esperanza de haber encontrado al Señor y saber que camina con nosotros y nos ayuda a ir construyendo el Reino de Dios, poniendo en lugar de signos de muerte, como la violencia, la corrupción, la injusticia, la mentira, los signos de vida como la misericordia, la unidad en la sociedad, la reconciliación, la solidaridad.Hoy la Iglesia anuncia la esperanza a todos. No dejen que la tristeza se apodere de sus espíritus ante las dificultades y adversidades de este mundo difícil.Si hay algo característico del cristiano es, precisamente, la esperanza.El papa Francisco nos dice: “No se dejen robar la esperanza”.Pidamos por nuestra patria y nuestra provincia. Que tengan un lugar en nuestro corazón todos los que sufren en sus cuerpos y en sus almas: los enfermos, los que padecen  hambre, los que no tienen trabajo, los chicos de la calle.Pidamos también por las necesidades espirituales: la transmisión de la fe, la santidad de las familias, las vocaciones sacerdotales y religiosas.Y salgamos de esta celebración y volvamos a nuestras casas verdaderamente renovados.Oh María, Madre de Cristo y Madre nuestra, recibe el homenaje de devoción y fidelidad que te presentan los peregrinos que hoy llegan a tu santuario.Ellos quieren confirmar delante de Tí su fe, fortalecer su esperanza y encender su caridad.Te ofrecen, oh Virgen llena de gracia, el compromiso de renovar su vida cristiana, en su pensar, en su actuar coherentemente conforme al Evangelio, en el obrar el bien.Escucha sus oraciones en sus necesidades y concédeles la gracia de Cristo.

Amén.

Comentarios