El carnaval se anticipa y llena de brillo las calles de Tafí Viejo

Las coreografías comenzaron a prepararse en abril. Los trajes vienen de Corrientes y pueden costar hasta $ 20.000.

AROMAS DEL ROSEDAL. Los espaldares de la comparsa son encargados a Corrientes. Cada pedido les cuesta alrededor de $ 7.000 a los integrantes que los costean con rifas, bingos y sorteos. la gaceta / fotos de inés quinteros orio AROMAS DEL ROSEDAL. Los espaldares de la comparsa son encargados a Corrientes. Cada pedido les cuesta alrededor de $ 7.000 a los integrantes que los costean con rifas, bingos y sorteos. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
17 Febrero 2017

La oscuridad de la noche abraza todas las cuadras que componen el municipio de Tafí Viejo. Exceptuando una, que con el brillo de sus lentejuelas, el color de su música y la alegría de sus bailes, se resiste a apagarse.

En el corazón del barrio Las Flores (Constitución al 1.100), la comparsa Aromas del Rosedal ensaya los pasos para el desfile que tendrá lugar esta noche en la “Ciudad del Limón”. “A veces nos quedamos hasta la 1, y cosiendo los trajes, hasta las 4”, cuenta Juana Díaz, coordinadora del grupo.

La comparsa nació hace ocho años. Está compuesta por 50 personas, cuyas edades van desde los cinco y hasta lo 34 años. “Este año se redujo el número de integrantes porque muchas chicas fueron mamás y ya no pueden participar”, señala Díaz. Desde su nacimiento, la comparsa fue multipremiada en todas las categorías: infantiles, pasistas y reina. Además, representaron a Tafí Viejo en otras localidades como Bella Vista, Colombres, Lules y El Naranjito.

Los carnavales barriales se celebran hace más de 30 años en Tafí Viejo. Hoy, Aromas del Rosedal esperará repetir la corona de años anteriores. Desde las 20, en la avenida Roca (en el barrio Próspero Mena), las comparsas competirán por los trofeos.



Un lugar para los chicos

Agustín Germán Suárez tiene 12 años y hace cinco que participa en los corsos barriales. “Los chicos me dan consejos y me apoyan. Cuando no puedo bordar mi traje, ellos me ayudan”, comenta con inocencia.

Juana Díaz destaca el rol social que cumple el baile y la comparsa para los chicos del barrio: “la mayoría son de bajos recursos, por eso los incentivamos para que tengan una actividad en enero y en febrero, durante el receso escolar”.

El ensayo se detiene. Comienzan a repartirse coronas, antifaces y espaldares. Los más pequeños se pelean por llegar hasta el frente y encontrar los elementos que compondrán su disfraz. Los trajes están compuestos por varias piezas, cuenta Díaz, y uno completo puede costar hasta $ 20.000. Son encargados en Corrientes por lo que también deben pagar el transporte. “Gastamos hasta $ 7.000 por pedido”. Durante todo el año los vecinos del barrio realizan diferentes rifas, sorteos, loterías y bingos para poder costearlos.

El dueño del ritmo

José Serrano coloca el equipo y los parlantes en la vereda. De su bolsillo saca un pen drive donde tiene seleccionada toda la música para el baile. Desde hace cinco años está en la comparsa, y desde hace dos se encarga de seleccionar la música con la que Aromas del Rosedal se moverá en el corsódromo. “Mi única inspiración es el ritmo, me dejo llevar por la música”, afirma Serrano.

Hacer que el baile coordine con la melodía de la música no es una tarea sencilla. Planear una coreografía le puede llevar un mes o dos meses. “Este año me costó un poco menos -aclara Serrano- porque lo vine armando desde abril”.

No siempre la coreografía más complicada es la mejor, dice el pasista. Su secreto es hacerla lo más sencilla posible para que hasta los niños puedan seguir los pasos.

Al ritmo de los distintos compases baila Yessica Palomeque, de 24 años. “Desde que era chiquita me gustó bailar, y es mi hobby”, dice. Con la cercanía de los corsos, debe redoblar sus esfuerzos porque hace poco volvió a los ensayos. Sale del trabajo y se calza su ropa deportiva. “A pesar de todo resultó ser como siempre, pensé que me iba a costar más”.

Llegó la hora de formar. José se ubica en la punta de la formación, Yessica y un compañero se posicionan en los flancos. En medio de ellos se encuentran todos los niños. Al final los adolescentes se ubican en fila india. El resultado es una especie de flecha. Todos tratan de seguir el movimiento de pies y manos que realiza el coreógrafo.

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