Más del 80% de los chicos fueron a rendir en el primer día de examen

Durante esta semana se definirá la suerte de miles de jóvenes que adeudan materias en el secundario.

SILENCIO Y CONCENTRACIÓN. No vuela una mosca. Así era el aspecto de los cursos donde se rendían espacios curriculares regulares y previos ayer en las escuelas de Tucumán.  la gaceta / foto de inés quinteros orio SILENCIO Y CONCENTRACIÓN. No vuela una mosca. Así era el aspecto de los cursos donde se rendían espacios curriculares regulares y previos ayer en las escuelas de Tucumán. la gaceta / foto de inés quinteros orio
21 Febrero 2017
Tiempo de descuento. De nervios. De apuros. Juliana da vuelta las hojas de su carpeta de Química a toda velocidad. “Sí. Acá está”. Encuentra la fórmula que estuvo repitiendo ayer toda la tarde. Vuelve a memorizarla con los ojos cerrados. ¿La llamaron? No, todavía no. Tiene unos minutos más para seguir repasando. Ayer corrieron ríos de adrenalina por las escuelas secundarias de Tucumán. Comenzaron los exámenes. Algunos chicos están relajados porque deben una o dos materias y ya pasan de curso. Pero los que tienen más de tres se juegan el año. Si hasta el viernes, día en que se termina el período de exámenes, no se sacan las materias de encima (sólo pueden quedarse con dos para rendir en julio) deberán repetir el curso.

“¿No sabe si habrá mesa en marzo?” pregunta Sofía con un hilo de esperanza. “Espero que sí, porque tengo seis materias. Y en esta primera, no me fue bien. ¡Siempre me pasa lo mismo!” reniega la adolescente de 16 años. “Me paso toda la noche estudiando y al día siguiente me bloqueo. ¡Míreme los ojos!”, voltea. “¿Ve las ojeras que tengo?”

Según un recorrido por las escuelas, LA GACETA detectó más de un 80% de presentismo estudiantil. Pero las realidades son dispares. En los barrios periféricos y más populosos, con más alumnos en riesgo pedagógico, los que se llevan más de dos materias superan el 50% del alumnado. “En diciembre no funcionó el Programa de Mejoramiento Institucional (PMI) que se cortó en noviembre. Pero los chicos vinieron la semana pasada a consulta”, contó la directora Mariela Toscano, de la escuela Isauro Arancibia, de la zona sur de la capital. “Hicimos una reunión entre escuelas de la zona y concluimos que la mitad de los chicos está en riesgo pedagógico”, dice preocupada.

Allí, además de la temida Matemática, los chicos suelen llevarse a rendir Idioma, Lengua e Historia. “Y también se llevan a rendir Educación Física por las inasistencias durante el año”, agrega la directora.

Con más de dos materias

En algunas escuelas, como en las municipales de la capital, se extendió el período de consulta de los profesores para que los alumnos puedan ir mejor preparados al examen. “Tenemos pocos alumnos con varias materias para rendir, apenas el 15% debe más de dos espacios curriculares”, afirma la directora de Educación de Escuelas Municipales Juana González, en alusión a las escuelas Gabriela Mistral y Alfonsina Storni.

En el instituto JIM, donde el 98% de los alumnos asistió ayer a la mañana, las mesas más concurridas son las de Físico Química, TIC, Psicología, Filosofía y Sociología. “Sólo el 25% tiene más de dos materias. Consideramos que a partir de la quinta materia están en riesgo pedagógico”, explica la rectora, Roxana Sansón.

Falta de hábitos

La pedagoga atribuye la imposibilidad de aprobar una materia a dos hechos esenciales: “por un lado, la falta de hábito en los chicos porque no manejan técnicas de estudio. Por el otro, la forma en que se enseña y se aprende. Es muy importante trabajar a partir del interés del alumno. A veces las escuelas matan la creatividad. Debe haber mucho diálogo entre el profesor y el alumno. Se debe acudir a las TIC, a juegos on line con propósitos pedagógicos. El problema es la disociación entre la forma de trabajar del alumno y la forma de presentar las materias del docente”, observa Sansón.

Para mejorar la eficacia del aprendizaje los directivos se apoyan en tres ejes: el trabajo en equipo, la programación institucional y los procesos enseñanza aprendizaje, explica la directora. “Todo esto lo hacemos desde el Programa Nacional Nuestra Escuela, que comenzó en 2014, y que ahora se aboca a cada nivel y en cada área, por eso se llama Formación Situada”, dice.

Cambió la evaluación


El año pasado el ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, había anunciado el comienzo de una cultura de la evaluación. Y algunos colegios ya lo asumieron como propio. Calificar procesos, no conocimientos aislados es la máxima. La profesora Sansón cuenta que las notas trimestrales se suman y promedian: “son cuatro, una por carpeta y tres de exposiciones, presentación de trabajos o evaluaciones parciales. Todas se promedian con una prueba integradora para lograr la nota final del trimestre”.

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