02 Marzo 2017

Martín Dzienczarski - LA GACETA

A menos de seis meses de las primarias nacionales, el intendente, Germán Alfaro, seguirá con su juego: pegarle al ex gobernador José Alperovich y acercarse al macrismo. Así lo demostró en la entrevista con LA GACETA del domingo pasado y en su discurso de ayer, en la apertura del período de sesiones en el Concejo Deliberante. “Todo marchaba bien con la relación con la Provincia, hasta que el diablo metió la cola”, había afirmado en su despacho a las carcajadas, refiriéndose al político que estuvo al frente de la Provincia durante 12 años, y del que fue aliado durante una década. Ayer volvió a hacer lo mismo, cuando acusó al alperovichismo de usar los contratos con empleados públicos para asegurarse un colchón de votos.

Los concejales no se sorprendieron en lo mas mínimo ante las críticas al ex gobernador o los saludos destacados al presidente Macri. Alfaro había disparado con más fuerza en el discurso del año pasado: “como peronista mi partido no me contiene. Nuestro partido se transformó en una fábrica de nuevos ricos a expensas de la miseria del pueblo”, había criticado.

De todas formas, pegarle al alperovichismo parece gratis. Ahora critican la disolución de la Fiscalía Anticorrupción o el mantenimiento del Código de Contravenciones Policiales (ese que es inconstitucional desde 2010), pero cuando Alperovich ostentaba el poder los mismos personajes optaban por el silencio.

Tablero de ajedrez


A pesar de ser el único opositor que está fuera del Pacto Social, Alfaro es el que más obtuvo del gobierno de Juan Manzur. Alcanzó una refinanciación de $ 296 millones en 240 cuotas (20 años) y a una tasa de interés del 6% anual.

Sin embargo, entendió que el PJ no le ofrece mucho futuro. Al menos a corto plazo. Por eso montó un partido (el Partido por la Justicia Social) para tener una fuerza con la que negociar y participar dentro de la alianza nacional Cambiemos, que encabeza el macrismo. Se trata de otra jugada de ajedrez para el dirigente que se persigna cada vez que pasa por la cancha de Villa Amalia y pide “más respeto para el Morumbí”. Quizás algo tuvo que ver que una figura nacional del peronismo haya dado por hecho que, si triunfaba el kirchnerismo a nivel nacional en 2015, el municipio sería intervenido.

El andar envalentonado, sin embargo, a veces le resta lucidez. Como cuando ayer, en rueda de prensa, se le consultó si tenía alguna autocrítica sobre su gestión: “¿autocrítica? Creo que no puedo manifestarla yo, en todo caso a la crítica la espero de los periodistas, de los miembros de la oposición”.

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