PRODUCCIÓN PERIODÍSTICA : LUCÍA LOZANO
LA GACETA
Otra vez llovió mucho más de la cuenta. Otra vez la fuerza arrolladora del agua dejó un pueblo entero sin habitantes. Otra vez aparecieron las imágenes más impactantes de dolor y desesperación. Por estas horas, los habitantes del sur tucumano miran al cielo y rezan. Suplican que las nubes negras se alejen. Quieren encontrar respuestas: ¿por qué sucedió de nuevo y tan pronto? ¿Por qué no pudo anticiparse? ¿Por qué no se hicieron obras para mitigar los efectos de las inundaciones?
Expertos de diversas áreas analizaron causas y consecuencias de las inundaciones que, desde hace más de una semana, tienen en vilo a la provincia. Todos ellos se niegan a pensar en un “desastre natural”. Lo que advierten es que estos dramas no son aislados, sino que ocurren cada vez con mayor frecuencia. Por el cambio climático, pero también por el impacto de acciones humanas. Y en este sentido, se animan a asegurar que el agua sacó a flote cinco puntos principalmente:
1) Falta de obras que se necesitan para disminuir los efectos devastadores que tienen -se sabe desde hace muchos años- las crecientes en el sur de la provincia.
2) Lluvias extraordinarias. Los suelos quedaron saturados de agua y los caudales de los ríos aumentaron a niveles inesperados.
3) Desmontes. La tala de árboles en las cuencas superiores se traduce en ríos que escurren aguas a mayor volumen y a un ritmo más acelerado.
4) Falta de ordenamiento territorial. Durante años se construyó y se extendió la frontera agrícola en áreas que no eran las adecuadas.
5) La falta de un sistema de alerta para inundaciones. Cuando el agua empezó a subir, sorprendió a los pobladores en sus casas. Sólo un pequeño equipo de la Dirección de Emergencias estaba a disposición de auxiliar a los afectados.
A todo esto hay otra situación preocupante, según los expertos: Tucumán no hace un seguimiento del clima y la actividad de cada una de las cuencas, lo cual le permitiría adelantarse a los acontecimientos.
¿Esto que sucedió debería haber estado previsto? ¿Se podría haber evitado? En los dos casos la respuesta es afirmativa. Quien contesta es el doctor en Geología, Luis Suayter. Él realizó varios estudios sobre los cauces de la provincia, fue docente universitario durante 50 años y trabajó un largo período en la Dirección Provincial del Agua. Además, junto a otros técnicos, ideó hace 24 años un proyecto para prevenir y controlar las inundaciones en el sur. “El plan preveía construcción de diques niveladores y defensas en los sectores más comprometidos por las crecidas de los ríos. Había que invertir unos $ 20 millones (de pesos-dólares de la época). Valía la pena hacerlo. También preveía la reforestación de las cuencas del Medinas, del Marapa, del Gastona. Si se hubiera ejecutado, hoy estaríamos contando otra historia, y no tendríamos que desembolsar cientos de millones”, dice el experto.
Igualmente la situación actual es otra. Se agravó ya que, según Suayter, la deforestación alteró el entorno geomorfológico de los ríos y, en consecuencia, también modificó el ciclo del agua, que hoy escurre mucho más rápido y a mayor volumen.
“Es momento de generar un plan estratégico que busque solucionar en serio las inundaciones, tanto con obras estructurales como con ordenamientos de territorios”, sostuvo Hugo Roger Paz, magister en Ingeniería Hidráulica. No existe una gran obra que vaya a solucionar todo, advierte. Se deben formular proyectos después de hacer un estudio integral del problema, propone. No sin antes advertir que es hora de terminar con el ciclo inundación-reparación.
Ya lo planteaba el naturalista Florentino Ameghino en 1884: el gran desafío que tenemos no es cómo sacar el agua, sino cómo retenerla.