Paralizados. Así dejó la intempestiva irrupción de Cristina Fernández de Kirchner a los armados justicialistas del país. Y Tucumán, por más lejos del kirchnerismo que se haya pretendido ubicar en estos noveles años de macrismo, no es precisamente una excepción. Así, a menos de 72 horas de la fecha límite para inscribir alianzas electorales, en el peronismo local se quedaron inmóviles desde el viernes, cuando se toparon con la novedad de que la ex presidenta estaba dispuesta a prescindir del sello del PJ en su caprichoso intento de evitar las internas con Florencio Randazzo.
¡Estatua! Como en la canción infantil de la brasileña Xuxa, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo escucharon el grito y se vieron obligados a quedarse quietos hasta que la música comience nuevamente a sonar. No se trata de que vayan a producirse cambios de fondo, pero sí que a casi dos años de su partida, Cristina aún elige la música con la que bailará el peronismo. Entonces, los “bajitos” locales ahora deben resolver si salen a la pista para seguir el trencito de la jefa o buscan nuevas parejas. En Buenos Aires, la ex jefa de Estado quiere encolumnar a las agrupaciones kirchneristas detrás suyo, por fuera del PJ, para aislar a su ex ministro de Transporte. Increíble paradoja: la líder que impulsó el sistema de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) como herramienta de vanguardia democrática ahora quiere evadirlas sin tapujos.
Aunque se traten de distritos diferentes, la indefinición bonaerense mantiene expectantes a los peronismos provinciales. En Tucumán, por caso, ahora hasta se duda sobre si podrán presentarse como Frente para la Victoria, como habían decidido, ya que la eventual alianza cristinista se llamaría Frente Ciudadano para la Victoria. La traba principal radica en que los partidos que darían sustento a esa alianza oficialista aún deben aguardar el desenlace de la novela en Buenos Aires. Es el caso, por ejemplo, del Partido de la Victoria y del Frente Grande, sellos con los que el PJ tucumano pensaba contar. La discusión puede parecer menor, pero encierra un dilema mayor. ¿Qué rol jugarán los espacios kirchneristas en las disputas provinciales? Hasta la semana pasada, los armadores ligados a la Casa de Gobierno pretendían sumar a las agrupaciones K dentro de la lista oficial. Incluso se habían producido avances importantes en ese sentido, especialmente por el sector de la diputada saliente Mabel Carrizo, que el sábado almorzó en Campo de Herrera con Jaldo. No obstante, hubo un impasse durante el fin de semana por el cambio de escenario nacional y la falta de coordenadas.
En Tucumán los sectores ligados a la ex presidenta son más permeables a entrelazarse con el peronismo ortodoxo que a romper lanzas, como sugiere el diputado Máximo Kirchner. Igualmente, todo dependerá del lugar que les confieran en la lista. En el kirchnerismo creen que, por fuera del PJ, pueden reunir un caudal importante de sufragios, superior al 7% en esta provincia. Con ese porcentaje, exagerado según la Casa de Gobierno, no les bastaría para colar un diputado, pero sí –entienden- para mantener la identidad hacia 2019 y no ser absorbidos por Manzur y por Jaldo. Ayer un conocedor de la idiosincrasia de la militancia K auguraba que difícilmente ese sector se atreva a ir por fuera del PJ institucionalizado en la provincia, pese a los deseos bonaerenses y al escaso rédito de ese eventual acuerdo. De hecho, la pregunta que ese dirigente también se hacía y para la cual no encontraba respuesta es qué sentido tendría acordar con el oficialismo local. En el mejor de los casos, los K podrían ubicar un candidato suyo como cuarto postulante o como primer suplente. Es decir, trabajarían para que Manzur y Jaldo sienten dos diputados propios que, a la hora de votar, sean usados como prenda de negociación entre la Provincia y Cambiemos.
Hay un dato aún más incómodo para el oficialismo local. ¿Manzur y Jaldo están más cerca de Cristina que de Randazzo? El gobernador supo apresurarse durante 2016 en decir que el kirchnerismo era parte del pasado, pero el sello del Partido Justicialista local está en manos de Beatriz Rojkés, quien se reinvidica cristinista pese a que su marido, el senador José Alperovich, dijo que la ex presidenta nunca lo tuvo entre sus preferidos. Demasiadas contradicciones que se exacerban justo en las horas previas a la inscripción de las alianzas. Es que mientras Cristina no se mueva, en el peronismo permanecerán quietos.