“Nuestro humor nace como una respuesta a la solemnidad, al engreimiento y a la autosuficiencia de Córdoba, la Docta”.
José Luis Serrano es irreconocible cuando no está maquillado como Doña Jovita, el personaje que interpreta hace 31 años. Y sin vestuario ni prótesis dental, reflexiona sobre el trayecto que compartieron el actor y su creación más querida.
El cordobés llega con “Entre la peperina y el clonazepam”, un choque entre dos mundos (“entre lo natural y lo químico”, precisa) que se verá esta noche en el teatro Alberdi. A diferencia de otras presentaciones, esta vez estará acompañado en el escenario por el médico Carlos Presman, con quien Jovita dialoga sobre sus males y sus miedos, todo en un clima de comicidad escrito por el dramaturgo santafesino José Ignacio Serralunga (el mismo autor de las obras “Vaya, Ramona vaya” y “María, polvo de tiza”, montados en Tucumán por el grupo La Teoría del Gran Ja!).
- Es una propuesta diferente a lo que habitualmente le vemos a Doña Jovita.
- Está invadida por su último descubrimiento, que es el celular y el acceso a las redes sociales, algo que le está cambiando la vida a las abuelas de las sierras cordobesas. Convierte en palabras lo que la abruma; se puede hablar desde el humor de la violencia, del Alzheimer, del Parkinson, de la vida sedentaria, del amor y del encuentro. Pero el mensaje final es esperanzador.
- ¿Quién es Presman?
- Es un médico muy reconocido y prestigioso en Córdoba, con una larga trayectoria, autor de varios libros y que podría ser decano de la Facultad de Medicina. Tiene mucho trato con los adultos mayores y habíamos compartido algún escenario hasta que surgió esta idea. Nuestro productor en este viaje, Daniel Deleo, nos vio en la obra y quiso que la hiciésemos acá. Es la primera vez fuera de nuestra provincia. De alguna manera, hacemos promoción de la salud con comicidad, porque los que nos mantiene vivos es tener un proyecto y sueños por delante.
- ¿Por qué va Jovita a verlo?
- Cae por error, estaba buscando al cura y termina mostrando sus confusiones. En la charla con Presman, se anima a decir cosas que tenía calladas hace mucho tiempo; y como ella es frágil, él la logra descontrolar.
- Es una vuelta de tuerca al propio personaje, entonces.
- Sí, porque ella también va cambiando, como todos. No se puede estar reprimiendo ni callando ansiedades o miedos. Jovita es mi manera de poner un granito de arena para estar mejor, porque pienso mucho por dónde está bailando la humanidad. Estamos alejando del aire y del agua pura.
- ¿Cuál es el aporte de Serralunga?
- Hizo un gran trabajo sobre la palabra, que tiene que desequilibrar la comunicación en escena para generar expectativa. Es un anzuelo que siempre hay que tener listo, y más cuando se hace humor. Ya habíamos trabajado juntos con una idea mía sobre un cura que se casó y que no pudo irse del pueblo, por lo que la gente seguía visitándolo para hablar y lo atendía su esposa.
- Siempre se habla del humor cordobés, pero ¿hay uno solo o conviven distintas formas?
- Hay varios que coexisten. La mayoría de los humoristas cordobeses venimos del interior o de los barrios de la capital, no del centro. Hay un humor diferenciado, que no es mejor ni peor que en otros lados, y que se ve en el festival Pensar con Humor que se hace todos los años en la provincia, con un gran esfuerzo y pocos recursos. Mantenemos este encuentro porque creemos en nuestra identidad.