En su libro “Elementos de teoría política” Giovanni Sartori plantea que un soberano vacío, un soberano que no sabe y no dice es un soberano de nada. Un rey de copas. Para ser de algún modo soberano, el pueblo debe, por lo tanto, poseer y expresar un contenido; la opinión pública es ese contenido que proporciona sustancia y operatividad a la soberanía popular.
Con el debate de anoche, los tucumanos recibieron el alimento para que el domingo próximo ejerzan con contenido el deber cívico de votar. Nadie le dio la espalda al pueblo. Osvaldo Jaldo, José Cano, Ricardo Bussi y Ariel Osatinsky los miraron a la cara y le dijeron qué piensan y por qué habría que votarlos.
La audiencia que siguió el debate entendió que se trata de cuatro candidatos que saben hablar, que tienen ideas, que respiran política pero que son incapaces de escucharse, de escuchar al otro. Y, cuando un político no puede escuchar al otro, hace ruido. Anoche, en dos largos momentos los cuatro candidatos pedían por favor que alguien los modere, que alguien ponga orden en la conversación que ellos no podían ordenar. Fue un claro mensaje de sus dificultades. Bussi, que hizo el servicio militar en el Senado de la Nación, trató de inmaduros a sus compañeros de debate y fue el que más rápido encontró alguna humorada.
Jaldo rompió la lógica de los ganadores. En nuestra Argentina adolescente, es casi una ley que aquellos que van ganando no pueden arriesgar y por lo tanto se ausentan y no dan la cara. Eso no ocurrió anoche.
Osatinsky, experto en asambleas universitarias, buscó unir a todos en su contra. “Los tres son socios de...” sintetizó. Y, cuando más disfrutó fue cuando les enrostró los casos de corrupción de los gobiernos en los que sus oponentes tuvieron protagonismo.
José Cano fue quien más golpes recibió en el comienzo del debate y después descargó toda su artillería en demostrar la ineficiencia en la gestión peronista en Tucumán. Su mirilla apuntaba casi sin excepción a Jaldo, a quien se cansó de hacerle preguntas. En la búsqueda de esa confrontación llegó a salirse de las reglas de juego que se habían establecido. También mostró atención por cumplir preceptos del manual de Durán Barba que recomienda hablar de tal o cual vecino con nombre y apellido.
Ganaron. A minutos de concluido el debate, cada uno salió satisfecho de haber cumplido la estrategia prevista. Supieron volcar sus ideas y sus proyectos. No pudieron controlar sus descontroles.
Así son nuestros candidatos. Esos son los candidatos que los tucumanos decidieron poner para el domingo próximo. Sartori pide contenido para que el pueblo no sea un rey de copas. Osatinsky, Bussi, Cano y Jaldo hicieron un valioso aporte con este debate de cara a los tucumanos, para que el pueblo tenga la sustancia esencial de esta democracia.