Para Lucchetti, la Selección

Inolvidable noche del arquero y del “Decano”, que anoche bajó a Vélez y está en semifinal.

Para Lucchetti, la Selección

Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Lucchetti. Si quiere pensar que su apellido equivale a la cantidad de atajadas increíbles en el partido de anoche, no está mal. Si prefiere inferir que tras el partido del arquero ante Vélez, que le terminó dando la clasificación a semifinales de la Copa Argentina a Atlético, su nombre no puede figurar menos de una decena de veces, tampoco estaría errado.

Así como Vélez fue una canción perfecta que duró algo más de 45 minutos, y grabada sin fallar una sola nota, “Laucha” dio un concierto en vivo de una hora y media. Una atajada tras otra, que encima iban subiendo en peligro para una defensa y un mediocampo que no hacía prácticamente nada para detener a Federico Andrada, Maximiliano Romero, Matías Vargas y cualquier jugador de Vélez que quisiera intentar llegar al área de Atlético.

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Un derechazo de Favio Álvarez que obligó a estirarse a César Rigamonti, y un venenoso córner de David Barbona fueron los únicos signos vitales del “Decano” en el primer tiempo.

Atlético había sobrevivido al tsunami de la “V” tras el pitazo de Facundo Tello. El refugio fue el vestuario local de la cancha de Unión, pero cuando volvió al campo tras el desastre natural, se encontró con otra tragedia: un penal en contra.

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Desde el pase en cortada para Nicolás Domínguez, pasando por la salida de Lucchetti, la caída del volante y hasta el segundo pitazo importante de Tello fue todo en cámara lenta. Quizás por eso dejó una sensación importante de duda sobre el cobro, aunque con muchas repeticiones se pueda terminar (luego de un buen esfuerzo) dándole la razón al árbitro.

Vargas remató desviado y los jugadores, entre ellos Jonathan Cabral, le gritaron el fallo al juez. Amarilla para él de la manera más tonta y mucho más cuando después se ganó otra (y la roja) por una falta táctica.

La otra situación que no podía obviarse es que Atlético había esquivado otra bala. En realidad era la primera por ayuda del rival, todas las anteriores las había absorbido Lucchetti.

Quizás la suerte que no había tenido Atlético en aquel primer tiempo en Liniers por la Superliga, fallando varias situaciones de gol a favor, la estaba teniendo en Santa Fe. Eso se confirmó cuando ya con un hombre menos, Luis Rodríguez y Álvarez plantaron una rosa en el desierto. Eso fue el golazo del cordobés para un equipo que aguantaba como podía.

Vélez estaba incrédulo, se había convertido en un conjunto de miradas perdidas, sumado al hecho de que Omar De Felipe había sacado de la cancha a uno de sus mejores jugadores: Maximiliano Romero. La única razón por la que debería haber salido de una formación que comandaba con sus ataques era por lesión o cansancio.

Pero no fue una noche con muchas explicaciones. La manera en la que Lucchetti dejó su valla en cero todavía se la están cuestionando en Vélez. Una actuación consagratoria más un golazo, dejaron a un orgulloso Atlético entre los cuatro mejores equipos de la Copa Argentina. Y más cerca que nunca de la Copa Libertadores 2018.

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