Dadas las circunstancias, la decisión de levantar la sesión en el Congreso sirvió para evitar el peor de los escenarios: el de la violencia descontrolada. Y eso se observó tanto afuera del recinto, como dentro de él, con denuncias de aprietes, de presencia de grupos organizados y anarquistas, y de otras orientaciones marginales.
La incertidumbre se apoderó del escenario en una votación que podía salir deslegitimada por episodios de violencia. Aún teniendo quórum en la Cámara Baja, el gobierno nacional prefirió descomprimir la situación.
Algunos lo ven como debilidad, pero creo que se trata de una relativa fortaleza, dadas las circunstancias observadas ayer. Creo que la decisión de no avanzar en el recinto con los proyectos de reforma previsional, laboral e impositiva fue lo correcto. Así, la Casa Rosada prefirió no echar leña al fuego y esperar hasta la semana que viene, con un contexto político, parlamentario y social un poco más descomprimido. Aún así, hay sectores de la CGT que han llamado a la posibilidad de concretar un paro, lo que tornaría más complicado el escenario.
Se actuó con prudencia. Sin embargo, esto no disimula los problemas existentes dentro del oficialismo. En cierta medida, el Gobierno venía cediendo en las negociaciones con los gobernadores porque pensaba que, de alguna manera, iba a poder disciplinar a sus diputados. En algunos casos eso era posible, como el del tucumano Juan Manzur, con algunos costos en la transacción (el caso de los impuestos internos para las bebidas azucaradas). Pero en otros puede resultar imposible, como el del sanjuanino Sergio Uñac, que seguramente no podrá convencer al diputado y presidente del PJ nacional José Luis Gioja.
Párrafo aparte son los reiterados errores de comunicación en el Gobierno. Nadie supo explicar cómo era el efecto de la nueva fórmula para actualizar las jubilaciones. Esas deficiencias muestran la incapacidad de la gestión para aprender de los errores cometidos anteriormente.
Con todo, Mauricio Macri no tendrá un desgaste mayúsculo en su imagen, aunque sí se percibe una pérdida poselectoral con casos como el de Santiago Maldonado, la situación del submarino ARA “San Juan”, las denuncias de nepotismo en el Estado o la situación del gasto superfluo del Gobierno.
Más allá de todo eso, la gestión de Macri necesita avanzar con las reformas previsional, impositiva y laboral. Por eso ponen todas sus expectativas sobre lo que puede ocurrir durante la semana que viene.