El silencio se apoderó de Loma Bola

A pesar de la medida que tomó el Poder Ejecutivo, hubo quienes se acercaron a la zona con la intención de aprovechar la tarde al aire libre.

06 Enero 2018

Luego de que el Gobierno suspendiera los vuelos en parapente en toda la provincia, el silencio se apoderó de Loma Bola. Los tres establecimientos que ofrecen la posibilidad de volar desde el cerro San Javier cerraron sus puertas, según pudo constatar LA GACETA. Y a pesar de la medida que tomó el Poder Ejecutivo, hubo quienes se acercaron a la zona con la intención de aprovechar la tarde al aire libre, pero tuvieron que recurrir a un plan B.

Eran casi las 15 cuando el ruido del motor de un auto celeste irrumpió el silencio que reinaba en el centro de vuelo Loma Vola. Héctor Chávez (55) ingresó con su vehículo por un camino de tierra que conduce a la entrada del predio. Hace una semana, por ese mismo trazado, había ingresado Natalia Vargas junto con amigos, y luego murió tras caer de un parapente conducido por el piloto Ariel Salazar.

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Un portón de alambres de púa cerrado con cadenas, candado y un cartel blanco con letras rojas que decía “Prohibida la entrada” frenaron las intenciones del hombre de pasar la tarde allí junto a cuatro sobrinos que habían venido a vacacionar en Tucumán desde la Capital Federal.

Chávez estaba al tanto de la decisión que había tomado por la mañana el Gobierno, pero igual había decidido subir a Loma Bola a probar suerte. En diálogo con LA GACETA, consideró un acierto la decisión de suspender los vuelos hasta tanto no se conozcan las razones por las que Natalia cayó del parapente.

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Gabriel Galeano (19), uno de sus sobrinos, coincidió. Y expresó que, una vez que se sepa qué sucedió, “ojalá se vuelva a volar como siempre”.

“No tenía ganas de volar en parapente, me da un poco de miedo, y con lo que pasó, hay que tener un poco más de coraje para hacerlo. Hasta que no se sepa bien que pasó, creo que lo mejor es no volar hoy o estos días”, opinó.

Minutos después de que Héctor se tuviera que ir a pasar la tarde en otro lado, un auto blanco quiso ingresar al centro de vuelo que explota Sergio Bujhaza hace 15 años.

Gabriel Campra (30) y Nadir Adra (27) también venían a disfrutar de la vista de la ciudad desde Loma Bola. Allí, con el correr de los minutos, el tiempo se había tornado nublado, fresco y ventoso: el sol del mediodía se había escondido entre nubes oscuras que aseguraban tormentas. “Sabíamos que habían suspendido los vuelos pero no sabíamos si habían cerrado o no el lugar”, contó Gabriel.

Él y su novia coincidieron con Chávez y Galeano. “(Los vuelos en parapente) era algo que no estaba regularizado. Ahora que lo están regularizando, me parece perfecto”, expresó.

Unos kilómetros hacia el norte, en las afueras del predio “Los Altos Parapente”, Gastón Albornoz (22) y Franco González (21) estaban frustrados porque no habían podido entrar a disfrutar del verde. El primero de ellos recién se había enterado de la muerte de Natalia. Al segundo, le pareció que está bien que los clubes cierren. “Para mí es culpa del instructor, se tienen que saber todo”, afirmó.

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