Los vecinos de avenida Kirchner al 3.000 dicen que a cualquier hora hay robos y que la zona es “una boca de lobo”

La casa de Bolart está en el barrio Los Lapachos, a la par de la de los padres de la víctima.

LA VÍCTIMA. Bolart era padre de una nena de 7 años y de un bebé.  la gaceta / foto de Analía Jaramillo LA VÍCTIMA. Bolart era padre de una nena de 7 años y de un bebé. la gaceta / foto de Analía Jaramillo
04 Febrero 2018

Bastó ver un retrato de su hijo para que Luis Alberto Bolart rompiera a llorar sin consuelo, “ya no está, ya no está; lo mataron sin asco” repetía una y otra vez, mientras sus familiares se acercaban a consolarlo. El hombre sostenía la foto enmarcada de José Luis Bolart alzando a su hija de siete años y la apretaba contra su pecho. No pudo decir nada más.

El joven asesinado era el mayor de tres hermanos. Vivió toda su vida en la calle Gorriti al 700, ubicada en el barrio Los Lapachos, en San Miguel de Tucumán. Cuando se casó con Emilse Camila Miranda, construyó su casa al lado de la de sus padres en esa misma calle.

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Según el testimonio de conocidos, era el sostén de la familia y dedicó su vida a su mujer y a sus hijos, una nena de 7 años y un bebé de 11 meses, que cumplirá un año el 21 de febrero.

Devastados

Bolart trabajó desde la adolescencia en una empresa destinada a la venta y al mantenimiento de maquinaria industrial, donde hace unos años lo designaron como encargado de taller. Por lo menos 10 compañeros de trabajo fueron al hospital a acompañar a sus parientes después del incidente.

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Victoria Rollan, prima del encargado, explicó que toda la familia está devastada con la pérdida. Aseguró que lo primordial en este momento es “averiguar quiénes fueron los asesinos” de Bolart y esperan que haya justicia. “Estamos esperando los resultados de la autopsia y el informe de la Policía; queremos que atrapen a los responsables de destrozar una familia”, dijo.

Vecinos del barrio Los Lapachos aseguraron que la zona se convirtió en “una boca de lobo” en los últimos años y que la inseguridad es un problema al que se enfrentan todos los días.

Orlando, un empleado de un corralón quien no quiso dar su apellido, aseguró que “sin importar la hora, siempre hay robos; es de terror”. El hombre contó que hace unos años sufrieron un asalto en el negocio donde trabaja y por eso tuvieron que reforzar la seguridad. Además dijo que a pesar de que vive a unas cuadras de un supermercado, tiene que ir en auto por temor a ser asaltado.

“No se puede andar tranquilo, las calles son peligrosísimas” declaró un vecino de la casa contigua a Bolart, quien lamentó la tragedia.

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