SAN PETERSBURGO/WASHINGTON.- Trece ciudadanos rusos y tres compañías de ese país fueron acusados formalmente por el fiscal especial Robert Mueller, del Departamento de Justicia de Estados Unidos, de haber interferido en las elecciones presidenciales de 2016, para dañar a Hillary Clinton. En esos comicios, Donald Trump se alzó con la presidencia del país.
Una de las empresas señaladas tiene sede en San Petersburgo, y fue identificada como la principal responsable fabricar fake news (en inglés, noticias falsas). Se trata de un producto pseudoperiodístico difundido a través de portales alternativos de noticias y redes sociales, principalmente. Su objetivo es la desinformación deliberada o el engaño.
En su escrito de acusación, Mueller habla de una “guerra informática” contra EEUU, a través de identidades ficticias en internet.
Las firmas implicadas -Internet Research Agency LLC, Concord Management and Consulting y Concord Catering- operaban tanto en Rusia como fuera, a través de subsidiarias. Con un presupuesto de 1,25 millones de dólares al mes, Internet Research Agency -por ejemplo- empleaba, por sí sola, a cientos de personas. Su misión consistía en crear, bajo nombres falsos, miles de cuentas. Trabajaban allí diseñadores gráficos, analistas de datos y tecnólogos, de acuerdo a lo consignado por el diario español “El País”.
Para ocultar sus huellas, la maquinaria rusa usaba, como pantalla, ordenadores y espacio en servidores estadounidenses. Bajo este escudo -siempre según el FBI- generaba los perfiles en Facebook, Instagram y Twitter. Desde ahí, propagaban información despectiva sobre Clinton. Su actividad fue particularmente intensa en territorios electoralmente indecisos, como Florida, Virginia y Colorado.
Un chef cibernético
La acusación presentada por el equipo de Mueller incluye ocho cargos: conspiración, fraude bancario, robo y suplantación de identidad, entre otros. Uno de los ciudadanos rusos señalados en la acusación, Evgeny Prigozhin, es apodado “el chef de Putin”, pues es quien organiza los servicios de caterings en citas del presidente. Ha negado haber participado en la manipulación de las elecciones.
Hasta ahora, el fiscal no ha trazado ningún vínculo directo con el Kremlin ni tampoco con el equipo electoral de Trump. El Ministerio de Exteriores ruso ha reaccionado con sarcasmo y ha calificado a la acusación de “absurda”. La portavoz de Exteriores, Maria Zajarova, ha sugerido, incluso, que Washington utiliza precisamente el número 13 por las connotaciones negativas que rodean a la cifra entre los supersticiosos. (Especial)