Clarisa Reynoso, la tucumana detrás del éxito de "Sandro"

Jefa de maquillaje y peinado, diseñó la caracterización de los actores y de los extras que participan en la serie de Telefe. Es un trabajo muy especial, ya que desde chica admira al inolvidable cantante. Son tres los actores que encarnan a Sandro en la tira y con cada uno debió aplicar técnicas creativas y de última generación. Nacida en Alberdi, ella viene desarrollando una notable carrera en el cine y la televisión.

ABRAZADA CON ANTONIO GRIMAU. Para Reynoso fue un desafío caracterizar al actor que aborda la etapa final de la vida de Sandro. ABRAZADA CON ANTONIO GRIMAU. Para Reynoso fue un desafío caracterizar al actor que aborda la etapa final de la vida de Sandro.
10 Marzo 2018

Clarisa Reynoso creció en Juan Bautista Alberdi escuchando a Sandro y viendo sus películas. Con 19 años dejó Tucumán para estudiar en Buenos Aires y allí tuvo la oportunidad de cruzar unas palabras con el gran artista. Fue después de uno de sus shows “Historia Viva” en el teatro Gran Rex. Pasó el tiempo y el ídolo reapareció en su camino, porque Clarisa es jefa de maquillaje y peinado en la serie de Telefe que recrea su vida (“Sandro de América”).

Ella se formó como caracterizadora teatral en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Desde hace 10 años despliega su arte en cine y televisión. A lo largo de su carrera maquilló a Antonio Banderas, Nikolaj Coster-Waldau (protagonista de “Game of Thrones”), Martina Gusmán, Berenice Bejo, Calu Rivero, Muriel Santana, Lali Esposito y Graciela Borges, entre muchas figuras. Participó además en producciones exitosas como “Un gallo para esculapio”, “El Marginal” e “Historia de un clan”, escrita y dirigida por Luis Ortega. También fue jefa de maquillaje de la película “Palau Movie” en la que Gastón Pauls encarna al líder espiritual Luis Palau, y en “La Quietud”, de Pablo Trapero, maquilló -bajo la tutela de la prestigiosa Marisa Amenta- al venezolano Edgar Ramírez.

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- ¿Qué significó para vos diseñar el maquillaje y peinado de “Sandro de América”?

- Fue una experiencia muy emocionante. De chica escuchaba la música de Sandro y veía sus películas. Cuando me radiqué en Buenos Aires iba a todos los recitales y esperaba afuera para conocerlo. Al reconocer mi persistencia, una vez sus guardaespaldas me permitieron pasar al subsuelo del teatro. Fue un momento mágico. Cuando Sandro me vio, dijo: “mamita, ¿qué hacés tan tarde acá con el frío que hace? Andate a tu casa”. Me abrazó y me dio un beso. Su perfume me acompañó varias horas. Vi alrededor de 30 shows de Sandro. No encuentro palabras para describir lo que pasaba en el escenario y en todo el teatro cuando Sandro salía a cantar y bailar. Hacer esta serie me hizo vivir momentos muy intensos, sobre todo porque la última escena se filmó en el escenario de ese teatro con la escenografía real de sus shows.

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- En la serie, tres actores personifican diferentes etapas de Sandro, desde que tenía 19 años hasta su muerte (2010). ¿Cómo abordaste la construcción de los personajes?

- El actor Agustín Sullivan es el Sandro más joven. Es la etapa que se extiende de los 19 a los 35 años y que está marcada por la alegría y el esfuerzo por alcanzar el éxito. Como Sullivan no tiene barba ni bello en el pecho y Sandro sí, en una época en la que se usaban las camisas abiertas, usé una técnica de postizería pelo a pelo con cabello natural. De ese modo armé las patillas y los vellos del pecho. Varié la densidad del pelo y la forma de las patillas de acuerdo con la edad que representaba.

- ¿Qué desafíos planteó el Sandro de la segunda etapa (de los 35 a 55 años)?

- Marco Antonio Caponi se entregó por completo a la transformación de un Sandro enfermo, abandonado y deprimido. Es una etapa ingrata, oscura y dura que Sandro se encargó de ocultar a sus “nenas”, como él llamaba a sus fans. Caponi engordó para este personaje 12 kilos, alejándose de su imagen de galán. Con técnicas específicas de maquillaje me encargué de que su rostro reflejara ese estado. En este período a la actriz Paula Ransenberg, que representaba a la madre de Sandro, le hicimos un envejecimiento en todo el cuerpo y pegamos sus dedos con un pegamento especial para lograr una deformación en las manos y así simular la artritis que padecía. Esa limitación de movimientos le ayudó a entrar en el papel de una mujer enferma.

- ¿Qué trabajo realizaste en la tercera etapa de Sandro (de los 55 años hasta su muerte), interpretado por Antonio Grimau?

En esta etapa Sandro es como un “Rocky”. En medio de la enfermedad conoce a su gran amor Olga Garaventa (protagonizada por Muriel Santa Ana) y sigue adelante con su carrera dando conciertos. Tuve que crear el personaje de un hombre que sabía de su pronta muerte. Esto lo logré con ojeras y algunas manchas en la piel, y endurecí sus rasgos oscureciendo las cejas, patillas y cabellos. Tanto a él como a otros personajes los envejecimos con maquillaje de high definition (HD).

- ¿En qué consiste el maquillaje HD?

- Dado que la tecnología de la cámara de alta definición incrementó de manera significativa la cantidad de píxeles y scan lines en la pantalla del plasma o el LED, la calidad de la imagen prácticamente se cuadriplicó. De este modo los colores se ven más vivos y los contornos con mayor nitidez. La piel de los actores se ve también con mucho mayor detalle. Este cambio tecnológico impactó en el maquillaje artístico. En este contexto, tenemos que saber elegir los productos de maquillaje y determinar qué cantidad debemos usar en función de la alta definición.


- Calu Rivero personifica a la primera novia de verano de un Sandro que tiene 19 años. ¿Qué trabajaste con ella?

- Como Calu tenía un contrato con una firma internacional que nos impedía hacer cambios en su cabello, resolví la creación del personaje con una peluca castaña con flequillo, que es la típica de una adolescente de la década de los 60.

- Para la construcción de “Sandro” y el resto del elenco, ¿qué tipo de investigación efectuaste?

- El primer paso fue leer el guion y tener reuniones con el director Adrián Caetano para saber qué esperaba de mí. El primer mensaje fue: “no quiero una imitación ni copia de la imagen de Sandro”. Fue muy importante analizar medios gráficos de las diferentes etapas de Sandro como revistas, diarios, archivos de programas de televisión, álbumes de fotos familiares y otras fuentes. Todas las personas que se ven en pantalla, desde actores a extras, pasan por un proceso de creación conjunta entre el director, casting, maquillaje, peinado, vestuario y demás áreas. Respetando sus rasgos principales y originales, se nos dio cierto grado de creatividad en la construcción de los personajes, y en mi caso dirigí un equipo de entre tres y seis profesionales, dependiendo de la cantidad de extras.

- ¿Siempre trabajas en proyectos de época?

- No, si bien es mi especialidad, no es común este tipo de proyectos en Argentina, no siempre debo recrear cosas tan “bonitas”. En “El marginal”, por ejemplo, investigué sobre tatuajes tumberos típicos de la cárcel y su significado para diseñar los tatuajes de los personajes. Así como tengo que diseñarlos, a veces debo cubrirlos cuando el personaje lo requiere. En esa serie cubrí los tatuajes de Gaston Sofritti y Calu Rivero.

- “Sandro de América” es un éxito. ¿Qué te dejó esta experiencia?

- Lo que más me gustó es que fue un trabajo en equipo que se refleja en la calidad del producto. Además fue un privilegio recrear la vida de uno de mis ídolos, y trabajar bajo la magistral dirección de Caetano, junto a la profesionalidad de la productora (The Magic Eye), el delicado trabajo de vestuario de Ruth Fisherman, el detallado casting de Vero Souto y el excelente nivel de los actores.

Clarisa Reynoso, jefa de maquillaje y peinado, diseñó la caracterización de los actores y de los extras que participan en la serie de Telefe. Es un trabajo muy especial, ya que desde chica admira al inolvidable cantante. Son tres los actores que encarnan a Sandro en la tira y con cada uno debió aplicar técnicas creativas y de última generación. Nacida en Alberdi, ella viene desarrollando una notable carrera en el cine y la televisión.


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