César Soto, al corregirse un error, quedó vinculado a la línea narco de la investigación

“Fue una broma”, señaló el camionero Juan Jiménez al explicar al tribunal por qué le había enviado una invitación a bailar a Paulina

UN INGRESO CON NERVIOS. El camionero Juan Pedro Jiménez momentos antes de que se sentara en una silla para responder las preguntas que le hicieron todas las partes y el tribunal. la gaceta / fotos de JORGE OLMOS SGROSSO UN INGRESO CON NERVIOS. El camionero Juan Pedro Jiménez momentos antes de que se sentara en una silla para responder las preguntas que le hicieron todas las partes y el tribunal. la gaceta / fotos de JORGE OLMOS SGROSSO

César Soto, ex pareja de Paulina Lebbos, quedó ligado a la línea del narcotráfico durante la audiencia de ayer en el juicio por el crimen de l estudiante. Y aunque parezca mentira, el indicio surgió por un error que fue corregido en medio del debate.

El fiscal de cámara Carlos Sale reconoció en la audiencia que había un error. Advirtió que la persona que había llamado a Soto en enero de 2006 desde Aguaray no había sido Juan Jiménez, sino Virginia Mercado, la última persona que vio con vida a Paulina. Ese dato dejó perplejas a todas las partes. Es que tanto Soto como Mercado negaron tener algún vínculo de amistad. Ella, inclusive, dijo que nunca lo había tratado personalmente. Él, en cambio, cuando declaró en la audiencia, dijo que podrían haber compartido alguna que otra reunión. Además, la ex pareja de la víctima aseguró que había vendido el celular en la fecha que recibió la llamada de la salteña.

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La línea narco surgió en el debate por el entrecruzamiento telefónico que tenía un número en común que estaba a nombre de Magdalena Cruz. Cuando declaró en el juicio, esta mujer dijo que esa línea había sido comprada y puesta a su nombre por parte de su empleadora, Macarena Bordato, quien en 2016 se hizo famosa a nivel nacional por haber protagonizado un escándalo en el aeropuerto Benjamín Matienzo.

Más allá de cuestiones de titularidad, desde esa línea se llamó a un importante narco a nivel regional. Por esa razón, Cruz fue citada a declarar como imputada en la Justicia Federal. En esa audiencia, según confirmó, contó con la asistencia de un profesional que fue contratada por su patrona. También hubo una comunicación desde ese teléfono con Virginia y Jimena Mercado, Gisella Rennis (amigas oriundas de Aguaray), el padre de Roberto Luis Gómez -el único imputado por el crimen- y Walter “Chichilo” Acevedo, uno de los líderes de La Inimitable, la barra brava de Atlético.

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Broma complicada

Juan Jiménez, con esa revelación, quedó a salvo de las misteriosas llamadas, pero lo que no pudo eludir fueron las sospechas de que acosaba a Paulina. Ayer, cuando declaró ante el tribunal, integrado por Rafael Macoritto, Dante Ibáñez (presidente) y Carlos Caramuti, reconoció que en una oportunidad invitó a salir a la víctima, aunque afirmó que lo dijo “como una broma”. No pudo especificar cuándo se produjo ese ofrecimiento.

“No era para más que eso, no tenía la intención de salir con ella. Fue porque ella me decía que quería viajar en el camión”, se justificó. Esa respuesta originó que los jueces comenzaran con una seguidilla de interrogantes que pusieron nervioso al testigo:

- Caramuti: ¿Usted acostumbra hacer ese tipo de bromas a jovencitas?

- Juan Jiménez: No. Capaz que me equivoqué.

- Ibáñez: ¿Cuál fue la broma? ¿Estaba Soto presente?

- Juan Jiménez: Usted tiene la razón. No le habría hecho la broma delante de Soto.

Poca memoria

A ese dato se sumó que no pudo explicar por qué en las listas sábana, donde constan los entrecruzamientos telefónicos entre testigos, sospechosos e imputados del caso, figuran llamadas salientes desde su celular al de la estudiante. En un principio, su hijo Jorge Jiménez, el único detenido en lo que va del juicio por falso testimonio, dijo que él había tomado su celular para llamar a César y a Paulina.

“Cuando me desperté de dormir la siesta mi hijo me contó primero lo llamó a Soto y después a Paulina, pero que no le contestaron”, manifestó. Sin embargo, no pudo aclarar por qué él la había llamado en tantas oportunidades a Paulina. “No recuerdo”, respondió varias veces.

Gustavo Morales, defensor del ex secretario de Seguridad Eduardo di Lella (está acusado de encubrimiento), recordó que Vanesa Lebbos, hermana de la víctima, declaró que en una ocasión iba por el centro con Paulina y que Juan Pedro Jiménez “le enviaba mensajes acosándola”. Tampoco pudo aclarar esa situación.

Hoy seguirán declarando personas del entorno de Soto. Uno de ellos es Gustavo Vargas, el joven que habría acompañado a Jorge Jiménez a una fiesta en Burruyacu. Otro testimonio importante será el del ex legislador y ex defensor del Pueblo, Juan Eduardo Rojas, quien deberá aclarar, entre otros puntos, por qué nombró a Soto en la Legislatura y si es cierto que él le pagó los abogados que lo patrocinaron en su momento. Por primera vez en lo que va de la audiencia podrían ventilarse los condimentos políticos que surgieron en la causa.

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