“Millones de segundos”, la impactante obra que todos aplaudieron de pie en la Fiesta Nacional de Teatro

Fue uno de los puntos más altos del encuentro hasta el momento. Aciertos llegados de Salta y de Formosa.

CONMOVEDORA ACTUACIÓN. Raquel Ameri interpreta a una adolescente con síndrome de Asperger que defiende su decisión de cambiar de sexo. Instituto Nacional de Teatro. CONMOVEDORA ACTUACIÓN. Raquel Ameri interpreta a una adolescente con síndrome de Asperger que defiende su decisión de cambiar de sexo. Instituto Nacional de Teatro.

Plena de sutilezas, profundidad y contenido, “Millones de segundos” se llevó merecidamente la primera ovación (con bravos y aplausos de pie) en la Fiesta Nacional de Teatro.

La obra de la Capital Federal enfrentó un desafío supremo: el texto aborda la historia de una adolescente con síndrome de Asperger que sufre agresiones constantes por su decisión de cambiar de género. Esta idea está inspirada en hechos reales ocurridos en Estados Unidos y en España. El principal vínculo de la chica con el exterior se estructura a través de las redes sociales y su apoyo más cercano es su perro, Sansón, mientras soporta el hostigamiento de su madre.

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El argumento podía derivar a cualquier destino. La maestría en el trazado del tono dado incluye un sugestivo diseño escénico, con elementos tecnológicos contemporáneos, a lo que se suma la increíble actuación de Raquel Ameri como la protagonista central, secundada con el mismo nivel de talento por María Rosa Frega (la avergonzada madre) y Víctor Labra (su perro protector y confidente). La mano del director Diego Casado Rubio fue fundamental en el destino de la idea, con un abanico enorme de recursos al servicio de la puesta.

El premio del público fue merecido por un trabajo actoral de maestría, conmovedor, profundo y lleno de significados, que impone replanteos individuales sobre muchos temas. La primera escena ya era una ruptura con los prejuicios, con Ameri de pie, quieta y totalmente desnuda, lo que arrojaba un cuerpo deserotizado y al mismo tiempo lo denotaba como un territorio en conflicto. A partir de ese tono, todo se desarrolló en consecuencia hasta redondear un espectáculo imperdible y que ya se anota como uno de los más importantes de la Fiesta.

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El “toque Urdapilleta”

El tono trágico de esta obra mutó velozmente a la comedia absurda con su sucesora en la grilla. “La moribunda” es una obra de Alejandro Urdapilleta, quien la interpretó en su tiempo con Humberto Tortonese, y que ahora presentó el grupo salteño Las Mortadelas RIP.

La puesta consiguió darle el pulso justo al delirio de dos hermanas que esperan la muerte de una tercera, con escenas desopilantes y de gran ritmo escénico, coronadas por risas. Si bien el espacio asignado (el mismo que usó “El circo de los Marsilli”) evidencia dificultades notables para realizar teatro, las sortearon exitosamente y con capacidad histriónica destacada en los 45 minutos que dura la pieza, protagonizada por Natalia Aparicio y Daniela Canda, las que se encargaron además de la dirección.

Tecnología

Desde Córdoba llegó luego “Agamenón, volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo”, dirigida por Sergio Ossés, con las actuaciones de Lucas Goria y Pola Halaban y con Javier Artaza en “atmósfera sonora en vivo y creación audiovisual”, según el programa. La figura de este último es clave en una idea de puesta donde la tecnología por momentos es más importante que las actuaciones, en un planteo que acerca -intencionalmente o no- el teatro al público joven, con códigos de fiesta electrónica bailable (luces, sonido, cámara de eco, Dj que interviene los textos y los musicaliza y muchos otros etcétera). Esos recursos dominan la escena, junto a una narración que denuncia los males del capitalismo y de la sociedad de consumo y convoca a combatirlos, en una suerte de redefinición posmodernista del teatro político.

De la frustración de un padre en un supermercado a la rebeldía familiar atrincherada en un McDonalds para resistir a la Policía, pasando por el conflicto global norte-sur, la idea enfrenta dos problemas: la repetición (casi mecanizada) de recursos teatrales que, por ese mismo hecho, dejan de ser efectivos y pierden sorpresa; y la ausencia de síntesis dramatúrgica. El nombre elegido remite a un héroe griego inmortalizado por los autores clásicos en la guerra de Troya.

De la región

“Traxtornadas o la casita de madre Perla” fue la representante del NOA en la segunda jornada de la Fiesta en Rosario. Proveniente de Santiago del Estero, esta creación colectiva se desarrolla en distintos espacios de una casa-teatro, donde el público deambula. El elenco presenta una propuesta centrada en la sexualidad, la religiosidad, los secretos familiares y la difícil convivencia bajo un mismo techo de hermanas (protagonizadas por Gabriela Belén Camus Birchner, Ángela Romina Coronel y Julieta Valentina Paz) y una tía travesti (Leandro Sebastián Díaz) con distintas decisiones de género. SE trata de un ejercicio a trazo grueso que se presta como kitsch (habría que debatir si es un género o un estilo) y que no logra redondear una idea fuerza bajo la dirección de María Emilia Bianchi. Frases que se reiteran sin sentido, entradas y salidas que a veces dejan fuera de la vista del público lo relevante, actuaciones que apelan a la exageración para tratar de conseguir una sonrisa y una historia sin un hilo conductor redondearon un paso en falso en la cartelera.

Sobre el filo

Ya a la medianoche, y combatiendo al cansancio, se presentó desde Formosa “Érase una vez... el lobizón”, planteada a partir de un grupo de artistas que decide recrear la historia de “Nazareno Cruz y el lobo” en medio de carencias y dificultades técnicas y actorales y tensiones interpersonales. Desde el inicio, las carcajadas dominaron la coqueta sala Lavardén, con un espectáculo de teatro popular de alta calidad, que puede circular por espacios no convencionales y formales con la misma comodidad por la eficiencia y eficacia del trío de clowns sin nariz al que se suman dos bailarinas igual de desopilantes en sus personajes. Ellos son Joselo Mak, Angélica Ayala, Lucas Ramírez (también es su director), Laura Saavedra y Lilian Bracamonte.

Altamente recomendable, ese lobizón no lleva miedo sino diversión y placer al público, con la demostración de que el ingenio reemplaza a las carencias (en este caso planteadas desde la dirección como parte del juego). Fue un reencuentro grato con elementos simples y sencillos que anidan en la base del buen teatro.

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