Bardón: “fortalecimos los controles y la transparencia de la UNT”

La decana destacó la asistencia financiera del macrismo y la recuperación de la cultura del trabajo.

EN LA PUERTA DEL DESPACHO. La rectora saliente de la UNT, Alicia Bardón, en el día previo de la elección de su sucesor. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO EN LA PUERTA DEL DESPACHO. La rectora saliente de la UNT, Alicia Bardón, en el día previo de la elección de su sucesor. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO

El dibujo de un niño domina el despacho de Alicia Bardón. Es un varón que conmueve con su pose despojada. El niño está triste por dos motivos: por la lágrima que le dio su autor, presumiblemente Iramain, y por la huella de agua que, justo a la altura del ojo lloroso, le imprimió una gotera del aire acondicionado. Es, sin querer, una metáfora de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT): belleza y decadencia; arte y desastre. La rectora saliente se lamenta porque quería restaurar el cuadro y no pudo. Será una de las tareas que deja a “Pepe”, como ella llama al todavía vicerrector José García: Bardón no se plantea la posibilidad de que su número dos pierda en las elecciones de hoy, en las que compite contra Eduardo Ruiz Pesce. “Merece ocupar este despacho porque ambos hemos pasado épocas durísimas donde nos preguntábamos cómo haríamos para sostener la UNT”, dice sentada en la silla que ha de desocupar el 28 de mayo para que comience otra gestión.

Bardón repasa sus cuatro años al frente del Rectorado, hace cuentas y se queda con “ganancias”. Asegura que los avances no son lineales, pero que, aún con los contratiempos y retrocesos, todo tiempo pasa para bien. Sorprende cuando afirma que el macrismo le dio más a la UNT que el kirchnerismo, en especial porque ella había apoyado al entonces candidato oficialista Daniel Scioli. Aunque no menciona la palabra “corrupción”, afirma que en su mandato hubo una recuperación de los controles y de la transparencia, y que se retira con la conciencia tranquila porque no escondió nada y trazó una diferencia al colaborar con las investigaciones relativas al manejo irregular de fondos que desde hace casi una década tienen a maltraer a la UNT. Bardón cesa; las causas penales contra su ex compañero de fórmula, Juan Alberto Cerisola y otros imputados, prosiguen. “Así es la Justicia”, observa.

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A fines de este mes volverá a su cátedra en la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia; a sus investigaciones científicas y a su laboratorio. Bardón comenta que en diciembre inició los trámites para jubilarse, pero que no dejará la actividad académica. Tiene 62 años, pero vivió varias existencias juntas: hasta venció dos cánceres. Al momento de elegir un logro de su período rectoral, se queda con la cultura del trabajo: “creo en el esfuerzo y en la perseverancia. Cuando llegué a este lugar, encontré una relajación generalizada. Pero, como soy incansable, pude exigir y me voy con la idea de que todo está en movimiento”.

Una prueba de su obsesión por los detalles está a metros de su escritorio con biblioteca de fondo, donde se destaca un tesoro, la obra Genera Plantarum. Por la puerta con persiana que da al patio asoma el ajetreo de albañiles: este año, Bardón lavó a fondo la cara del Rectorado y a la consabida capa de pintura añadió el arreglo de las molduras del frente, que, según dice, llevan añares sin mantenimiento. “Eso sí, respetamos al hornero. A mí me gusta ver las cosas por mí misma porque, de lo contrario, puedo cometer injusticias”, indica señalando el nido de barro que resiste en las alturas, como recuerdo espontáneo del lema de la UNT: pedes in terra ad sidera visus (“con los pies en la tierra y la mirada en el cielo”).

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De Scioli a Macri

La administración puede ser resumida en números. Bardón los hace constantemente: una institución desplegada en 300.000 metros cuadrados, que asiste en forma directa a alrededor de 100.000 seres humanos entre alumnos de pregrado, de grado, de posgrado y no formales; docentes y no docentes, y que por mes demanda alrededor de $ 350 millones. Una burocracia en la que tramitar un título lleva entre cinco y seis meses. Al igual que la mayor parte de las universidades públicas del país, sólo uno de cada cuatro estudiantes se recibe y la mayor deserción ocurre durante los primeros dos años de carrera. Otro dato no insignificante: los estudios programados para cinco años suelen prolongarse durante ocho. “Es un 60% más de tiempo”, informa.

Esa comunidad gigantesca, que abarca desde escuelas medias hasta coros y orquestas, recibió a Bardón con un paro de 90 días y el Rectorado tomado. En los tres años subsiguientes hubo 60 jornadas más de huelga: medio año de inactividad en un mandato cuatrienial. Bardón lamenta el cierre de las aulas, pero asegura que aprendió a consensuar. “La UNT es un ejemplo de poder repartido. Aquí nadie puede avanzar sin los demás”, reflexiona con tono pedagógico.

-¿Cuál fue la mayor preocupación de su gestión?

-Con “Pepe” encontramos una Universidad quebrada. Se gastaba más de lo que ingresaba todos los meses. Tuvimos que hacer una reestructuración muy seria y acudir a nuestro jefe, la Nación. No podíamos pagar los sueldos. El otro problema fue el paro docente que había cuando llegamos y que nos obligó a entablar un diálogo permanente porque era inadmisible tener las puertas cerradas.

-Hay quienes dijeron que usted, como vice de Cerisola, no podía desconocer la situación académica y financiera de la casa.

-Estatutariamente, el rector es el que está a cargo de la administración de la UNT. El vicerrector cubre la gestión sólo en ausencia de aquel. Yo conocía el problema del déficit: lo conocíamos todos. Sabíamos que no pagábamos la totalidad de las contribuciones patronales. Ello sucedió durante nueve años. Después nos financiamos con los fondos de Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), pero eso se terminó en 2014. Nosotros no teníamos cómo cubrir el hueco. Empezamos a gestionar fondos extra en la Nación y a buscar la eficiencia. Este trabajo nos llevó dos años y por fin en 2016 logramos cierto equilibrio sin despedir personal. Hoy podemos cumplir todas nuestras obligaciones.

-Usted apoyó a Scioli en las elecciones presidenciales que ganó Mauricio Macri. ¿Cómo sobrellevó esa situación incómoda?

-Scioli se entrevistó con los rectores, quizá por una cuestión de viveza. Hablé tres veces con él y le expliqué la situación de la UNT. No tuve esa oportunidad con Macri porque no se acercó. Entendí que por el bien de mi institución debía respaldar a Scioli. Pero, increíblemente, el Gobierno nacional nos ayudó muchísimo. Estoy muy conforme. Nos ayudó más este Gobierno que el anterior.

-Qué curioso porque se habla de Macri como el ajustador...

-Hay un recorte, pero nosotros recibimos asistencia. La educación superior necesita más recursos: no estamos satisfechos con lo que se destina, pero sí hemos encontrado eco a nuestro compromiso de reestructuración administrativa.

-¿Qué hizo para recomponer la imagen universitaria que dejó Cerisola, quien enfrenta graves acusaciones judiciales?

-Hemos colaborado con la Justicia e intensificado todas las auditorías. Hicimos numerosos sumarios, denuncias y nos constituimos en querellantes. Fuimos exhaustivos en esto.

-¿Puede decir que luchó contra la corrupción y le ganó?

-Hemos tratado de despejar todas las dudas. Iniciamos y propiciamos investigaciones. Esto es lo que da tranquilidad a la sociedad... Fortalecimos los controles y la transparencia. ¡Si aquí no hay nada que esconder! ¡Todo es público!

-¿Se arrepiente de haber nombrado a Cerisola en el Directorio de YMAD?

-Lo nombré porque nos habíamos quedado sin representante cuando se estaba decidiendo la explotación de Bajo el Durazno, pero con la idea de que el Consejo Superior tomara la decisión definitiva. Había mucha presión de YMAD y, también, de Cerisola. No había compromiso de mi parte, pero él era el que tenía conocimiento profundo de YMAD y por eso lo designé. Luego el Directorio no quiso acatar la posición del Superior y permitió que Cerisola terminara el mandato. Nosotros hemos iniciado un juicio contra YMAD, que sigue abierto en la Justicia Federal de Catamarca.

-Usted no tuvo reelección como rectora. ¿Lo considera positivo?

-En el balance, siempre es bueno oxigenar las instituciones.

-Deja abierto el proceso de reforma del Estatuto. ¿Por qué?

-Por la dinámica propia de la Asamblea Universitaria. Nosotros queríamos una modificación estatutaria acotada, pero el Superior quiso la reforma total. La tarea se complejizó. A eso se suma la renovación periódica de los miembros de la Asamblea. Hay que recapitular en forma permanente. “Pepe” insistió muchísimo en la redacción de los cambios aprobados.

-Falta debatir la posibilidad de transformar el actual sistema electoral indirecto. ¿Qué opina usted?

-Creo que podemos tener un esquema mixto que democratice la renovación de autoridades. Hoy en día las bases disponen de información para votar por sí mismas.

-¿Cómo se despide, Alicia?

-Agradecida. Hemos colaborado con proyectos de perfeccionamiento, y desarrollado todo tipo de gestiones en pos de la academia, la ciencia y la tecnología. Se cree que esto es automático, pero no: hay que insistir siempre. La UNT me ha dado mucho y yo siento que merece nuestra generosidad.

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