Gente corriendo, gente gritando, gente ayudando

Gente corriendo, gente gritando, gente ayudando
derrumbe en el centro | trágico final del ex cine parravicini
============06 ANT Analisis Color (12355972)============
› así lo vi
============09 CRED (12356000)============
la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
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Gente corriendo, gente gritando, gente ayudando
============02 TEX (12355971)============
“Mamá, estoy bien. Estoy bien, mamá ¡Mamá! escuchame... Aquí estoy con la Ely. Hubo un ruido, y gritos. Justo pasamos”. Dos adolescentes espantadas apuraban el paso por la vereda de la Casa de Gobierno. Media hora antes habían caminado por la vereda del ex Cine Parravicini, segundos antes de que se derrumbara. Quieren alejarse rápido. Lo más rápido posible del caos.  
Un estruendo. La maraña de escombros cayendo sobre la vereda y la calle. Una nube de polvo densa que no deja ver nada, que confunde, que asusta. Gente corriendo. Gente gritando. Así se vivió el momento, de acuerdo con ellas y con otros testigos. Hay varias docenas de personas, porque fue en horario pico y a media cuadra de la plaza Independencia.
Pasó una hora. El tránsito está cortado. Los curiosos estorban. Vecinos y comerciantes ayudan. Los policías corren. Piden que se abra paso para que pase “la morguera”, el vehículo que nadie quiere ver cuando sucede un hecho así: es el que traslada cuerpos hasta la morgue. Los agentes ponen la cinta de peligro hasta media cuadra. La corren hasta la esquina. Agentes jovencitos tratan de correr a los transeúntes. Un bombero sale cubierto de tierra. Piden silencio, se escuchó algo bajo la montaña de hierros y ladrillos. Hay silencio.
Una mujer sortea los improvisados vallados policiales y se cuela por detrás de las ambulancias. Corre. Grita. Sospecha que su hija estaba cerca del edificio antes de que se cayera. Algunos funcionarios municipales y provinciales se acercan al sitio. El grupo electrógeno se enciende. Encuentran un cuerpo, está tapado con afiches. Después otros. Trasladan a los heridos. Otra vez piden silencio. Hay demasiada gente alrededor. 
Un hombre habla por celular. “Estoy bien, pasé justo. Estoy bien. Pero hay gente abajo.”

“Mamá, estoy bien. Estoy bien, mamá ¡Mamá! escuchame... Aquí estoy con la Ely. Hubo un ruido, y gritos. Justo pasamos”. Dos adolescentes espantadas apuraban el paso por la vereda de la Casa de Gobierno. Media hora antes habían caminado por la vereda del ex Cine Parravicini, segundos antes de que se derrumbara. Quieren alejarse rápido. Lo más rápido posible del caos.  

Un estruendo. La maraña de escombros cayendo sobre la vereda y la calle. Una nube de polvo densa que no deja ver nada, que confunde, que asusta. Gente corriendo. Gente gritando. Así se vivió el momento, de acuerdo con ellas y con otros testigos. Hay varias docenas de personas, porque fue en horario pico y a media cuadra de la plaza Independencia.

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Pasó una hora. El tránsito está cortado. Los curiosos estorban. Vecinos y comerciantes ayudan. Los policías corren. Piden que se abra paso para que pase “la morguera”, el vehículo que nadie quiere ver cuando sucede un hecho así: es el que traslada cuerpos hasta la morgue. Los agentes ponen la cinta de peligro hasta media cuadra. La corren hasta la esquina. Agentes jovencitos tratan de correr a los transeúntes. Un bombero sale cubierto de tierra. Piden silencio, se escuchó algo bajo la montaña de hierros y ladrillos. Hay silencio.

Una mujer sortea los improvisados vallados policiales y se cuela por detrás de las ambulancias. Corre. Grita. Sospecha que su hija estaba cerca del edificio antes de que se cayera. Algunos funcionarios municipales y provinciales se acercan al sitio. El grupo electrógeno se enciende. Encuentran un cuerpo, está tapado con afiches. Después otros. Trasladan a los heridos. Otra vez piden silencio. Hay demasiada gente alrededor. 

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Un hombre habla por celular. “Estoy bien, pasé justo. Estoy bien. Pero hay gente abajo.”

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