Un comedor sufrió ocho robos en menos de cinco meses

Boquetean el techo y se llevan sillas, herramientas e instrumentos El local está ubicado en el barrio 1 de Noviembre. Temen que por la seguidilla de atracos le den de baja del programa

27 Agosto 2018

En una mano lleva tres manojos con llaves de todas las formas y tamaños. Y en la otra, dos enormes candados. Teresa Aguilar cuentan que conduce desde hace dos décadas el comedor infantil “El Señor del Milagro”, en el barrio 1 de Noviembre de Las Talitas, al norte de la capital.

Explica que, aunque la zona siempre fue insegura, en los últimos meses ese panorama se agravó. Asegura que entre marzo y agosto pasado sufrió ocho robos: uno en marzo, cuatro en julio y tres en agosto. “Tengo todo bajo llave, pero nos siguen robando”, se lamentó.

Y no miente: mantiene bajo llave nueve armarios, las dos puertas de entrada, las dos del comedor y las puertas de la cocina, los baños y otras dependencias. Además, colocó candados en la casilla del gas, en el tanque de agua y en el medidor de electricidad. “Son más de veinte llaves”, dice.

El comedor está ubicado en un pasaje sin nombre paralelo a la autopista, entre las calles 1 y 20. Allí, todos los días, desayunan y meriendan alrededor de 160 personas, entre niños y adultos. Pero otras 500 participan de los talleres que se dictan y de otras actividades, como el acompañamiento que se realiza a los grupos de jóvenes con problemas de adicciones a las drogas.

“Tenemos miedo de que si seguimos presentando informes con todos los robos que sufrimos, nos terminen levantando el programa por considerarlo inviable”, remarcó Aguilar. Señala que el programa -denominado PNUD-, depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

Por los robos, Aguilar cuenta que de a poco tuvo que ir reforzando las medidas de seguridad. Primero, alambró el perímetro de la propiedad. Luego, colocó portones de hierro con rejas. “Los hizo uno de nuestros voluntarios, que aprendió herrería”, indica.

Como los robos continuaron, colocó mallas metálicas en los grandes ventanales que dan a la autopista. Nada de eso detuvo a los ladrones. Finalmente, decidió pagar de su bolsillo un sistema de alarma y monitoreo. “Pero siguen entrando a robar”, explica la referente barrial.

El jueves pasado, a la noche, fue la última vez que entraron a robar. Desconocidos ingresaron a la propiedad destrozando las chapas. Utilizando un cuchillo sierrita, cortaron el cielo raso. Se llevaron sillas, instrumentos musicales y herramientas. “Se ve que tuvieron tiempo de actuar”, cuenta. Los desconocidos accedieron por el techo de una de las piezas. Pero como no llegaron hasta el comedor, la alarma no se activó. Aguilar advirtió el robo al día siguiente. “Lo que necesitamos en presencia policial para hace prevención”, consideró.

Sin música

“Por los robos los chicos se quedaron sin música”, se quejó Luciana, una de las referentes juveniles del comedor. La joven de 25 años contó que hace dos semanas sufrieron otro robo y que los ladrones se llevaron algunos instrumentos y rompieron otros. “Ahora la murga no funciona”, se lamenta.

Aquella vez los ladrones se llevaron también herramientas; pero escaparon cuando ingresaron al sector donde estaba instalada la alarma de seguridad. Cuando se activó, huyeron.

Esa vez los ladrones se llevaron del baño el ventiluz por el que habían ingresado a robar. La encargada del comedor señaló que después de ese atraco tuvo que colocar otro y soldarlo definitivamente para que no volvieran a arrancarlo.

Reclamo por seguridad

La encargada del comedor reclamó mayo presencia policial en la zona. “La vez anterior fui a la comisaría y a la Patrulla. Le pedimos que recorran la zona porque habíamos tenido un robo. Los esperé hasta la madrugada, yendo y viviendo para que no nos roben, porque el móvil policial nunca se hizo presente”, señaló Aguilar. “La inseguridad en la zona es tremenda. Asaltan a los voluntarios y durante los talleres hay balaceras mientras los chicos juegan. A veces los ladrones cruzan corriendo. Se convirtió en una zona peligrosa. La iluminación tampoco está en condiciones”, manifestó.

Zona peligrosa

El comedor ubicado en el barrio 1 de Noviembre de Las Talitas asiste a los vecinos desde 1998. Hasta el 2007 funcionó en la casa de Teresa Aguilar. Luego, accedieron a un edificio propio frente a la sede de Acción Social de la Municipalidad de Las Talitas.
“En la zona siempre tuvimos problemas con la inseguridad. Nosotros sufrimos muchos robos durante estos años. Hubo un tiempo en que se normalizó. Pero después se dan seguidillas en las que te dejan sin nada. También hay robos de todo tipo y ataques a los autos”, señaló la responsable del local.

Drogas en el barrio

Aguilar contó que tuvo que suspender algunas actividades que se realizan dentro del comedor porque hay grupos de chicos consumiendo drogas permanentemente en la zona y las madres tienen miedo por esa situación y por ese motivo no envían a sus hijos para que participen de los talleres que se hacen en “El Señor Del Milagro”.
“Por la tarde acompañamos a chicos con prevención de las adicciones. Muchos de los jóvenes se han recuperado y son voluntarios. Pero también hay otros jóvenes que no se lograron recuperar y que consumen en la zona”, expresó.

Denuncias LA GACETA cuenta con un canal directo para que los lectores puedan difundir los hechos de inseguridad los que fueron víctimas. Los datos (que también pueden estar acompañados por imágenes y videos) deben ser enviados vía WhatsApp al número 381-6311910.

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