12 Noviembre 2018

La calidad educativa

A pocos días de la finalización de las clases y a pocos años de retirarme del sistema educativo, me tocó el pasado viernes pasar toda una siesta calurosa armando mesadas y adornos para la fiesta de la familia. Ya nos había tocado supervisar semanas de los colegios, quedarnos hasta tarde, controlar que no haya alcohol ni drogas, que no se generen situaciones de violencia. Y entre tantos otros aditivos que el sistema educativo ha colocado sobre las espaldas tan cuestionadas de los educadores, me preguntaba: ¿en qué momento pasó esto? ¿Cuándo se decidió que el docente iba a ser el supervisor de las matinés, el organizador de fiestas de la familia, el colaborador de maratones? Porque si bien es cierto que todas estas son instancias que hacen al ser social, tan importante para la vida de los pueblos, también es cierto que a la hora de la evaluación de lo que el alumno ha aprendido, a ningún órgano estatal que evalúe le interesará, por ejemplo, si el alumno participó activamente en el Centro de Estudiantes (también a cargo de docentes) sino si aprendió Matemáticas o Lengua. Es evidente y deducible que todas estas actividades son extras y que nos quitan una energía y un tiempo que, si pudiésemos utilizarlos en perfeccionar nuestras prácticas, estudiar más, aprender más, los frutos serían cristalizados en una educación de mayor calidad. Es así como me animo a decir, ante una nueva reforma educativa a la que asistimos, que todo cambia pero todo sigue sin mejorar. Me animo a decir que todas estas son estrategias de distracción destinadas a una educación hacia afuera, hacia el mostrar y el aparecer, con un evidente olvido de lo que significa el ser verdadero de la educación. Porque la educación no es un bumerán, no es ser portada de los diarios; es un momento supremo que implica la transformación de los seres humanos hacia ideales de grandeza. Y eso sólo ocurre en el interior de las mentes y de los corazones.

Graciela Jatib

Constitución y derecho ambiental

La columna editorial de LA GACETA del 02/11, “El Poder Ejecutivo, primer responsable de la seguridad”, nos recuerda que, según la Constitución de nuestra provincia, este poder tiene la obligación de garantizar la seguridad pública (es lo que no hace). Pero no sólo en materia de seguridad el gobierno de Juan Manzur tiene incumplimientos constitucionales, ya que en cuestiones y temas de protección ambiental también los tiene. El Poder Ejecutivo tucumano es el principal responsable de proteger a la población de las amenazas, peligros y riesgos para la salud, el ambiente y los ecosistemas que existen en el territorio provincial. Debe ejercer, además, el poder de policía sobre las empresas y organizaciones (públicas o privadas), que contaminan y degradan el ambiente (debe hacer cumplir la ley). En el país y en la provincia, lo ambiental tiene rango constitucional, lo que está contemplado en el artículo 41 de ambas constituciones. Muestras de incumplimiento del mandato constitucional, lo tenemos en: 1) Los derrames cloacales, 2) Comunas y municipios que depositan los residuos sólidos urbanos a cielo abierto, 3) Uso de la vinaza como fertirriego, contaminando el agua, el aire y el suelo, 4) Construcción de viviendas en los piedemontes, 5) Quema de cañaverales, 6) Falta de sistematización y control de la cuenca hídrica, una de la más compleja del NOA, 7) Ausencia de política de estado ambiental y de ordenamiento territorial, entre otros. Lo que el Gobernador y sus equipos de trabajo deben comprender, es que la protección ambiental no solo tiene como destinatarios a las generaciones actuales, sino también a los futuros seres humanos, a los recursos naturales y a los componentes bióticos y abióticos de los sistemas ecológicos. Una constitución, simbólicamente, es como un arca donde están protegidos los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos. ¿Qué se puede esperar de un poder que no los tutela y los viola?

Juan Francisco Segura

Peatones céntricas

La zona céntrica de San Miguel de Tucumán es lamentable. En las veredas que miden dos metros de ancho, nuevamente están ocupadas por vendedores ambulantes que utilizan la mitad. Entonces, sólo queda un metro para que los ciudadanos se movilicen y circulen. Además, es imposible caminar por las famosas peatonales. El calor es insoportable y más aún con los cuadrados de la red de plástico de colores que pusieron (a modo de techo donde comienzan esos paseos), que además generan más calor por el material del que están hechos. En una provincia donde los calores son insoportables y donde una semilla que tiremos se transforma en un árbol, me parece inadmisible que en el centro haya unos miserables arbolitos. Me queda por pensar, por supuesto, que los funcionarios no circulan por allí. Tendrían que copiar un poco a la provincia de Mendoza, que también es argentina y es un placer pasear por sus calles.

Nilda Olivera

La ley de gimnasios

Como deportista y referente en lo que se respecta a la actividad física, creo que esta Ley de Gimnasios es muy necesaria, porque este control va a significar seriedad de parte del gimnasio y llevar tranquilidad a quienes asistan. Es fundamental cuidar de nuestro cuerpo en todo sentido, ya sea al aire libre, en clubes, piletas, gimnasios, competencias, etcétera. Puedo dar cuenta, desde mi experiencia deportiva, de la importancia del control médico, ya que soy docente en Educación Física y con 25 años de trayectoria como atleta. El chequeo general a comienzo del año tiene que ser una rutina, y hay que repetirlo con el correr de los meses para control, porque cualquier recaída afecta directamente nuestro rendimiento físico y lleva a perjudicar nuestra salud, tiempo de recuperación y pérdida de volumen de entrenamiento. Es de vital importancia que el profesor de Educación Física sea el encargado de guiar, incentivar, cuidar y acompañar, en todo momento que se realice la actividad física. Tanto enfocado en personas que recién comienzan, desde los controles simples, hasta verificación de cada movimiento, sean varones y/o mujeres sedentarios/as o no.

Noelia Rodríguez

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