Alperovich ataca a Macri para golpear a Manzur

LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LA GACETA/FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Alperovich eligió el plano nacional para atacar a Manzur. Espera que sus golpes en el Congreso repercutan en la mesa política provincial, y que el sacudón se sienta en 2019. Es su interés primordial. Al separarse del interbloque Argentina Federal que conduce Pichetto, le envió un mensaje a su sucesor en el PE: cuando regrese de Israel no tendrá más a los dos senadores nacionales del PJ. O sea, ni política ni institucionalmente las cosas están bien con el mandatario. Y van a estar peor, porque está en juego el poder el año próximo.

Lo de Alperovich puede interpretarse como una réplica directa -amparándose en una renovada simpatía con Cristina- a la destitución de los alperovichistas de las estructuras del Estado. Movida por movida: si el PE “bajó” a militantes del senador, él le hizo perder dos bancas al manzurismo. Implica que su voto más el de Beatriz Mirkin se “negociarán” directamente con el macrismo por cuenta de él. Así, las tratativas de Cambiemos por adhesiones en la Cámara Alta no pasarían por la Casa de Gobierno local, se cerrarían directamente en la Capital Federal. La renovada postura “K” de Alperovich deja a Manzur sin ese poder de fuego con la Nación. No es un dato menor.

La reacción del oficialismo provincial se limitó a pedirle al senador su renuncia a la afiliación al PJ. Por ahora no puede reclamarle más, ya que los mandatos de Alperovich y de Mirkin vencen en 2021. Tendrán que soportarlo mientras hace campaña en contra de la gestión manzurista desde el Congreso, donde contará con el apoyo de la diputada nacional Alicia Soraire, una militante “K” e integrante de Kolina, el partido de Alicia Kirchner. Marcelo Santillán, de La Cámpora, podría sumarse o no a este alperovichismo “parlamentario”. Está por verse.

A la ausencia de una incidencia territorial en la provincia -como sí la tiene el oficialismo a partir de la dependencia institucional de las autoridades políticas-, Alperovich intenta suplirla con golpes. Busca que el hecho de jugar como opositor a Manzur en el plano peronista nacional le sume a su intención por regresar a la Casa de Gobierno: él, ahora, desde el cristinismo; y la dupla Manzur-Jaldo jugando en contra del kirchnerismo.

Alperovich suple aquella falta de ascendencia territorial, por no estar ya en el PE, tratando de ganarse la simpatía del kirchnerismo residual en Tucumán; o sea de los votos que puedan existir de los cristinistas en la provincia. Es su apuesta. Se entiende aún más esta conducta a partir de un planteo que ayer hizo el alperovichista Julio Silman: pidió la unificación de los comicios nacionales con los provinciales. De esta manera, celebrándose las elecciones nacionales y las provinciales el mismo día, el senador esperaría que Cristina indirectamente le “traccione” sufragios en su cruzada por regresar. Se entiende entonces por qué el senador se olvidó de los viejos rencores y críticas hacia la ex presidenta y ahora resulta que es la mejor candidata para combatirle a Macri. Pero más que nada es su herramienta para tratar de debilitar a Manzur.

¿Pueden unificarse los comicios? La Constitucional provincial lo habilita. Según el inciso 5 del artículo 43 el PE podrá convocar a elecciones simultáneamente con las elecciones nacionales si lo considera conveniente, bajo las mismas autoridades de comicio y escrutinio. La pretensión del alperovichismo no es descabellada, es estratégica; tanto como negativa sería la respuesta del Gobierno a esta solicitud, para no darle un mínimo de chances a que el ahora opositor consiga unos cuantos votos más jugando a ser “K”.

“Las cosas están mal con Manzur”, admite el senador; cómo no estarlo si quiere quedarse con el sillón que él quiere recuperar. En ese camino, todo vale, hasta elogiar hasta a quien hasta hace poco cuestionaba, como Cristina. La necesidad tiene cara de hereje. Bien podría decirse que en política no hay amigos ni enemigos, sólo conveniencias.

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