Un triunfo único e irrepetible

River le ganó a Boca en tiempo suplementario y dejó una marca para siempre en su historia.

LAS DOS CARAS. Juan Fernando Quintero celebra el tremendo gol que acaba de hacer en el Bernabéu. Al fondo, Andrada -que no pudo hacer nada- se lleva las manos a la cabeza en señal de lamento. reuters LAS DOS CARAS. Juan Fernando Quintero celebra el tremendo gol que acaba de hacer en el Bernabéu. Al fondo, Andrada -que no pudo hacer nada- se lleva las manos a la cabeza en señal de lamento. reuters

¿Alguien se acuerda del 2-2 en la ida? Como nunca en una serie de dos partidos, el primero quedó tan olvidado e inútil como el que jugaron hace exactamente un mes. El que disputaron ayer River y Boca y terminó consagrando al primero como campeón de América, por cuarta vez en su historia, fue único no solo por todo lo que costó jugarlo sino porque fue lo más parecido a una final a partido único, como la que tendrá la competencia a partir del año que viene.

Hinchas de los dos equipos, el gol de visitante sin valor adicional, cancha neutral y sucesos específicos que hicieron del partido de los 120 minutos una final sin antecedentes.

El gol de Darío Benedetto sobre el final del primer tiempo y la inmediata burla a Gonzalo Montiel es una de las imágenes más reproducidas desde que terminó el partido. Nahitan Nández había entregado una asistencia magnífica y parecía que el momento en el que se convertía el gol (minuto 44), rompería el partido a favor de Boca.

Sin embargo, River no sentiría el golpe. Quizás porque Boca tomó una actitud más pasiva, intentando conservar una ventaja que no volvería a tener jamás en el partido. Una jugada magnífica concluida por Lucas Pratto le dio la paridad al resultado, que ya tenía el trámite del partido.

Esos 25 minutos que faltaron hasta el final de los 90 regulares, sirvieron para medir fuerzas de cara a los 30 suplementarios que llegarían luego. Justamente la fuerza física terminaría siendo algo clave en el partido. Los jugadores de Boca comenzaron a sentir calambres y a sufrir lesiones que maquillarían con coraje, en varios casos. Nández no quiso salir pese a estar casi desgarrado y Julio Buffarini, de gran partido, estaba dolorido incluso antes del tiempo suplementario.

Muchas de esas situaciones se potenciaron cuando Wilmar Barrios, el jugador más regular de Boca en toda la temporada, sufrió la expulsión al comienzo de los 30 minutos extras.

La fuerza en el banco de suplentes también se midió y el “Millonario” salió ganador. Guillermo Barros Schelotto puso un solo volante sentado a la par suya y fue el que terminaría escribiendo la historia más triste del día. Fernando Gago sufrió -por tercera vez en tres años y ante River- una nueva rotura del tendón de Aquiles. El jugador salió solo del campo cuando ya no había más cambios por hacer. Otro detalle digno de una final única e irrepetible.

Y así como los cambios no le resultaron al “Mellizo”, sí lo hicieron para Matías Biscay. Juan Fernando Quintero entró cuando River tenía contra las cuerdas a Boca y le asestó el golpe de gracia con un golazo desde fuera del área.

Antes del gol sin arquero de Gonzalo Martínez, Camilo Mayada casi empata en contra y Leonardo Jara estrelló un derechazo en el palo. Más sucesos que hicieron de este partido un anticipo de lo que serán las finales únicas. Esta lo fue y River es el feliz testigo.

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