El Partido Socialista (PSOE) de Pedro Sánchez obtuvo una victoria histórica en España, donde podría gobernar sin necesidad del apoyo de los independentistas catalanes, pese a la fuerte irrupción de los ultraderechistas de Vox, que fragmentó y hundió al conservador Partido Popular (PP).
Con 29% de los votos y 122 diputados, los socialistas se convierten en la primera fuerza política y tienen al alcance de la mano mantenerse en La Moncloa por medio de un pacto con los izquierdistas de Unidas Podemos, partido minoritarios y la abstención de los secesionistas catalanes.
"Hemos mandado un mensaje a Europa y al resto del mundo; se puede ganar al autoritarismo y a la involución", aseguró Sánchez al dirigirse a unos 2.000 militantes socialistas que eufóricos festejaron el triunfo del PSOE en la puerta de su sede central de la calle Ferraz de Madrid.
Entre gritos de "¡No pasarán!" (antifascistas) y "¡Si se puede!", identificado con los indignados y los izquierdistas de Podemos, Sánchez dijo que desde sus ideas progresistas iba a tender la mano a "todas las fuerzas" políticas siempre que "respeten la Constitución y quieran avanzar hacia la justicia social y luchar contra la corrupción".
Inmediatamente los militantes le dejaron claro que no querían un acuerdo con Ciudadanos, gritando "¡Con Rivera no!".
"Ha quedado bastante claro", respondió Sánchez, quien tras las elecciones de 2015 llegó a un acuerdo con los naranjas y luego fracasó en su investidura cuando Podemos se negó a apoyarlo.
Los españoles votaron con una participación casi récord de 75,7%, en las elecciones más disputadas y polarizadas del país, marcada por la amenaza del voto oculto a la ultraderecha en un contexto convulsionado en los últimos años por el conflicto secesionista de Cataluña.
Sánchez, quien gobierna en minoría con apenas 85 diputados desde que relevó al conservador Mariano Rajoy en junio de 2018 por medio de una moción de censura, consiguió un triunfo contundente al casi doblar en escaños al PP de Pablo Casado, que con 16,6% de los votos se hunde de 137 a 66 diputados.
"Los resultados han sido muy malos", reconoció Casado, quien prácticamente no hizo autocrítica y atribuyó la caída de su partido a la fractura del voto de centroderecha y los ataques recibidos en la campaña.
Las comicios dejaron un panorama de fragmentación en la derecha española, con Ciudadanos como gran vencedor al avanzar de 32 hasta 58 escaños. El partido liberal no consiguió superar al PP pero su líder, Albert Rivera, le arrebató el protagonismo.
"Hay una mala noticia, que Sánchez e Iglesias van a formar gobierno, y hay una noticia buena, que hay un proyecto ganador, que es Ciudadanos; vamos a controlar a este gobierno para que no machaquen a las clases medias", remarcó Rivera.
Por su parte, los progresistas de Unidos Podemos lograron 35 escaños, un resultado que supone un importante retroceso frente a los 71 que tenían desde 2016, pero les permite seguir reclamando protagonismo como aliados preferentes del PSOE.
El frente de derecha que desafiaba con desbancar a Sánchez, formado por el PP, Ciudadanos y Vox, sumó 148 diputados, con lo que se quedó lejos de alcanzar la mayoría absoluta situada en los 176 bancas.
Por su parte, los progresistas, PSOE y Unidos Podemos, los superan con 157 escaños. Si bien no alcanzan la mayoría absoluta, Sánchez puede lograr la investidura por mayoría simple en segunda votación con la abstención de los independentista de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) que obtuvieron 15 diputados.
"Es el momento de negociar un referéndum", dijo el vicepresidente catalán Pere Aragonès, poniendo un elevado costo político a un eventual respaldo o abstención.
Las elecciones han sido un punto de inflexión para la democracia española tras la entrada en el Parlamento de Vox, el primer partido de extrema derecha con representación en casi 40 años, que logró 24 diputado con 10% de los votos.
"Hoy es momento de alegría, pero también de preocupación" porque "no ha sido posible expulsar al Frente Popular", dijo el líder de los ultras, Santiago Abascal, en referencia al PSOE y sus eventuales aliados. Abascal prometió que a partir de ahora habrá "una resistencia nacional ante las posturas libertarias" de los "progres". (Télam)