"Dos días para el olvido": el apagón dejó un hueco en los bares y restaurantes

Los gastronómicos esperaban el Día del Padre para enfrentar los aguinaldos y un aumento de sueldos, pero el corte de luz los dejó en jaque. Esperando la luz.

En los bares, soledad y poco movimiento. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo En los bares, soledad y poco movimiento. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo

Al terminar por fin el domingo, Jaime Soler se acostó y pensó las dos conclusiones del día: primero, que el apagón inernacional dejó como regalo del Día del Padre un hueco en las cajas registradoras; segundo, que las situaciones extremas sacan a relucir lo peor de los seres humanos.

El empresario gastronómico -al igual que sus colegas del rubro- se levantó pensando en que sería el día clave para recuperar las alicaídas ganancias y poder llegar tranquilo a dos eventos importantes: un aumento en el sueldo de los empleados gastronómicos y el pago de los aguinaldos. Pero no. El Día del Padre ha sido un día perdido para la actividad, a pesar de que intentaron remontar, al menos con una carta reducida.

En los bares, soledad y poco movimiento. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo En los bares, soledad y poco movimiento. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo

"Teníamos otro plan. Menúes completos, varias opciones... Era un día especial. Terminamos sirviendo pizza y pastas, una carta limitadisíma, porque no podíamos hacer nada que produjera humo porque no funcionaban los extractores. Además, la gente no salió", lamenta. 

Para peor, hoy feriado y frío, sólo apto para quedarse en la cama con las colchas hasta los ojos. "Dos días para el olvido, eso nos deja este fin de semana. Pero bueno, a dar vuelta la página y tratar de recuperar lo que perdimos", concluye.

A las 7.10 de la mañana un dedo gigante y lejano empujó la ficha de un juego de dominó que terminó de desarmarse recién pasadas las seis de la tarde.

Las panaderías vendían panes crudos para hornear en las casas, porque los hornos son eléctricos.

Las casas de tortas y pastelería, que suelen amasar buenos números en estas fechas, cumplieron con la mitad de los pedidos.

Los semáforos se apagaron todos, por lo que la calle se medían la civilización y la barbarie. 

Los bares y restaurantes sin sistema eléctrico de emergencia debieron cerrar las persianas. Los que lograron abrir, lo hicieron con una carta acotada. ¿Tarjeta de crédito? Una risa.

Y ya no había teléfono, y ya no había internet, y ya todo el mundo se iba quedando sin batería en los celulares.

Mejor no salir y quedarse en la casa a ser felices con las provisiones de la alacena. Los precavidos se rieron por haber hecho -como siempre- las compras los días previos.

A la vieja usanza: las cuentas en los bares se hicieron a luz de vela. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo A la vieja usanza: las cuentas en los bares se hicieron a luz de vela. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo

Siglo XIX

"Sí, lindo... lindo si estuviéramos en el siglo XIX. Con los carruajes estacionados en la puerta del hotel. Pero no era el caso", ironiza Ernesto Gettar, titular de la Unión de Hoteles de Tucumán. "Realmente fue un día atípico, la actividad gastronómica fue casi inexistente, con todo el servicio y las opciones muy acotados. Con el horario que comenzó el corte, muy temprano a la mañana, se paralizó absolutamente todo", evaluó.

En su caso -gerencia uno de los hoteles más grandes de la ciudad- pudieron paliar la situación con grupos electrógenos, lo que le demandó un costo extra que no estaba estipulado: alrededor de 250 litros de combustible durante las 10 horas del corte. "En un hotel no te queda opción: tienen que funcionar los ascensores, la calefacción, los servicios mínimos del bar, las luces... Por suerte la gente supo entender y no hubo inconvenientes, más que la incomodidad y las limitaciones", destacó.

Para Soler, en cambio, con estas situaciones extremas salen a luz las peores partes de los hombres. "En general, la gente estuvo bien. Pero otros que se enojaron y perdieron la paciencia, con algo que no dependía de nosotros. Pero es lo mismo que se vio en la calle, con los semáforos apagados: algunos extremaron precauciones y otros aprovecharon que nadie controlaba, para convertirse en salvajes", concluyó.


Algunos comercios abrieron, pero con temos a la inseguridad. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo Algunos comercios abrieron, pero con temos a la inseguridad. LAGACETA / Foto de Analía Jaramillo

Esperando la luz

Las expectativas para los gastronómicos no son las mejores esta semana. Es que con el feriado helado de hoy, más el que se viene el jueves, las ventas podrían volver a tocar el suelo. "Lo único que esperamos es que mañana salga el sol y podamos dar vuelta la página, a ver si recuperamos algo", finalizó Soler.



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