Luego de marchas y contramarchas, de acusaciones cruzadas entre la Nación y la Provincia, finalmente, a seis años del anuncio del proyecto fue inaugurado el Centro Preventivo Local de las Adicciones (Cepla) en La Costanera, una de las zonas de San Miguel de Tucumán, más castigadas por la comercialización y el consumo de sustancias ilegales. La obra largamente postergada fue habilitada por el gobernador Juan Manzur y el precandidato presidencial Alberto Fernández.
La sede de 1.300 metros cuadrados cubiertos, iniciada por la Nación en 2015 durante la administración anterior, alberga consultorios, oficinas, despachos, comedor, cocina, baños, salones de usos múltiples. Fue concluida finalmente con fondos provinciales y su objetivo es atender a personas con problemas de adicciones. Las instalaciones fueron colmadas el martes por funcionarios, profesionales de la salud, vecinos y militantes, sin embargo un grupo de jóvenes levantó carteles, uno de los cuales rezaba: “Señor gobernador, acá estamos los que luchamos por las adicciones y ni siquiera se nos invitó”. Uno de sus integrantes dijo: “somos de Ganas de Vivir, un grupo de recuperación de las adicciones de la propia Secretaría de las Adicciones de la provincia, pero nos ningunean. Esto es un logro del barrio, es un triunfo por tantos años de marchas”.
Un dirigente de la Hermandad de los Barrios afirmó que mientras las autoridades inauguraban el establecimiento, estaban velando a dos chicos en La Costanera. “No fueron a inaugurar el Cepla, fueron a hacer política con un candidato... no hay una política de Estado que solucione el problema de las familias. La gente estaba irritada ante los funcionarios ya que nadie hizo nada. La sociedad quiere ayudar a los chicos, pero el Estado no hace nada”, le dijo a LA GACETA Play.
Una madre lamentó que la obra haya demorado tanto en concretarse porque hay muchos chicos que han muerto desde hace 16 años por el consumo de droga, entre ellos, dos de sus hijos; un tercero ha quedado con severos daños neurológicos.
Por influjo principalmente del paco, muchos jóvenes se destruyen lentamente a diario y varios llegan al suicidio. En diciembre de 2008, salió a la luz que en los barrios de la Costanera, ubicados en ambas márgenes del río Salí, los chicos que comenzaban a drogarse a los 10 años, parecían “cadáveres caminantes”, según testimoniaban sus madres, que vivían con dramatismo cómo sus hijos se autodestruían, y se sentían impotentes para combatir a los “transas” que les vendían el paco. Desde entonces, las Madres del Pañuelo Negro y las agrupaciones que integran La Hermandad de los Barrios, colectivo que representa a siete villas miseria, venían reclamándole al Gobierno provincial centros de atención donde sus hijos adictos pudiesen ser tratados y rehabilitados socialmente.
La realidad muestra una vez más que las prioridades políticas suelen ser muy diferentes a las de la gente. Hace más de una década que estas madres pedían con urgencia un establecimiento como el que acaba de inaugurarse. ¿Cuántas víctimas podrían haber sido ayudadas y muertes evitadas, si las autoridades hubiesen escuchado las súplicas? “Ojalá el Cepla no haya llegado tarde para otras madres, otras niñas y niños”, dijo la mamá que perdió dos hijos. Ojalá sirva también para sensibilizar a nuestra clase dirigente.