Victoria y Tagore

La fecundidad a la que alude el título del libro de Ketaki Kushardi Dyson (Un encuentro fecundo) excede el encuentro absolutamente trascendente entre Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo y se proyecta hacia otra convergencia -a través de su prodigiosa intérprete, la escritora, poeta y ensayista bengalí Ketaki Kushardi Dyson-: la de Oriente y Occidente. Y de la mano de estos dos grandes cicerones cósmicos, a quienes la autora demuestra conocer casi mejor que nadie.

14 Julio 2019

Por Fernando Sánchez Sorondo - Escritor.-

“Las cosas que no son ciertas acerca de nosotros -escribe Ketaki Kushardi Dyson en Un encuentro fecundo (Sur)- siempre nos hieren; algunas verdades, cuando nuestros amigos o nuestros enemigos las ponen sin piedad delante de nuestros ojos, también nos hieren”. El conflicto es traído a propósito de Tagore y de qué representaba para Victoria Ocampo su figura cuando lo conoció. “Victoria entendía muy bien ciertos rasgos de su obra; conocía sus aspectos universales, el poeta que había en él y que trascendía las fronteras de su nacionalidad”. Pero, se pregunta: “¿cuánto podía realmente entender de sus preocupaciones por el escenario político de la India?”

De hecho, refiere la autora, fue Leonard Knight Elmhirst, el estrecho colaborador del poeta bengalí, quien -a pesar de la resistencia y hasta el rechazo que sentía por él Victoria Ocampo, creyéndolo un obstáculo en su relación con Tagore- “en gran medida ayudó a Ocampo a lo largo de los años a entender la naturaleza de la lucha que tenía lugar en el interior de Tagore”.

En cualquier caso -y tal como señala Juan Javier Negri- este encuentro, ocurrido en Buenos Aires en 1924, marcó un notable cambio de rumbo en sus vidas.

Vidas, a su vez, destinadas a producir verdaderas influencias en sus respectivas culturas.

Esta obra monumental –de casi 800 páginas, que incluye interesantes fotografías- constituye la escenificación de un encuentro excepcionalísimo, con detalles y entretelones y sus consiguientes aportes a favor de un vínculo que trascendió lo personal y que en buena medida se proyectó universalmente.

Tagore y Victoria representan –para decirlo con el título de este libro- un fecundo encuentro no solo literario sino espiritual entre dos países geográficamente en las antípodas.

Al cumplirse los 100 años del nacimiento de la escritora argentina –que consideraba a la India su “Patria espiritual”- me tocó compartir, junto con otros colegas, el homenaje que le hizo la Universidad de Nehru en Delhi. Tuve además la suerte de asistir a una sesión de la Academia Tagore y comprobé, con alegría, que allí conocían a la perfección la obra de Borges, de Juarroz, de Enrique Molina, de Ricardo Güiraldes y, desde luego, del mejicano Octavio Paz -que fue embajador en Delhi- entre otros narradores y poetas argentinos y latinoamericanos.

Por último, para la publicación de la obra que nos ocupa, es de destacar la contribución decisiva que realizó, en el plano económico y en todos los demás, el escritor y crítico Eduardo Paz Leston, compilador y profundo conocedor y divulgador de la obra de Victoria, su amiga personal.

(c) LA GACETA

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