Los seis candidatos llegaron con la misión de cuidar los votos que obtuvieron en las PASO. Lo consiguieron. Mauricio Macri tenía la tarea más difícil porque sostener lo que tenía no le alcanza, y su discurso se dividió entre recordar lo hecho y prometer el cambio por hacer. Alberto Fernández esforzó su tarea con chicanas que buscaban mostrar improvisación y satisfacer a su electorado. El resto cuidó su libreto y no les fue mal. Roberto Lavagna tenía una oportunidad de diferenciarse para ganar terreno perdido, pero no le alcanzó.
El formato fue tal vez lo más cuestionado. La falta de réplica y de diálogo entre los postulantes a presidente de la Nación marcaron la debilidad del debate y dejaron abierta la necesidad de modificarlo en el futuro.
La discusión central se dio en las redes donde, si bien no se profundizaron ideas, sí salió a luz lo que organizadores y postulantes quisieron mantener oculto. Allí se vieron los gestos. En esas plataformas se viralizaron las debilidades y falencias como la mirada perdida de Macri al final o el dedo acusador -y exagerado- de Fernández.