Punto de vista: el debate y la incredulidad

21 Octubre 2019

Pablo Mena

Historiador y politólogo

El público se quedó con una sensación de insatisfacción. Las redes sociales quizá pueden dar cierta muestra de ello: expresiones como “sigo esperando las propuestas” o “cuándo van a debatir en serio” fueron cristalizando este humor social. Me refiero al manto de descreimiento que recayó sobre los seis candidatos.

La incredulidad es generalizada y diversa debido a que puede encontrarse de diferentes formas: la primera y más notable es la de la comunidad hacia los candidatos; la segunda, la que se encuentra entre los candidatos y las fuerzas políticas que representan, y la tercera, la de la sociedad hacia los medios de comunicación. Y así es posible seguir nombrando otras relaciones de nuestra sociedad que ofrecen como factor común el hecho de no creer en otro.

Es por esto que no hay posibilidad alguna de un dialogo fructífero debido a que la veracidad se encuentra fuertemente cuestionada. Pero a esta mentada incredulidad pocos quieren mencionarla porque genera interrogantes más profundos: ¿ella sólo recae sobre los actores políticos? ¿Está cuestionado también el sistema de representación? En este marco de múltiples incertidumbres es preciso resguardar la democracia y la dimensión propia de lo político como partes constitutivas de la sociedad para que no seamos víctimas de este oscuro velo.

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