La ocupación de una porción de la plaza por parte del macrismo era una herida abierta que no cicatrizaba. Desde entonces, Juan Manzur tuvo una idea fija: demostrar que la plaza Independencia tiene dueño, el peronismo. Ayer, el mandatario provincial tuvo un discurso pobre, sin preparación y sin ideas. Ni siquiera elaboró esas frases que suelen levantar a la multitud. No hubo eslogan para rumiar y contar.
Manzur quería mostrar mucha gente y además hacerlo saber a como dé lugar. Le interesaba que Alberto Fernández se enterara, que Cristina escuchara como se la nombraba y, por último, que Mauricio Macri viera cuantos peronistas había. Dijo que la policía le avisó que eran más de 70.000 y con eso le bastó para cantar que el peronismo “va a volver” al poder. Los demás fue anecdótico para él, incluso las peleas que apuraron y afearon el acto y que no pudo disimular. A la hora del balance se quedó sin disfrutar: las peleas, los heridos y la suspensión de las clases volvió a abrir la herida que había cicatrizado.