Nisman: las pericias que sustentan las hipótesis de homicidio y de suicidio

El fiscal Eduardo Taiano planea elevar a juicio la causa antes de fin de año, pero hasta ahora solo están implicados Lagomarsino y los cuatro custodios, ninguno como autor directo del supuesto homicidio.

MUCHAS DUDAS. Alberto Nisman apareció muerto en el baño de su casa, en una escena que pudo haber sido montada para simular un suicidio. MUCHAS DUDAS. Alberto Nisman apareció muerto en el baño de su casa, en una escena que pudo haber sido montada para simular un suicidio. ARCHIVO

Cinco años después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, su par Eduardo Taiano bucea en un mar de 25.000 imágenes, 45.000 llamadas y 250 informes con el fin de que en 2020 la causa emerja a juicio, según fuentes judiciales citadas por Télam. Sucede que aunque trabaja sobre la hipótesis de un magnicidio, Taiano todavía no encuentra a sus autores.

Si bien al principio la investigación se concentró en la posibilidad de un suicidio, el rumbo cambió cuando Taiano y el juez Julián Ercolini solicitaron la intervención de una junta interdisciplinaria. Las pericias recayeron entonces sobre 24 expertos en medicina legal, balística, acústica, video, planimetría, microscopía y cromatografía de la Gendarmería Nacional.

En su informe, que la Cámara Federal porteña avaló en junio de 2018, los peritos de la Gendarmería concluyeron que dos personas asesinaron a Nisman en el baño de su casa. Pero los imputados (Diego Lagomarsino, como partícipe necesario del homicidio, y los custodios Armando Niz, Luis Miño, Néstor Durán y Rubén Benítez, por encubrimiento), la ex fiscal Viviana Fein y el presidente Alberto Fernández, entre otros, insisten en la conjetura de un suicidio.

Por lo pronto, Taiano recibió a fines del año pasado el análisis pericial del área de Cibercrimen de la Gendarmería, un estudio acerca de los elementos tecnológicos secuestrados en noviembre de 2017, durante los allanamientos a los domicilios de los cinco imputados.

Parte de esa información ya trascendió hacia la prensa. Esta semana, el diario Clarín reveló que un agente de la ex SIDE fue tomado por una antena de telefonía que queda a una cuadra de la casa de Lagomarsino, y que cualquiera podía ingresar a las torres Le Parc sin ser visto por las cámaras.

La muerte de Nisman ocurrió entre las 17 del sábado 17 de enero de 2015 y el mediodía del domingo 18, cuando una vieja pistola Bersa Thunder calibre 22 cayó al suelo en un baño del decimotercerpiso de la torre Del Boulevard, en el complejo Le Parc de Puerto Madero. Nadie oyó el disparo, o al menos nadie atestiguó después haberlo oído, pero una bala hiperveloz Federal Classic ingresó, desde atrás hacia adelante, en el cráneo del fiscal federal. Su cadáver permaneció en el suelo del baño hasta las 5.08 del lunes, cuatro horas antes de su frustrada visita al Congreso nacional (adonde debía acudir para explicar su denuncia contra la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, a quien acusaba de encubrir a los culpables del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina).

Así, ni siquiera hay unanimidad acerca de la hora de la deceso. En 2015, los peritos del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia y los de la Policía Federal estimaron que el fiscal murió entre las 8 y las 12 del domingo, mientras que los de la querella calcularon que falleció entre las 17 del sábado y la una del domingo. Y los de la Gendarmería, por su parte, establecieron en 29,2 horas el intervalo posmortem: la muerte de Nisman habría ocurrido a las 2.46, durante la noche del domingo.

Antes y después

El sábado a las 20.01, entre tres horas después y 16 horas antes de la muerte del fiscal, Lagomarsino, un perito informático que trabajaba en la fiscalía de Nisman, ingresó a Le Parc por segunda vez en el día. Después declaró que había ido para prestarle al fiscal la pistola con la que se suicidó, o con la que los homicidas simularon el suicidio. De hecho, según la imputación, Lagomarsino plantó el arma amiga que sustenta la hipótesis del suicidio a la que llegaron los peritos de la Policía Federal.

Niz y Miño, custodios de esa fuerza, tocaron la puerta de Nisman el domingo a las 13.30. A sus pies, un ejemplar de La Nación que Nisman no había recogido llevaba el título: “Un agente camporista de la ex SIDE hizo de enlace con Irán”. El fiscal, que no había salido de su casa desde el viernes, no les contestó el timbre ni les atendió el teléfono. La última actividad en sus dispositivos electrónicos había ocurrido a las 7 de la mañana, cuando él, o alguien, encendió su computadora y leyó un texto sobre una persona que atestigua haber vuelto de la muerte.

A las 22.30, Sara Garfunkel encontró, sobre un charco de sangre, el cuerpo rígido de su hijo. Y desde entonces reinó la confusión. Fein defendió siempre la hipótesis del suicidio, aunque también padeció un vendaval de críticas, sobre todo después de que Jorge Lanata difundiera un video policial que muestra cómo varias personas entraron y salieron del departamento de Nisman el lunes a la madrugada. Entre ellas, el entonces secretario de Seguridad, Sergio Berni, que dijo haber acudido “para que nada se tocara”. La filmación evidencia, entre otras cosas, que los agentes limpiaron la pistola Bersa con el rollo de papel higiénico que encontraron allí.

Con la vista en el espejo

Garfunkel halló a su hijo en posición decúbito dorsal, paralelo a la bañera y con la cabeza apoyada contra la puerta del baño. La pistola estaba a unos centímetros de su omóplato izquierdo. En la mesada del baño había una larga línea de gruesas gotas de sangre encimadas y un paño verde.

Según declaró Lagomarsino, ese paño cubría el arma cuando él se la entregó a Nisman, que se la había pedido para defensa personal, y se retiró. De hecho, la autopsia hecha en la Morgue de la Corte concluyó que no había habido participación de terceras personas en la muerte del fiscal, que este no había sido drogado y que los golpes que tenía no eran recientes.

Así, Nisman se habría suicidado de pie, con la vista en el espejo y sujetándose la mano derecha con la izquierda. Además, la defensa de Lagomarsino planteó que la mancha de sangre en la mesada se debía a la expulsión refleja a través de la boca que siguió al disparo. Después, el cuerpo habría caído hacia atrás y quedado en la posición en la que fue hallado.

Cabos sin atar

La presunción de suicidio gobernó la investigación durante el primer año, hasta que en diciembre de 2015 la jueza Fabiana Palmaghini removió a la fiscal Fein, que había sido objetada varias veces por la querella de la ex mujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado. Aunque primero resolvió asumir la investigación, después de entrevistar a Antonio Stiuso, ex director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, Palmaghini se declaró incompetente y envió la causa a la Justicia Federal, donde la tomaron Ercolini y Taiano.

Ellos encontraron cabos sin atar y solicitaron la intervención de los peritos de Gendarmería, que sostuvieron la hipótesis del homicidio. De acuerdo con esta, a Nisman lo redujeron, lo drogaron y lo pusieron frente a la bañera con el torso erguido y la rodilla derecha en el piso. Entonces, mientras un atacante lo sostenía, el otro le disparó.

Enseguida, un rociado de sangre se proyectó por el orificio de entrada del proyectil y manchó la mesada. Los peritos de la Gendarmería sostienen esta idea frente a la expulsión por la boca porque la forma de la mancha indica que cayó desde 1,20 metro y no desde 1,80 metro (la altura de la víctima).

Los asesinos acomodaron entonces el cuerpo en la posición en la que lo encontró Garfunkel. O al menos esa es la hipótesis que persiguen Ercolini y Taiano. Aún no ha no logrado dar con indicios que permitan despejar el punto más débil de la investigación: quiénes fueron los supuestos homicidas.

Mensaje de la DAIA Tucumán

Elevaron una oración en memoria del fiscal que esclareció la causa de la AMIA

El presidente de la filial tucumana de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, Fabián Neiman, y su vicepresidente, Jaime Salomón, recordaron el trabajo de Alberto Nisman como en la investigación del ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina. “Entre 2004 y 2006, Nisman logró establecer que Irán planeó el atentado y que la ejecución estuvo a cargo de Hezbollah. Y descubrió que la conexión local era Mohsen Rabbani y que el terrorista fue el libanés Ibrahim Hussein Berro”, transmitieron. Recordaron también: “la comunidad judía lo enterró en un lugar de privilegio sabiendo que fue asesinado y que no hubo suicidio”.

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