Crítica de "Mujercitas": la actualización respetuosa de una novela mítica

Pueden pasar los años, pero la historia de las hermanas March jamás perderá vigencia.

MUJERCITAS. Un clásico muy bien logrado por Greta Gerwig. "MUJERCITAS". Un clásico muy bien logrado por Greta Gerwig.

"Mujercitas" (muy buena)

Origen: Estados Unidos. Año: 2019. Dirección: Greta Gerwig. Con: Saoirse Ronan, Timothée Chalamet, Meryl Streep, Emma Watson, Eliza Scanlen, James Norton, Florence Pugh, Laura Dern, Bob Odenkirk, Chris Cooper y Louis Garrel. Fotografía: Yorick Le Saux. Música: Alexandre Desplat.


Hace 150 años que la historia de las hermanas March es un referente para las niñas del mundo. Hoy vuelven, una vez más, a la gran pantalla.

Como novela, “Mujercitas” plasma una femineidad diversa, compleja y contradictoria que rara vez llega a ocupar el argumento central de una historia. Pero ese texto es también una biopic camuflada. Louisa May Alcott usó su propia vida, y la de sus hermanas, para crear a la familia March. Fue la segunda de las cuatro hermanas, criada por una madre caritativa y un padre muy idealista como para encargarse de las necesidades económicas de su familia. Pasaron hambre y frío como muchos en la Estados Unidos de esa época, pero la autora creció entre mentes liberales.

En la historia Alcott era Jo, la protagonista, la rebelde, el espejo en el que muchas creadoras se han mirado alguna vez. En la película representa a las mujeres artistas que se frustran ante las exigencias de género y el techo de cristal.
Narrativamente la versión cinematográfica que dirige Greta Gerwing y que hoy se estrena es la primera adaptación que reordena los eventos de la novela, y que se anima a renunciar al relato cronológico en pos de una estructura con constantes saltos temporales que permiten entender quién es cada personaje en base a cómo fue su infancia. 

Estos saltos temporales son acompañados por cambios de color y en la textura de la imagen. El implacable paso del tiempo es uno de los conceptos más marcados en la película. Una misma playa adquiere connotaciones diferentes cuando son jóvenes y se divierten en ella a cuando es un lugar de despedidas por la amenaza de la muerte.

La película empieza con Jo vendiendo uno de sus relatos en un periódico de Nueva York, ciudad a la que se mudó para ir tras su sueño de ser una escritora. Por un lado, la directora hace foco en la relación entre las aspiraciones personales y la situación económica. Y por el otro, expresa las concesiones que tuvo que hacer Jo/Alcott para que le publiquen su novela: “Si el personaje principal es una muchacha, asegúrese de que al final esté casada. O muerta, da lo mismo”, le dice el editor en el relato desde la pantalla.

Aquí el trabajo del guión de Gerwing (nominada al Oscar en ese rubro) se luce. La investigación previa que realizó hace que la narrativa se centre en las constantes preocupaciones económicas que marcaron la vida de Alcott; de hecho muchas frases del guión salieron de otros escritos de la autora, de cartas personales y de su diario íntimo.

El diseño de vestuario realizado por Jacqueline Durran (le valió la nominación al Oscar en esta categoría) es una de las cosas que más atrae en el filme. La paleta de colores (cada miembro de la familia March tenía asignada una distinta basada en un tono: Meg usa lavanda y verde; Jo usa rojo e índigo; Beth, rosa y café; Amy, azul; mientras que Marmee combina todo los colores); las siluetas que definen cada prenda; el tipo de diseños que luce cada hermana, todo ello está condicionado por la personalidad individual de cada uno de los personajes. Por ejemplo, para Jo y Laurie se hicieron trajes idénticos para que los llevaran en paralelo.

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