Hallan una posible causa de varios tipos de cáncer de mama

Células inmunitarias que “limpian” conductos de la leche pueden favorecer el desarrollo de tumores.

AVANCES. Con imágenes 3D se hicieron importantes hallazgos en Australia. AVANCES. Con imágenes 3D se hicieron importantes hallazgos en Australia.

Las imágenes en 3D forman parte de nuestra vida cotidiana: cine, videojuegos, copias de piezas de museo que pueden ser manipuladas (ideales para ponerlas al alcance de las personas ciegas). Pero nuestro divertimento es sólo un bonus track. Tienen miles de aplicaciones científicas, y cada vez mejor definición. Utilizando técnicas 3D muy avanzadas oncólogos del Instituto Walter y Eliza Hal para la Investigación Médica, de Melbourne, Australia, hallaron en el tejido mamario un tipo de célula inmune que no se sabía que estaba allí. El equipo está conducido por Caleb Dawson, Geoff Lindeman y Jane Visvader; el hallazgo fue publicado en la revista “Nature Cell Biology”, informa el sitio oficial del instituto. Las células en cuestión, llamadas macrófagos ductales, mantienen los conductos mamarios “limpios”, cual barrenderas hiperespecializadas. Pero a veces “se pasan de rosca” y generan -sospecha el equipo- un efecto indeseado; concretamente, “engordan” tumores.

La función del epitelio de las glándulas mamarias es producir y secretar leche para alimentar la descendencia, pero es un tejido que no actúa todo el tiempo. “De hecho, permanece inactivo hasta la pubertad, cuando, en respuesta a señales hormonales y a otros factores, desarrolla una red de conductos altamente ramificados y de alvéolos -explica para LA GACETA Juan Carlos Valdez, profesor de Inmunología de las Facultades de Medicina y Bioquímica de la UNT-. Durante la gestación, la mama se expande más y el epitelio alveolar prolifera y desarrolla rápidamente alvéolos secretores, que producirán leche luego del parto”. Si todo sale bien -por la salud del bebé y de su mamá- la lactancia durará mucho (dos años, recomienda la OMS), pero en algún momento llegará el destete.

“Entonces -prosigue Valdez- la glándula cesa la producción de leche y el epitelio expandido vuelve al estado de reposo”.

“Durante toda la vida de una mujer, en la glándula mamaria se producen constantemente ciclos de proliferación y diferenciación celular, y también de apoptosis (muerte programada). Y aquí es donde los macrófagos intervienen activamente”, explica.

Los macrófagos son un tipo de glóbulo blanco: “son fagocitos; su función es comer y destruir microbios, pero también células muertas y restos de tejidos dañados, y limpiar estos antes de promover su reparación”, explica Valdez.

Los “nuevos”

Los macrófagos ductales son de particular interés -dijimos- para los investigadores del cáncer de mama, porque los conductos mamarios son un sitio propenso a desarrollar tumores. “Los hallamos comprimidos entre dos capas de la pared del conducto -describió Dawson-, y descubrimos que desempeñan un papel esencial en la involución: cuando se detiene la lactancia, las células productoras de leche mueren y el tejido mamario necesita volver a su estado original”. Para probar eso, los investigadores eliminaron los macrófagos ductales de los conductos, y ninguna otra célula inmunitaria podía llevar a cabo este proceso esencial.

“Necesitamos comprender qué células están haciendo qué, para identificar cómo estos complejos procesos celulares se desregulan, como en el caso de los cánceres”, señala Visvader.

La gran pregunta

Dijimos, también, que a veces “se pasan de rosca”. Científicamente dicho, llegado el caso, ayudan a proliferar a las células tumorales; y eso en este caso es clave: los conductos de la leche son uno de los lugares más frecuentes de formación de cánceres de mama. La gran pregunta: si son defensoras, ¿por qué lo hacen?

“Las células inmunes que infiltran el tumor regulan su desarrollo negativa o positivamente. Algunas que reconocen y eliminan células cancerosas, y restringen el crecimiento tumoral y las metástasis -explica Valdez-. Pero el tumor puede inducir procesos que impidan la actividad antitumoral, y en este proceso macrófagos asociados a tumores promueven la diseminación de células cancerosas”.

Pasa que, cuando el cáncer se desarrolla, los macrófagos son parte del microambiente tumoral; también se multiplican y pueden inhibir los linfocitos que atacan el tumor. “Incluso, lo ayudan a crecer: estimulan la creación de nuevos vasos sanguíneos y hasta generan resistencia a la terapia antitumoral”, agrega.

“Es posible que los macrófagos ductales amortigüen inadvertidamente la respuesta inmune del cuerpo, lo que tendría implicaciones peligrosas para el crecimiento y la propagación del cáncer en estos sitios ya propensos”, señala Dawson, y Visvader cuenta que el objetivo final del equipo es comprender estas células lo suficiente como para manipularlas. “Dado que los macrófagos tumorales probablemente promueven el crecimiento del tumor, bloquear su actividad podría servir como una estrategia de tratamiento para el cáncer de mama”, resalta.

“El estudio se realizó en ratones -destaca Valdez-; el siguiente paso, se hará en modelos experimentales de cáncer de mama humano, y luego faltarán las pruebas clínicas. Si bien el hallazgo es esperanzador, el camino hacia una terapia aún es muy largo”, destaca Valdez. Pero no deja de ser una buena noticia. El largo camino es lo que espera siempre a los hallazgos incipientes.

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