San Martín es “un club para quedarse a vivir”

Goicoechea, hoy en Gales, recordó su pasó por el “Santo” y el ascenso de 2016.

EN JUEGO. El lateral santafesino, que supo ganarse el cariño de los hinchas “santos”, hoy está jugando en la segunda división de la liga de Gales. EN JUEGO. El lateral santafesino, que supo ganarse el cariño de los hinchas “santos”, hoy está jugando en la segunda división de la liga de Gales.
10 Junio 2020

De San Martín (“fue lo mejor que me pasó en la vida”, dijo) a Gales, previo paso por Gibraltar. El protagonista de este raid futbolístico es Alberto Esteban Goicoechea, aquel lateral de 33 años que vistió la camiseta del “Santo” en los tiempos en los que el club logró el ascenso en 2016 a la hoy llamada Primera Nacional.

¿Cómo hizo el santafesino oriundo de El Trébol para llegar a jugar en Bangor City de Gales? ¿Y qué recuerda de su paso por San Martín? De eso trata este reportaje,

- ¿Cómo llegaste Gales?

- A mediados de 2019, luego de jugar en Sportivo Belgrano de San Francisco, me fui a Gibraltar, al sur de España, para jugar en Mons Calpe Sporting, de la Champions League Gibralteña. En enero, un compañero me recomendó y así llegué a Gales, para jugar en un equipo de la segunda categoría. Tengo contrato por un año. Estoy con mi esposa, Camila y con mi hija Rufina, de tres meses, que nació en Gibraltar.

LA FAMILIA. Alberto Esteban Goicoechea, junto con Camila y la pequeña Rufina. LA FAMILIA. Alberto Esteban Goicoechea, junto con Camila y la pequeña Rufina.

- ¿Cómo estás viviendo a la distancia la situación por la covid-19?

- Con la preocupación lógica de estar viviendo una situación inédita, algo que sólo habíamos visto en películas. Esto hizo que tengamos que cambiar muchas de nuestras costumbres diarias para evitar contraer ese virus que tanto daño está haciendo a la gente. Dios quiera que podamos superar rápidamente esta pandemia, para que cada uno de nosotros pueda recuperar el ritmo de nuestras actividades diarias.

- Te llevamos al pasado en Tucumán. ¿Qué te dejó tu paso por los “Santos”?

- Fue lo mejor que me pasó en mi carrera deportiva. El club me marcó a fuego para el resto de mis días. No sólo por lo deportivo, sino por lo que viví en lo afectivo. Las sensaciones que sentí con esa camiseta no las había experimentado nunca antes. Ni creo que se repetirán.

- ¿Coincidís en que no es fácil jugar con esa camiseta?

- Es así, no es para cualquiera. Salvo en mis comienzos en Unión de Santa Fe, club con el que jugué en Primera, nunca había jugado con tanto público como lo hice en San Martín. Encontrarte con 30.000 personas en las tribunas fue una sensación impactante.

- ¿Cómo vivís el hecho de que la gente te hizo uno de sus favoritos?

- Nunca me había pasado que la gente me demuestre tanto cariño. Lo tomé como un premio al esfuerzo que hice en cada partido. Lo que me deja tranquilo de mi paso por el club es que pude contribuir para que pueda empezar a recuperar el protagonismo que se merecía. Que mi nombre haya quedado grabado por un logro importante es uno de los mejores premios que me quedan.

- ¿Recordás algún momento en especial?

- Sí. Me quedo con aquella foto de los festejos del ascenso y lo que fue el regreso a Tucumán desde Andalgalá. La alegría en el vestuario al final del partido fue una sensación única. Todos los que estábamos en ese lugar llorábamos de la emoción. Son cosas muy fuertes que las recordaré por siempre. Luchamos mucho para vivir aquel momento. Pasa el tiempo y, cada vez que tengo la oportunidad, donde vaya resalto la pasión y el sentimiento que tiene el hincha de San Martín. Eso, salvo en River y en Boca, no lo podés sentir en otro club.

- ¿Algún momento triste?

- Fueron tantas las cosas maravillosas que viví en ese tiempo que me cuesta encontrar algo que me haya dejado triste. Quizás pueda ser cuando me quedé con cierto sabor amargo por no haber podido quedarme más tiempo en el club. San Martín había empezado a transitar el camino de la recuperación deportiva e institucional, por lo que me hubiese gustado quedarme mucho tiempo más. Es un club para quedarse a vivir para siempre.

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